En efecto, a sus veintiún años de edad José Rivera Indarte se convirtió en un acalorado defensor de la política del dictador Juan Manuel de Rosas, cuya calidad humana y capacidad como dirigente llegó a ensalzar en algunos de sus más célebres poemas, entre ellos los titulados “El himno federal” (1834) y “El himno de los restauradores” (1835). Por aquella época de mediados de los años treinta, con Rosas situado en la cúspide de su trayectoria política, el joven Rivera Indarte llegó a ser considerado algo así como el poeta oficial del gobierno del militar bonaerense, al que había dedicado sus poemas más conocidos, unas ardorosas soflamas románticas henchidas de ardor patriótico. Pero este mismo arrebato romántico propició que, poco tiempo después, el impulsivo poeta de Córdoba se enemistara profundamente con el dictador, hasta el extremo de pasar de sus inflamados elogios a otros poemas tan críticos con la política del gobernante como el titulado “Al tirano José Manuel Rosas”.
La profusa circulación, por los foros literarios y políticos bonaerenses, de esta composición poética de Rivera Indarte provocó la persecución del poeta por parte de Rosas y la apresurada huida de aquél rumbo a un exilio que le condujo hasta la capital de Uruguay, en donde se instaló dispuesto a reanudar una actividad literaria que había tenido que suspender por implicarse demasiado en la agitada vida política de su nación. Así las cosas, fundó en Montevideo la publicación El Investigador, en la que siguió difundiendo sus trabajos creativos y, en algunas ocasiones, sus ideas políticas, y llegó a ver publicadas en Montevideo, antes de su prematura desaparición, algunas de sus obras, como las tituladas Don Cristóbal (1840) y La batalla de Caa-guazú (1842).
Texto extraído del sitio: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=rivera-indarte-jose