Definido como el “alemán ideal” por su físico espectacular: rubio, 1,88 metros, ojos azules y una presencia imponente, Reinhard Heydrich, el verdugo de Hitler, considerado uno de los jerarcas nazis más abyectos, nació el 7 de marzo de 1904. Heydrich era un hombre ambicioso, frío y calculador. Convertido en el jefe de seguridad del Tercer Reich, fue ideólogo de la “solución final” y responsable de llevar a la muerte a millones de judíos.
UN “BRILLANTE” IDEÓLOGO
Heydrich fue el artífice del plan que sirvió para que Alemania tuviera la excusa perfecta para atacar Polonia e iniciar así la Segunda Guerra Mundial. Dentro de la llamada Operación Himler, las SS simularon un ataque por parte del ejército polaco a una estación de radio alemana en la localidad polaca de Gleiwitz, muy cerca de la frontera. En realidad se trataba de media docena de militares alemanes disfrazados con uniformes polacos y liderados por el mayor de las SS Alfred Naujocks.
Una de las acciones más audaces e ingeniosas que se atribuyen a Heydrich fue la de orquestar la Operación Skoblin, que consistía en la falsificación de documentos para implicar a generales rusos -de uno de los cuales, Nikolai Skoblin, tomó el nombre la operación- con los servicios de espionaje alemán. Como resultado de aquella operación, Stalin purgó a casi todo el Alto Mando del Ejército Rojo, debilitando así la resistencia militar de la URSS ante el Tercer Reich.
LOS EINSATZGRUPPEN DE HEYDRICH
La principal atribución de Heydrich dentro de las SS fue la de establecer un modus operandi para el Servicio de Seguridad nazi. Trabajando a la sombra de Heinrich Himmler, el Reichsführer-SS, Heydrich estaba obsesionado en descubrir informaciones y denuncias, ya fueran reales o inventadas, puesto que sabía que de lograrlo eso sería su pasaporte para entrar a formar parte de la alta jerarquía del Tercer Reich. Se llegó a decir que en su caja fuerte guardaba documentos que comprometían incluso al propio Adolf Hitler.
Al frente del Sicherheitsdienst, SD o Servicio de Seguridad, vinculado a las SS, Heydrich tenía la tarea de investigar, detener y eliminar a cualquier elemento opositor al régimen. Por ese motivo, el oficial nazi colaboró en la invasión que se estaba llevando a cabo de la URSS, y para ello creó una milicia a la que llamó Einsatzgruppen (grupos operativos), que en realidad eran escuadrones móviles de ejecución formados por por miembros de las SS, SD y otros agentes de la policía secreta de la Alemania nazi, cuya misión era avanzar junto al ejército regular y, una vez tomadas las poblaciones que encontraran en su camino, su objetivo sería exterminar a los elementos que considerasen peligrosos. Se estima que aquellos escuadrones acabaron con la vida de cerca de un millón de personas entre líderes comunistas y gitanos.
“O CONMIGO, O CONTRA MÍ”
Convertido en gobernador (protektor) del protectorado de Bohemia y Moravia, como sustituto de Konstantin von Neurath, para reprimir los constantes alzamientos de la población, Heydrich se ganó el apodo de el “Carnicero de Praga” o la “Bestia rubia”, cuando dos semanas después de tomar posesión de su cargo ordenó fusilar a 550 personas consideradas disidentes con el objetivo de mantener así a la población en un continuo estado de amenaza.
La política de Heydrich estaba basada en una máxima muy simple: “O conmigo, o contra mí”, lo que hizo de él una de las personalidades más odiadas por los checos, incluso más que el propio Hitler. Las ordenes de Heydrich eran perseguir sin piedad a todos aquellos que se atrevieran a levantarse contra el régimen y premiar a los que colaborasen con él. Junto con su esposa Lina, Reinhard celebraba lujosas fiestas a las que acudían miembros de la sociedad checa que habían dado muestras de “lealtad” al protektor (los cuales eran premiados con dinero, viajes y estancias en hoteles de lujo).
OPERACIÓN ANTROPOIDE
Al darse cuenta de que la oposición checa era ya prácticamente inexistente, el ejército británico decidió acabar con la vida de Heydrich a sabiendas de que las represalias de Hitler serían terribles. La misión, que recibió el nombre de Operación Antropoide, dio inicio el 27 de mayo de 1942. Dos soldados checos, Josef Gabcik y Jan Kubis, integrados en una célula de espías comandada por el teniente checo Adolf Opálk, serían los encargados de llevar a cabo el atentado (aunque sus miembros no podían saber entonces que habría alguien que los iba a traicionar).
A las 10,30 h. del 27 de mayo de 1942, Heydrich se dirigía a bordo de su Mercedes-Benz descapotable a su cuartel general en el castillo de Hradcany. Era tal la convicción que tenía de que era indestructible, que ni él ni su chófer llevaban escolta y repetian día tras día el mismo recorrido. Cuando el descapotable de Heydrich desaceleró en una curva pronunciada, Gabcik y Kubis abordaron el automóvil. Para desgracia de Gabcik, su metralleta se encasquilló y no pudo disparar, pero Kubis sí logró lanzar una granada de mano que alcanzó la parte posterior del vehículo. Tras la explosión, la metralla y otros restos de la carrocería se incrustaron en la espalda de Heydrich, y aunque el protektor se pudo levantar y trató de perseguir a sus atacantes, sus heridas eran demasiado graves y cayó desplomado. Al enterarse de la noticia, Hitler maldijo la mala costumbre de Heydrich de viajar en un coche descapotable y sin blindaje.
UN MAGNICIDIO DE CONSECUENCIAS DESASTROSAS
Heydrich murió el 4 de junio de 1942 a consecuencia de las heridas recibidas en el atentado y por su obstinación en ser tratado por un médico de su confianza en Berlín. La tardanza en iniciar el tratamiento le causó una septicemia que acabó con su vida. El 9 de junio fue enterrado solemnemente en la Cancillería del Reich en Berlín, con la marcha fúnebre de Sigfrido de Richard Wagner de fondo.
La ira de Hitler fue de tal magnitud, que exigió a Himmler que arrasara la pequeña población checa de Lidice, la cual había acogido a miembros de la resistencia que habían colaborado con los autores del magnicidio. Ese día fueron ejecutados 199 hombres, 195 mujeres fueron enviadas al campo de concentración de Ravensbruck y 95 niños fueron arrestados (81 serían asesinados en el campo de exterminio de Chelmno). El precio que tuvieron que pagar los checos por matar al símbolo del poder nazi en su país fue muy elevado.
Los autores del magnicidio, Gabcik y Kubis, fueron delatados por Karel Kurda, un miembro de la resistencia, y tras un largo tiroteo con las fuerzas de las SS, el 18 de junio murieron en su refugio de la iglesia ortodoxa de los santos Cirilo y Metodio en Praga. Kubis fue herido por una granada y murió en el hospital, en cambio Gabcik y otros cinco miembros de la resistencia prefirieron suicidarse. Durante el enfrentamiento también murieron catorce miembros de las SS. Pero el recuerdo al Carnicero de Praga y su terrible legado persistieron. En honor a Heydrich, las acciones para el exterminio total de los judíos polacos recibieron su nombre: Operación Reinhard.