El Centro Cultural Borges presentó en 2018 la exposición Dorothea Lange. La fotografía como testigo incuestionable que reúne unas 100 imágenes de una de las fotoperiodistas más prestigiosas del siglo XX.
En esta muestra se exhibieron trabajos que Lange efectuó por encargo de la Farm Security Administration (FSA por su sigla en inglés). Esta Dirección de Seguridad Agrícola tenía como misión reubicar a los agricultores de las regiones afectadas por el fenómeno climático conocido como Dust Bowl, una de las peores catástrofes naturales que azotaron a Estados Unidos en la década de 1930.
Paralelamente se creó una sección para documentar el proceso cuyo director, Roy Stryker, se convirtió en una figura clave y en el responsable de recopilar una de las más extensas colecciones de fotografías documentales del siglo XX.
Además del registro fotográfico se crearon archivos sonoros que permitían escuchar a los agricultores cantando sus canciones típicas, hablando de la realidad y compartiendo experiencias de su vida cotidiana. El objetivo era componer una imagen del campo estadounidense en los tiempos modernos.
Dorothea Lange fue una fotógrafa excepcional, y a la vez un testigo privilegiado de su época. El personal testimonio, muchas veces incómodo para el establishment, permanece tan vivo hoy como entonces.
Su compromiso con el acto de ver estaba relacionado con una preocupación estética, y con una necesidad de implicarse en las cosas. Solía decir que un retrato era una lección sobre como debería abordar un ser humano a otro.
El objetivo de sus trabajos era la comunicación, pero no usada exclusivamente para convencer, sino en todo caso para educar, tanto la agudeza visual como la social. Este corpus fue en su mayor parte conformado a pedido del gobierno de los Estados Unidos a modo de documento en un momento en que el país atravesaba su peor crisis económica, que además fue un parteaguas político y cultural en el siglo XX.
Su trabajo, más que dar respuestas, generaba preguntas. Y ese es su aspecto más conmovedor: el de la puesta en duda. Aunque estas fotografías documenten el dolor y la miseria, también recuerdan que es posible encontrar belleza en los lugares más inesperados, y que se puede aprender a ver por fuera de lo obvio.
Lange figura entre las grandes fotoperiodistas de la historia de la fotografía documental. Nació en mayo de 1895, en Hoboken, Nueva Jersey. Su ascendencia familiar era germano-americana, y sus padres hijos de inmigrantes alemanes. Su padre Heinrich Nutzhorn, estudió en el Northwestern College de Watertown, Wisconsin, regresó a Hoboken en 1891 y abrió un estudio como abogado. En 1895 se trasladó con su familia a Weehawken, zona que había nacido como lugar de vacaciones para los neoyorquinos ricos.
A los 12 años los padres de Lange se separaron, y ella tomó el apellido de su madre. La separación fue uno de los grandes traumas que debió superar. En 1907 su madre Joan Lange decidió irse a vivir con ella a New York. Allí cursó la Secundaria en la Intermediate Public School 62 del Lower East Side, y continuó sus estudios en Arte, en la Universidad de Columbia. Más tarde trabajó para Arnold Genthe y Clarence Hudson White.
En 1918 se mudó a San Francisco y abrió su propio estudio de retratos. Entonces conoció al muralista Maynard Dixon, quién sería su esposo y el padre de sus hijos.
El primer acercamiento real de Lange a la fotografía documental sucedió en la década de 1920, cuando viajó con Dixon por todo el sudoeste de Estados Unidos para fotografiar a indios americanos.
Con la embestida de la Gran Depresión, en la década de 1930, comenzó a fotografiar lo que estaba pasando en la ciudad. Sus estudios de desempleados y gente sin hogar son imágenes que fueron elogiadas por numerosos fotógrafos, entre ellos Paul S. Taylor, el que sería su segundo marido.
Luego fue invitada por Roy Stryker para participar en 1935 en la Resettlement Administration, que en 1937 pasó a denominarse Farm Security Administration, para la que sacó las imágenes de la muestra del Borges.
En 1952 Lange fue una de las fundadoras de la revista Aperture. Trabajó también para Life, que la envió a Utah, Irlanda y el Valle de la Muerte. También acompañó a Taylor a Pakistán, Corea y Vietnam, entre otros lugares, hasta el 11 de octubre de 1965, cuando murió de cáncer a los 70 años.