El ser humano no deja de asombrar a los mismos seres humanos, por sus excesos o sus déficits, por su excelencia y espíritu de superación. La historia esta llena de ejemplos, y la vida diaria nos muestra pequeños y grandes héroes que han luchado contra la adversidad, con distintas suertes.
Hoy les voy a contar la vida de Ranulph Fiennes, un militar hijo del coronel homónimo muerto en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Después de vivir en Sudáfrica, Fiennes volvió a Inglaterra para graduarse de oficial e ingresar al regimiento en el que había servido su padre (Royal Scots Greys). Tuvo distintos destinos como el sultanato de Omán, donde fue condecorado por coraje en acción.
Retirado del ejército, dio rienda a su vocación aventurera incorporándose a la Transglobe Expedition, una expedición destinada a circunvalar al planeta en sentido meridional (Norte Sur), siguiendo el meridiano de Greenwich desde el Polo Sur al Polo Norte con medios de transporte de superficie: léase caminando o en barco.
Por siete años organizó la expedición junto a Oliver Shepard y Charles Burton, programando una dieta hiper-calórica que debía adecuarse a cada región del planeta.
Partieron de Londres el 2 de septiembre de 1979 y llegaron a la Antártida en enero de 1980 y llegaron al Polo Sur en diciembre de ese mismo año, donde jugaron el primer partido de cricket en esas latitudes. No volvieron por el mismo camino sino siguiendo el derrotero que un siglo antes había seguido Robert Scott y que había terminado en tragedia.
El trayecto al Polo Norte resultó ser más complejo porque debieron hacer 4.800 Km por mar a través del Estrecho de la Unión. Todo este viaje fue filmado y presentado en un documental, “Los confines de la Tierra”, relatado por el actor Richard Burton. En total recorrieron 84.000 kilómetros…
No contento con esta proeza que le valió un puesto en el Libro Guinness de los Records (que no dudó en llamarlo “el explorador vivo más grande del planeta”), dirigió una expedición por el desierto de Omán para descubrir la ciudad perdida de Iram (también conocida como la “Atlantida de las Arenas”). Esta ciudad figura en los mapas de Ptolomeo y hasta entre los cuentos de “Las mil y una noches”, famosa por su producción de incienso.
En 1993, junto al nutricionista Mark Stroud, caminaron por 93 días atravesando la Antártida. Stroud es un especialista en la fisiología del organismo en condiciones extremas. En esas circunstancias descubrió que el organismo puede consumir hasta 10.000 calorías (cuando lo habitual son 2.000/3.000 cal). Tres años después, intentó ir caminando al Polo Sur en beneficio de una campaña para la prevención del cáncer de mama. Lamentablemente, debió suspender la caminata por un cólico renal.
Una vez más, junto al Dr. Stroud, completaron 7 maratones en 7 continentes en 7 días, en un desafío de la Fundación Cardíaca Británica (una parte de esta maratón se corrió en la Patagonia [26 de octubre de 2003] y en las Islas Malvinas [27 de octubre de 2003]).
En junio del 2005 Fiennes intentó ser la persona de más edad en subir al Everest. Debió suspender el ascenso por problemas cardíacos. Perseverante, repitió la experiencia y estuvo solo a 400 m de la cima. Para entonces, había sido operado de un doble by pass. A fin de culminar con su aventura, pidió la autorización de su cardiólogo que se la otorgó, siempre y cuando sus pulsaciones no excediesen los 130 latidos. Fiennes confesaría que, durante el ascenso, nunca se tomó el pulso…
Fiennes es la única persona que ha estado en las zonas más hostiles del planeta: los 2 polos y la cima del mundo.
Cuando intentó volver a recrear su expedición polar, la ruptura de hielo lo hizo tomar contacto con el agua y sufrir un congelamiento de los dedos del pie y de la mano. Su cirujano desaconsejó la amputación para ver hasta donde mejoraba espontáneamente la circulación. Impaciente (nunca mejor usada esta palabra), decidió amputarse él mismo los dedos, justo por encima de donde estaban insensibles.
En el año 2012 intentó cruzar la Antártida en pleno invierno para recaudar fondos para la campaña “Ver para Creer” (una fundación para la prevención de la ceguera evitable), pero le fue imposible continuar con la campaña y debió ser evacuado.
Todas estas expresiones están relatadas en sus libros, donde pretende demostrar que el cuerpo humano está preparado para condiciones extremas y que la vida sedentaria envejece a las personas. Entre sus ídolos está el explorador antártico Robert Scott, muerto trágicamente a principios del siglo XX.
Fiennes ha recibido el doctorado honoris causa de casi una docena de universidades inglesas, ha recibido la medalla de la Royal Geographical Society y la Orden del Imperio Británico, además de la Medalla Polar. En el 2007 el Daily Telegraph lo incluyó entre los 100 británicos más “geniales”, y lleva recaudado £ 14.000.000 en obras de beneficencia.
“Estoy haciendo esto por razones que muchas veces, no puedo comprender. Que existe una urgencia interior es innegable”. Siempre hay una montaña que desafiar, un horizonte que explorar y un mar que navegar, pero el límite más lejano, termina estando en nuestro interior.