Quirino Cristiani llegó a Argentina en el año 1900, con 4 años, luego de haber nacido en la provincia italiana de Pavía. Desde pequeño demostró ser un talentoso dibujante, una de las razones que lo llevaron a completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes. Su primer acercamiento a la animación profesional fue cuando comenzó a trabajar junto al productor cinematográfico Federico Valle. El aporte de Cristiani consistió en una pequeña secuencia animada que ilustraba uno de los noticiarios de Valle, muy populares por aquel entonces. Para ello, Cristiani estudió cintas del pionero francés de la animación Émile Cohl, a quien se le acredita la autoría del primer cortometraje totalmente animado.”La Intervención en la Provincia de Buenos Aires”, se llamaba el segmento que ocupaba Cristiani y poseía un marcado carácter de sátira política, centrándose en el conflicto entre el presidente Hipólito Yrigoyen, y el por entonces gobernador de Buenos Aires, Marcelino Ugarte. El corto fue todo un éxito, y aunque ni Cristiani ni Valle estaban particularmente interesados en la política, descubrieron que el pueblo argentino se sentía atraído por el humor político, por lo que Valle propuso realizar una sátira animada sobre el presidente.A Cristiani le llevó un año realizar “El Apóstol” trabajando él solo en la animación de los 58.000 cuadros (14 cuadros por segundo) que contuvo el film. Para lograrlo construyó una máquina con manivelas, pedales, poleas y una cámara fotográfica colocada de manera cenital, que luego patentó. Los personajes fueron diseñados por Diógenes “El Mono” Taborda, un conocido dibujante de historietas. También participó el Arquitecto Andrés Ducaud realizando una maqueta para la secuencia final donde se incendiaba Buenos Aires.
“El Apóstol” tuvo su estreno el 9 de noviembre de 1917, con un éxito impactante y permaneció casi un año en cartel. Trataba del presidente Hipólito Yrigoyen ascendiendo a los cielos en busca de los truenos de Jupiter, el dios mitológico, con el fin de limpiar a Buenos Aires de toda inmoralidad y corrupción. Como resultado de esta travesía la ciudad queda en cenizas. Este film se basó en los cortos políticos de animación cuadro a cuadro que Quirino realizaba para la productora de Valle.
Al año siguiente, en 1918, Cristiani realiza el segundo largometraje de animación de la historia del cine. Trataba sobre el hundimiento de la goleta Monte Protegido por parte de los alemanes, suceso que había provocado manifestaciones del pueblo argentino pidiendo abandonar la neutralidad por el apoyo a los aliados, durante el desarrollo de la primer guerra mundial. El film duró solo un día en cartelera, la prensa no mencionó su existencia y fue confiscado por el Ministerio de Relaciones Exteriores para evitar una situación diplomática adversa con Alemania. Irónicamente, el segundo largometraje animado de la historia desapareció y curiosamente a esta realización le tocaría acabar como su mismo nombre lo indicaba “Sin Dejar Rastros“.
Tras el fracaso de este segundo largometraje, Quirino Cristiani decide abandonar la animación. La inversión económica y laboral lo había dejado en una situación muy precaria y necesitaba dinero rápido, entonces vuelve a su trabajo como caricaturista en periódicos y pone en marcha una idea inédita en el Buenos Aires de la época: el Public Cine.
Recorría los barrios de la capital porteña en los que no había cines y proyectaba películas al aire libre. La idea funcionó de tal manera que la policía le prohibió realizar semejante actividad porque la cantidad de personas que se juntaban obstruían las calles y provocaban problemas de orden público.
Con el tiempo regresaría a la animación, haciendo cortos en los que explicaba cómo realizar intervenciones quirúrgicas (Rinoplastia y Gastrotomia, ambos de 1925) y, a medida que su economía mejoraba con contratos como el que la Metro Goldwin Mayer le ofreció como director de publicidad de su filial en Buenos Aires, aumentaban sus ganas de emprender un nuevo reto de animación.
En esta ocasión fue un largometraje sonoro -con la banda grabada en discos, no en la película- que llevaría el título de Peludópolis y que retomaba la figura del presidente Hipólito Yrigoyen para hacer una crítica a la corrupción y situación política que vivía el país.
El problema surgió en 1930, en mitad de la producción, cuando Yrigoyen fue depuesto mediante golpe militar por José Félix Uriburu, dando así inicio al período conocido como la década infame. Aunque se realizaron cambios considerables en el guion, cuando Peludópolis se estrenó en 1931, buena parte de su contenido había sido superado por la actualidad.
A fines de los años treinta, Constancio Vigil contrató a Quirino para producir unos cortos de animación en base a una serie de fábulas que él había publicado. La primera de ellas fue “El mono relojero“. El film era en blanco y negro y esta vez Cristiani abandonó la técnica de los recortes y se inclinó por la técnica del acetato empleada por los estudios Disney. Se estrenó en 1938. A pesar de la gran aceptación del público y de que fue premiada, Vigil no quiso continuar el proyecto, por lo que la serie terminó en esta primera entrega. En 1941, Cristiani realiza un corto llamado “Entre Pitos y Flautas” abordando el tema del fútbol. Su último film fue “Carbonada” realizado en 1943 y fue premiada por la Municipalidad de Buenos Aires.
Desgraciadamente, dos incendios, uno en 1957 y otro en 1961 destruyeron la mayor parte de su obra. Muchos originales, como los negativos de sus películas pioneras en el cine de animación, se perdieron quedando solo algunos de los recortes utilizados para la filmación. Cristiani se alejó del mundo del cine y vivió en el olvido de la gente, por un largo período.
En 1981 fue invitado a su tierra natal y galardonado por ser el “Precursor italiano del cine animado mundial”. También fue invitado a su pueblo natal, donde fue homenajeado y se lanzó el libro “Due Volte l`Oceano (Vita de Quirino Cristiani)”, que fue editado aquí por Ediciones de la Flor.
En 1982 el Gobierno Argentino le concede una pensión vitalicia y en 1983 es homenajeado en una muestra realizada por la Escuela Panamericana de Arte, donde se le entrega una plaqueta recordatoria y se proyecta “El Mono Relojero” (único trabajo que se salvó de lo incendios) y un documental donde Cristiani cuenta su técnica de animación. El 2 de agosto de 1984 fallece en su casa de Bernal.