Prilidiano Pueyrredon, desconocido

Prilidiano Pueyrredón era arquitecto recibido en la Ecóle de París, y regresó de su segundo viaje a Europa en la primavera de 1854. El 1º de noviembre le escribió a Alejandra Heredia su amiga gaditana: “Mis paisanos me han dado más lugar aún que el que toda mi ambición, que es grande, como sabes me apetece. Permanezco enteramente fuera de la política, pero sirviendo a mi país en mi carrera de ingeniero, en la cuál el gobierno ha depositado en mí, una confianza ilimitada; de asuerte que, me encuentro al frente de casi todoas las obras públicas que se van a hacer”. Su tarea al frente de las obras de la Jefatura de Policía y la Municipalidad, como el proyecto de la Casa de Gobierno, las memorias del gobierno y los diarios de la época, junto con esta valiosa correspondencia nos permiten conocer su actividad en este rubro, quizás el menos divulgado a excepción de la Residencia Presidencial de Olivos, casa que diseñara a su amigo Miguel de Azcuénaga.

En noviembre de 1856 informaba a Alejandra: “Para las fiestas nacionales de Mayo, me ocupé de los adornos de la Plaza de la Victoria, y de refaccionar una Pirámide que hay en su centro, a la cuál le he agregado 5 estatuas que se están concluyendo actualmente. Además se siguen las mejoras de la Plaza en la que se han plantado 300 árboles, se van a poner asientos y enlozados, a formar jardines y a rodearla de una reja de hierro. En el muelle voy a construir dos casillas para el resguardo. En el Paseo Guardia Nacional, estoy haciendo otros aumentos que ocupan una superficie mayor 3 veces la ciudad de Cádiz. La Catedral, que es sin duda la mejor y más vasta iglesia que hay en la América del Sur, no está concluida por fuera, y yo voy a terminar su fachada, con un gasto de 25.000 a 30.000 duros que pasa el Ayuntamiento. En los cuarteles o pabellones del Retiro estoy haciendo una gran gradería de asientos, en varias calles puentes y canales para la salida de las aguas. En el Hospital de Locas, aumentos importantes y cerca de él una Cárcel penitenciaria para mujeres y niñas de mala vida. Todas estas cosas, ya te digo, sin sueldo ni compromiso, ni más provecho que el de dejar mi nombre bien puesto y un recuerdo de utilidad a mi país, de manera que cuando lo vuelva a dejar, tal vez para siempre no queden mis bienes en cuentas de manos muertas, sino que algún ser humano tome interés por la subsistencia de un hombre que ha servido lealmente a su patria, no en partidos políticos, ni en intereses individuales, sino en objetos que a nadie ofenden ni dañan sino que son en ventaja de todos”. Estos trabajos honran esa pertenencia y entrega a la Patria.

NADA LE FUE AJENO

Prilidiano fue nombrado miembro de la primera Comisión Municipal que comenzó a funcionar el 2 de abril de 1856, ninguna obra le fue ajena en esos tiempos y en su trabajo como arquitecto. En noviembre le decía a su amiga Alejandra Heredia: “Para mayor garantía no sólo no pasa un cuarto por mis manos, sino que ni intervengo en los contratos con los maestros, hago mis planos bien detallados para que ellos los entiendan bien, y ya no me vuelvo a acordar de la obra hasta que se hace. De este modo espero que jamás me podrán acusar de prevaricación en los dineros públicos. Tal es la parte que tengo en el Gobierno, me han convidado para todo y ya en Cádiz sabes que me llamaban para el Senado y ahora mismo me ofrecen un empleo altamente honorífico y lucrativo, más aún que aquel, pero lo he renunciado por dos razones como he renunciado a las demás. La primera porque aún no me siento capaz de asumir las responsabilidades de tan altos puestos. La segunda porque tendría que renunciar por muchos años a mi vuelta a Cádiz, lo que me sería doloroso en extremo. No creas, Alejandra negra mía, que me halagan esos honores, yo soy gracias a Dios bastante por mis padres, y por mí mismo, y no deseo más sino que no se me diga que he sido desafecto e indiferente por mi país. Ni quiero más gloria, sino que a la hora de dejar la existencia, nadie pueda echarme en cara ninguna villanía, y que cada cuál en su conciencia pueda decirse `Pueyrredon fue hombre de bien y no manchó el ilustre nombre de sus padres”’.

CARGADO DE TRABAJOS

Le ofrecieron la Jefatura de Policía, que no aceptó y en las elecciones de ese año fue el miembro más votado para renovar su cargo en la Municipalidad por su parroquia de Catedral al Norte, al que renunció “por hallarse cargado de trabajos más adecuados a sus hábitos y dedicado también a objetos de utilidad píublica”, según informó El Nacional.

Valga rescatar su amistad con Leonardo Pereyra dueño de la famosa estancia San Juan, en las afueras de la ciudad. Tanto él como Pueyrredon que le llevaba una década habían sido formados en Europa y no dudó el propietario del campo en pedirle a Prilidiano el diseño del parque de la famosa estancia, hoy el famoso Parque Pereyra.

Conocía que había arbolado con 300 árboles la Plaza de Mayo años antes y que esta brillante idea, de avanzada en aquellos tiempos, pronto había sido imitada en otras plazas de la ciudad y aún en muchas quintas. Pereyra sabía que de su padre el arquitecto había heredado el amor a la naturaleza, no olvidemos que don Tomás Grigera le dedicó su Manual de Agricultura al Director Pueyrredon, en cuya quinta de San Isidro había hecho no pocos experimentos. Asi la estancia San Juan fue adquiriendo un parque magnífico en el cual su hacedor mezclaba los tonos de las hojas de los árboles, armonizando los colores entre las especies autóctonas con el eucalipto recién llegado.

La memoria de Prilidiano Pueyrredon, pasará seguramente en el olvido para los porteños este hombre que trabajó tanto para embellecer esta ciudad; quizás ni lo recuerden en la Residencia de Olivos. Pero a siglo y medio de su muerte sus palabras podrían inscribirse en el mármol de su tumba: “Pueyrredon fue hombre de bien y no manchó el ilustre nombre de sus padres”.

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