El 19 de agosto de 1839 el estado francés compró la patente del daguerrotipo, que es considerado el primer antecedente claro de la fotografía moderna. Louis Daguerre no perdió la oportunidad de patentar el invento con su apellido, basándose en desarrollos que había hecho unos años antes Joseph Nicéphore Niépce, quien se considera el autor de la primera imagen fotográfica.
En enero de ese mismo año Louise Daguerre, además litógrafo y pintor romántico, sorprendió a los miembros de la Academia Francesa de las Ciencias con sus resultados en la fijación de imágenes. Cada ¨foto¨ del daguerrotipo era una imagen única e irrepetible hecha en una lámina de cobre pulida con plata y químicos. Logró retratar calles parisinas, edificios y personas como no pudo hacerlo con un pincel.
Ese 19 de agosto fue tan importante porque Francia no sólo adquirió la patente del daguerrotipo, sino que decidió compartirla con el mundo, para que cualquiera pudiera desarrollar sus propias cámaras de forma gratuita.
Las buenas nuevas de Daguerre llegarían algunos años más tarde a la Argentina. Es recién a partir de 1843 que se comenzaron a obtener las primeras tomas fotográficas locales. Una de las razones pudo haber sido la lejanía geográfica, lo cual hacía menos frecuente los viajes hasta esas tierras y la oportunidad de que fotógrafos o entusiastas de las técnicas del daguerrotipo llegaran hasta allí. Pero, sobre todo, por esos años el puerto de Buenos Aires estaba bloqueado por la armada marina francesa.
Fue en 1843 entonces, que se instaló en Buenos Aires el primer daguerrotipista de la Argentina, John Elliot.
Desde el 16 de Junio de 1843 hasta el 23 de junio de ese mismo año, el librero y litógrafo Gregorio Ibarra publicó en el periódico la Gaceta Mercantil y en el Diario de la Tarde el inicio de sus servicios fotográficos con dos máquinas de daguerrotipo.
El 22 de junio de 1843, John Elliot, puso en marcha la primera galería comercial de servicios de retratos de daguerrotipo en Plaza de Mayo (llamada Plaza de la Victoria en aquellos días), en Los Altos de la Recova Nueva.
El aviso de Elliot decía:
“Retratos de Daguerreotipo”; El Sr. Elliot tiene el honor de anunciar al respetable público de Buenos Aires que acaba de llegar de los Estados Unidos provisto de todas las máquinas perfeccionadas del Daguerreotipo, y se halla en el caso de poder ofrecer sus servicios en el empeño de todo lo correspondiente a ese admirable arte, sacando con suma brevedad y exactitud los retratos de las personas que gusten honrarle con su confianza y tengan a bien concurrir a la Recoba Nueva, en los Altos número 56, Plaza de la Vitoria desde el lunes próximo 26 en que dará principio a sus trabajos”.
Entre 1843 y 1844 mucha gente de las clases económicamente más pudientes se sacaron sus retratos personales o familiares en lo de John Elliot para eternizar su imagen; aunque de todos ellos el más antiguo que se conserva es el del Almirante Guillermo Brown y su esposa Elizabeth Chitty, tomada el 29 de julio de 1844. Brown seguiría documentando la imagen del Almirante en daguerrotipos subsiguientes a lo largo de los años, hasta convertirse en el prócer argentino más fotografiado con la técnica del daguerrotipo entre 1844 y 1875.
Más tarde, entre los años 1855 y 1858, apareció la primera mujer retratista, Antonia Annat de Brunet. Considerada además la primer fotógrafa profesional del país.