Otto Rahn: el desertor que no pudo escapar del nazismo

Otto Rahn, un joven abogado oriundo de Michelstadt, recorrió Francia para redactar su tesis doctoral sobre la herejía cátaro albigense, buscando vestigios de esta secta. Los cátaros se habían establecido en Languedoc en el siglo VI. Este movimiento religioso gnóstico y maniqueo creía en la dualidad divina. Para ellos Dios y Satanás era uno y la única forma de salvación radicaba en el ascetismo. El origen alemán de este grupo -las primeras referencias aluden a un hombre llamado Eckbert von Schönau como uno de sus fundadores- ofrecía una excusa perfecta para el pangermanismo propuesto por algunos jerarcas nazis, necesitados de una base histórica a fin de otorgarle visos de autenticidad a sus creencias.

En Languedoc, Otto Rahn visitó el castillo de Montsegur donde, según la leyenda que se encargó de difundir, los cátaros resistieron el prolongado asedio de las fuerzas cristianas. Conquistado el castillo, 210 personas que se negaron a abjurar de sus creencias fueron quemadas. Inspirado por esta historia, Rahn escribió dos libros, La corte de Lucifer y La cruzada contra el Grial, donde desarrolla su fascinación, entre otros mitos, por la historia del Santo Grial.

Según la tradición, el Santo Grial era la copa utilizada por Cristo en la última cena y en la que José de Arimatea recogió la sangre de Jesús. Desde la Edad Media proliferaron los textos de caballeros en su búsqueda y también aparecieron griales en distintas ciudades como Valencia, Génova, Lugo, Dublin, o Viena. El tema se ha extendido a punto tal de identificar al Grial con la piedra filosofal de los alquimistas y para otros, con la descendencia de Cristo. Según esta leyenda, el Grial sería la sangre del Salvador prolongada en un hijo suyo con María Magdalena, quienes habrían huido a Francia después de la crucifixión y sus descendientes habrían sido los primeros reyes merovingios.

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Otto Rahn (izquierda de la foto), investigando una cueva para buscar una pista del Santo Grial.

Otto Rahn (izquierda de la foto), investigando una cueva para buscar una pista del Santo Grial.

Los textos de Rahn tuvieron un éxito extraordinario y concitaron la atención de Heinrich Luitpold Himmler, un fanático del ocultismo y responsable del Ahnenerbe, institución que estudiaba el legado germano ligado al Völkisch, como se le llamaba al pueblo alemán, a fin de justificar las políticas racistas del régimen.

Himmler estaba tan entusiasmado con estos textos que los distribuyó gratuitamente entre los jerarcas del ejército y la SS. El mismo Hitler tenía una lujosa edición de los libros de Rahn.

En búsqueda de elementos esotéricos para fomentar la ideología de los nacionalsocialistas, Himmler lo invitó a Rahn a formar parte de la SS con la intención de continuar sus investigaciones sobre el Santo Grial, creando expectativas dentro de la corriente del ocultismo nazi que Himmler promovía. A cambio se le ofrecía una buena remuneración.

Aunque Rahn no compartía todas las ideas del nacionalsocialismo no podía negarse a esta propuesta realizada por uno de los hombres más poderosos de Alemania. “De algo hay que vivir”, le escribió a un amigo. Pero tiempo después se dio cuenta de que la SS no era un lugar en el que estaba precisamente cómodo: Rahn no sólo era descendiente de judíos, sino que también era homosexual. Además, el Santo Grial no aparecía en ninguno de los sitios que él había propuesto en sus libros.

En 1936, Rahn fue acusado de haber participado en un confuso episodio estando ebrio, por lo que debió jurar abstenerse de tomar bebidas alcohólicas y fue enviado como vigilante a Dachau donde pudo ser testigo de las aberraciones que se cometían en nombre de la pureza ideológica y racial. “No puedo vivir más en el país en que se ha convertido mi patria”, le escribió un amigo. Su renuncia a la SS fue aceptada, pero no era tan fácil escapar del régimen dados sus antecedentes y el hecho de haberlo deshonrado.

El 13 de marzo de 1939, fecha en la que se conmemoraban las matanzas de los cátaros por no abjurar sus ideas, Otto Rahn ingresó en el Tirol Austríaco. Unas horas más tarde su cuerpo fue hallado en la montaña. A su lado había dos frascos de medicamentos vacíos. Si fue un suicidio o un asesinato, nunca se sabrá. Lo cierto es que así culminaba el pacto entre Otto Rahn y Lucifer. Sin embargo, tiempo después, los medios de propaganda nazi anunciaron “la muerte de nuestro compañero, un SS decente y escritor notable de trabajos de investigación histórica”.

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