Mussolini pensaba que el nazismo estaba “contra todo y contra todos”, no compartía el antisemitismo de los nazis (en el origen del fascismo italiano había judíos) y tampoco su ambición de destruir a los “pueblos inferiores”. Sin embargo, imperialista al fin, Mussolini unió su suerte a la de Hitler.
Alemania había roto en marzo los acuerdos de Versailles y de Locarno al ocupar Renania (ni Francia ni Gran Bretaña hicieron nada al respecto); Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizar de nuevo sus Fuerzas Armadas y reimplantar el servicio militar, puso a prueba su nuevo armamento durante la Guerra Civil Española, en la que participó en defensa de los militares franquistas junto con las tropas italianas de Mussolini, que se arrimaron a dar una mano después de haber conquistado Etiopía.
La decisión de Mussolini fue estrictamente pragmática. La aventura italiana en Abisinia (Etiopía) se consolidó en mayo de 1936 con la victoria de Italia sobre el antiguo reino africano, el rey Vittorio Emanuele III fue nombrado Emperador y Mussolini proclamó el Imperio Italiano, pero las relaciones de Italia con Francia y Gran Bretaña quedaron gravemente afectadas, sin posibilidad de reconciliación. Así las cosas, Mussolini terminó aceptando como aliado a alguien que lo admiraba y que hasta le había copiado el saludo fascista: Adolf Hitler.
Hitler conseguía lo que quería, y ahora quería Austria. La única contra que tenía para concretar su deseo era Italia. Si a pesar de la protección italiana los alemanes invadían Austria, Italia tendría que elegir entre la guerra contra Alemania o una alianza obligada y por tanto desventajosa, así que era mejor llegar a un entendimiento antes de que eso sucediera; además, Hitler había apoyado a Mussolini en la cuestión de Etiopía.
Conclusión: el 1 de noviembre Italia y Alemania firmaron un acuerdo en el que Alemania recibía concesiones económicas en Etiopía y se afirmaban políticas comunes respecto a España, los países del Danubio, la Unión Soviética y la Sociedad de las Naciones. Mussolini llamó a esta alianza el “Eje Roma-Berlín”.
El 25 de noviembre de 1936 Alemania firmó además el Pacto Anti-Komintern con Japón, pacto que implicaba una ayuda mutua contra los soviéticos. Finalmente, en noviembre de 1937, Italia puso su firma también en ese pacto, comenzando a delinear el Eje Roma-Berlín-Tokio. ¡Ah! Un poco antes, en agosto de 1937, Hitler firmaba también un pacto de no agresión con Stalin, para poder invadir Polonia tranquilo; es decir, tenía firmados a la vez un pacto con URSS y otro, con Japón e Italia, en contra de la URSS. Es como apostar a negro y rojo a la vez; la cuestión era estar cubierto por si las moscas.
Los militares japoneses (imponiendo una especie de totalitarismo de características similares al fascismo entre sus filas) se habían anticipado a Hitler a la hora de desmantelar la situación mundial. Se habían apoderado de Manchuria en 1931, donde constituyeron el Estado de Manchukuo en 1932, y ocuparon los principales puertos de China entre 1937 y 1938..
Finalmente, el 27 de septiembre de 1940, Alemania, Italia y Japón firmaron el Pacto Tripartito, conocido como la alianza del Eje, dando conformación definitiva al Eje Roma-Berlín-Tokio. Se había formado el frente que combatiría a los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Alemania, Italia y Japón tenían dos intereses en común: uno era la expansión territorial y la fundación de imperios mediante la conquista militar, terminando con el orden internacional posterior a la Primera Guerra Mundial; el otro era la destrucción de la neutralidad del comunismo soviético.
Después de unirse Alemania, Italia y Japón, fueron llegando los amigotes: Hungría se unió al Eje el 20 de noviembre de 1940 y Rumania lo hizo el unos días después, al igual que Eslovaquia, que dependía política y económicamente de Alemania para existir como estado “independiente”. Bulgaria también se unió al Eje a principios de marzo de 1941, y Yugoslavia lo hizo hacia fines del mismo mes. Dos días después de firmar Yugoslavia, las autoridades militares serbias (los serbios, incorregibles, siempre haciendo lío) derrocaron al gobierno (su gobierno) que había firmado el Pacto Tripartito. Después de que las fuerzas del Eje invadieron y desmembraron Yugoslavia en abril, el llamado Estado Independiente de Croacia (recién establecido, con Ante Pavelic a la cabeza) también se unió al Eje, en junio de 1941. Cuatro días después de que el Eje comenzara la invasión de la URSS, el 26 de junio de 1941, Finlandia, que no había firmado el pacto, ingresó también a la guerra contra la URSS como un “cobeligerante” (y, no se la iba a perder…).
Dinamarca, Finlandia, España y los Gobiernos pro-japoneses de Manchukuo y Nanjing de China se adhirieron al bloque como partidarios del Pacto Anti-Komintern.
El Eje se disolvió oficialmente el 8 de mayo de 1945 cuando los aliados ratificaron la rendición incondicional de Alemania.