Virginia Bolten era hija de un alemán que se había instalado en San Luis huyendo del régimen militarista de su país. Consiguió trabajo en una estancia propiedad de la familia Sánchez. Se enamoró de Dominga Sánchez, la hija del estanciero. Se casaron y tuvieron cuatro hijos: Dominga, Enrique, Virginia y Manuel. Cuando los hijos fueron adolescentes, el matrimonio decidió separarse. Partieron cada uno de la estancia, dejando a sus cuatro hijos solos en el campo.
Al poco tiempo Virginia comenzó a trabajar en una fábrica de zapatos, y luego en la Refinería Argentina de Azúcar, que en ese momento era la empresa más grande del rubro en Sudamérica, con una poderosa clase obrera, organizaciones gremiales y sindicales. Virginia allí observó las pésimas condiciones laborales en la que se encontraban las mujeres.
En 1896 funda el periódico “La Voz de la Mujer”, pionero en su carácter anarquista y feminista en Argentina. Se publicaron pocos números, difundidos casi clandestinamente; en sus páginas se reivindicaba los derechos de las mujeres, en lo laboral, lo religioso, lo social y en lo familiar, considerando explotadores también a los maridos.
En 1903, el Sindicato Portuario celebra sus dos años de existencia y realiza un acto en el Teatro San Martín. Hablan figuras encumbradas anarquistas, entre ellos, Virginia Bolten. Para 1904, Virginia se traslada a Buenos Aires y forma parte del Comité de Huelga Femenino en el movimiento sindical que, organizado por la Federación Obrera Argentina, moviliza a los trabajadores del Mercado de Frutos porteño.
En 1907 organiza el “Centro Femenino Anarquista” junto a María Collazo y Juana Rouco Buela. Ese mismo año, las tres participaron en la huelga de inquilinos; por este hecho fueron expulsadas de Argentina, aplicándoseles la Ley de Residencia, con la cual se podía expulsar a los inmigrantes sin juicio previo (derogada en 1958). A partir de ahí, Virginia y Maria Collazo vivieron en Montevideo de forma definitiva. En esta ciudad colaboraron con el periódico anarcofeminista “La Nueva Senda”, dirigido por Juana Rouco Buela.
La casa de Virginia en Montevideo se convierte en una base operativa de las vanguardias libertarias deportadas de Argentina. Juana Rouco Buela, en su obra autobiográfica “Historia de un ideal vivido por una mujer”, rememora los esfuerzos y la tenacidad de Virginia Bolten en propagar el ideario anarquista entre los obreros orientales.
A causa de su arrolladora actividad, comienza a peligrar su salud. Los compañeros del grupo filo dramático “Germinal” convocan a todos los grupos libertarios y sociedades obreras para realizar una función a beneficio de su persona.
Lamentablemente, se ha perdido el último tramo de la vida de Virginia. De su trayectoria han quedado los testimonios recogidos por los periódicos La Protesta Humana y La Protesta y, en especial, la publicación La Voz de la Mujer (1896-1897), que se convierte en el primer manifiesto libertario dirigido por mujeres para mujeres, siendo sostenido económicamente con el aporte de su trabajo como operadora de calzado.
Virginia Bolten murió a los 90 años en 1960, en el barrio Manga de Montevideo.