Él se llamó a sí mismo “Tondichter” (compositor) o “Klangditcher” (poeta del sonido). Su música refleja la creencia en el dominio del espíritu individualista; enfatizó la expresión personal y su concepción de la música por encima de las formas tradicionales, y abrió el camino que llevaría a la transición entre la era clásica y la posterior era romántica de la música. La música de Beethoven abarca todo tipo de emociones: desde la melancolía más deprimente hasta la celebración más alegre, desde la pena de un piano que llora hasta la imponencia de una sinfonía atronadora. Beethoven nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770. Fue el segundo de siete hermanos (de los que sobrevivieron tres). Como casi todo genio, mostró talento desde muy joven, lo que llevó al organista de la corte de Bonn, C. Gottlob Neefe, a darle sus primeras lecciones de música. Ludwig pronto empezó a ejercer como su ayudante, y a los 16 años fue por primera vez a Viena a continuar sus estudios. En esta etapa estudió brevemente con Mozart (éramos pocos y encima se juntaron estos dos…), pero volvió pronto al enterarse de que su madre (María Magdalena Keverich van Beethoven) estaba muriendo, lo que finalmente ocurrió a mediados de 1787.
Impresionado por su música, Haydn lo invita a estudiar a Viena, donde se instala en 1792. Es introducido rápidamente en los círculos aristocráticos, en los que la belleza de su música y su virtuosismo interpretativo le hacen conseguir muchos mecenas, con los que se llevaría bien (pocos), regular y mal (varios). En 1802 se da cuenta de su progresiva sordera, producida por una otosclerosis. Es un duro golpe para él, y la mantiene en secreto durante mucho tiempo. Los primeros en enterarse son sus contactos más lejanos: sus amigos de Bonn, a quienes les escribe dramáticas cartas contándoles su infelicidad y desesperación.
Determinado a afrontar su destino, vive un período de creatividad sin precedentes que lo lleva a componer muchas de sus obras más célebres. Hacia 1812 su sordera termina causándole finalmente un aislamiento casi completo del entorno social. Durante sus últimos años, ya resignado, compone su música más exaltada pero también más espiritual. Su muerte causó una gran conmoción y fue lamentada por toda Viena. Debido a su condición, Beethoven libró verdaderas “batallas” para componer y algunas de sus obras le llevaron años de gestación. Eso sí: una vez terminadas, la mayoría de ellas se convertía en un éxito inmediato, sin distinción de clases o elites culturales. Aunque su producción suele dividirse en tres períodos, la realidad es que debería considerarse también un cuarto período, antes de su llegada a Viena, ya que para entonces ya había compuesto algunas obras vocales y de cámara y algunas variaciones para piano muy buenas; estas primeras obras están catalogadas como “WoO” (“Werke ohne Opus”, obras sin opus).
Su temprana reputación y su fama se basan en su fenomenal capacidad de improvisación al piano, y el mismísimo W.A.Mozart dijo de él, al escucharlo a los 17 años: “vigílale: algún día el mundo hablará de él”. Su período “temprano” empieza después de su llegada a Viena en 1792. Allí asimila y comienza a transformar el concepto de “sonata”, agregándole una dinámica y creatividad hasta entonces inusitada, sin perder el equilibrio de dicha forma compositiva. Explora nuevas ideas musicales, agrega un movimiento más a los tres habituales y sus obras para piano solista adquieren una celebridad notable. Buscando superarse a sí mismo permanentemente, sus obras son cada vez más expresivas, destacándose en este período los cuartetos para cuerda Op. 18, tres conciertos para piano, sus dos primeras sinfonías y las sonatas “Claro de Luna” y “Patética”, quizá su primera obra maestra, escrita entre 1798 y 1799.
El período “medio” de Beethoven comienza en 1803, el año posterior al descubrimiento de su creciente sordera. Ludwig piensa hasta en suicidarse debido a su afección, pero termina rechazando esa idea y decide ofrecer al mundo “toda la música que me queda dentro” (buena decisión, al parecer…). Desde entonces, su música adopta un estilo “heroico” (un calificativo alejado de lo musical, quizá, pero más que expresivo) cuyo registro y potencia marcan un hito en la historia de la música. Su primera obra en este estilo es la sinfonía épica “Heroica” (su tercera sinfonía), en la que se revela el nuevo estilo sinfónico (duraba 50 minutos y era la sinfonía más larga escrita hasta entonces). Este período resulta altamente productivo; compone conciertos para piano, para violín, música coral, en 1805 se estrena su ópera “Fidelio”, en 1806 termina su 4ta sinfonía, 1808 termina sus sinfonías 5ta y 6ta (“Pastoral”), en 1809 el concierto para piano “Emperador”. y en 1812 termina las sinfonías 7ma y 8va.
Su creciente paso a una sordera definitiva marca el comienzo de su período “tardío”: en 1813, Beethoven ya explora métodos diferentes de expresarse, inclinándose a veces por el lirismo y lo oscuro. Crece su preferencia por las variaciones y las fugas (las “Variaciones Diabelli” son una muestra de ello) y experimenta aún más con las formas de sonata; en este período compone tres sonatas para piano especialmente expresivas y profundas. Compone la “Misa solemne” y en 1824 termina su 9na sinfonía, “Coral”, obras estas absolutamente innovadoras.
Beethoven muere el 26 de marzo de 1827 en Viena. Las causas de su muerte no están claramente determinadas. Se cree que el exceso de plomo en los medicamentos que ingería debido a una afección pulmonar pudo tener mucho que ver; además, Beethoven padecía una insuficiencia hepática que lo llevó a una hidropesía (acumulación de líquido en el peritoneo)..
Su muerte causó una verdadera conmoción y a su entierro concurrieron más de diez mil personas. En su escritorio de trabajo, se encontró el Testamento de Heiligenstadt, redactado en 1802, en el que Beethoven explica a sus hermanos las razones de su profunda amargura. También se encontró una desgarradora carta de amor dirigida a su “amada inmortal” (¿Josephine Brunswick? ¿Antonie Brentano?… Lo sabría él, seguramente).
Irascible, de pocas pulgas, capaz de interrumpir un concierto si escuchaba ruidos molestos, vivía con dolor de estómago, se peleó con su cuñada por la tenencia de su sobrino luego de la muerte de su hermano Kaspar Karl, se enamoró de una viuda de la alta sociedad, fue correspondido pero las convenciones sociales hicieron que su relación no se formalizara, no era dócil ante la autoridad, tuvo problemas económicos, detestaba las diferencias de clases de la época, tenía creencias religiosas poco ortodoxas, tenía momentos explosivos de enojo. Y tenía amigos. Los de su infancia y su adolescencia en Bonn, sobre todo. Y los de sus años jóvenes en Viena. Ellos lo conocían más que nadie, lo ayudaban, lo consolaban, lo comprendían. Ludwig van Beethoven fue un genio. Inmortal, como todos los genios.