Los dedos en V tienen una larga y cambiante historia a lo largo del tiempo y las geografías. Si bien existe iconografía católica que muestra a Cristo con los dedos en V, la primera vez que se registra su uso fue cuando Enrique V, al frente de un maltrecho ejército de ingleses, se impuso a lo más granado de las tropas francesas logrando capturar al Rey francés. Carlos IV, el monarca galo, había fanfarroneado ante todo el mundo que, una vez derrotado su enemigo, les haría cortar los dedos índices y mayor a todos los arqueros ingleses.
Sin embargo lograron derrotar a la caballería gala, ocasionando una gran matanza y capturando a lo más aristocrático de la nobleza franca. Al finalizar esta batalla, los soldados ingleses exhibían ante los cautivos franceses sus dedos indemnes. Como la mayor parte de ellos eran iletrados, no sabían que esa V era el inicio de la palabra victoria que habían coronado gracias a su habilidad con el arco y la flecha.
De allí en más, los dos dedos en V han adquirido distinto significado en diferentes partes del mundo. Desde un insulto en Australia y otros países de habla inglesa, hasta su significado político en Argentina y Estados Unidos. La V fue popularizada por Sir Winston Churchill después de la derrota de los nazis en Stalingrado. Esta victoria aliada impedía el avance alemán hacia los campos petroleros rusos.
El déficit energético de Alemania haría que sus ejércitos viesen limitada su actividad. La victoria estaba asegurada, y Churchill trasmitió ese sentimiento triunfal con sus célebres dos dedos en V. Cuando comenzó a popularizar el gesto lo hacía con la palma hacia si mismo (palm back V sign), lo que constituía un insulto para las clases más populares. ¿Lo hacía apropósito? ¿Lo usaba como una burla a sus enemigos, tal cual lo habían realizado sus ancestros en la batalla de Azincourt?
El exministro de Justicia belga Victor de Laveleye también sugirió a sus compatriotas adoptar la V de victoria como emblema de resistencia. Los muros de Bruselas se llenaron de V durante la ocupación nazi.
Hay versiones que señalan un origen más oscuro, de trasfondo místico, atribuido a uno de los personajes más curiosos del siglo XX, Aleister Crowley, también conocido como “La Bestia 666”. Este anarquista esotérico, quien con los años sería un símbolo de la contracultura pop, le habría recomendado a Churchill que hiciera esta V como una clave secreta para atraer la victoria, ya que estaba convencido que la V trabaría las astas de la esvástica, asegurando el triunfo aliado.
Si Churchill creía la versión esotérica de Crowley en su fuero más intimo, nunca lo sabremos, pero si ese era el precio que debía pagar por el triunfo, seguramente asumió el costo con gusto y paso a la inmortalidad luciendo sus dos dedos en V.
Douglas Richtie, el director de la BBC durante la guerra, también configuró una V sonora para sus emisiones. A tal fin la adoptó en código Morse -tres puntos y una línea- para iniciar sus transmisiones al exterior. A tal fin adoptó las notas iniciales de la Quinta Sinfonía de Beethoven, más conocida como “el destino tocando la puerta”. Lo curioso de esta decisión es que la música del genial compositor alemán permaneció casi desconocida para todo el mundo.
Desde 1942 hasta que dio su último discurso en 1969, Charles de Gaulle terminaba sus disertaciones con los dos dedos en V. Eisenhower, y después su yerno Richard Nixon, también lo adoptaron en sus actos proselitistas. Trudeau, en Canadá, también lo ha usado.
Como decíamos, los dedos en V fueron adoptados a instancia de Crowley por grupos contraculturales como símbolo del movimiento pacifista de los años 70.
Hay otras variables de los dedos que también fueron adoptadas como símbolo político: La L de Corazón Aquino en Filipinas y los triángulos con las dos manos levantadas gestadas durante el Congreso de París de 1971, para reivindicar el poder femenino.
En Argentino, durante el exilio de Juan Domingo Perón sus seguidores pintaban la V como símbolo de la vuelta del expresidente y más tarde unido a la P para instar a votar por el General. La forma se popularizó durante los gobiernos peronistas y, sobretodo, durante el Kirchnerismo.
Pero la V también llegó a la gran pantalla: en la película de James McTeigue “V de venganza”, el símbolo adquiere un nuevo significado junto a la máscara de Guy Fawkes, aquel que trató de hacer estallar el Parlamento del Reino Unido durante el año 1605 en tiempos de James I.
La máscara popularizada por la película fue diseñada por el ilustrador David Lloyd y se ha generalizado su uso en protestas antigubernamentales, anti-sistema, y especialmente por los Hacktivistas Anonimous, no solo en Inglaterra sino en varias naciones, desde Turquía a Brasil, pasando por Venezuela, Guatemala y Perú, revitalizando la figura de Guy Fawkes en la lucha contra la tiranía y la opresión.
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Nota publicada originalmente en Clarín.com