Su elección de vivir (y morir) en Buenos Aires no era azarosa, tenía inmensas inversiones en el país que incluían la Compañía Hispano Americana de Electricidad, empresa que desde 1907 proveía de energía a la Argentina.
En 1930 la CHADE se hizo famosa, no por la calidad de sus servicios, sino por el escándalo de corrupción que llegó a las más altas esferas.
La empresa originalmente había pertenecido a capitales alemanes pero después de la guerra fue adquirida por un holding belga llamada Sofina. A pesar de que solo el 20% eran capitales españoles, la figura de Francisco Cambó tenía suficiente peso político para controlar la empresa en Argentina donde además monopolizaba el servicio de trenes y subterráneos.
Cambó y Battle era un firme defensor del catalanismo, circunstancia que no le impidió ser ministro de Hacienda de Alfonso XIII y diputado de las cortes republicanas.
Su amplia red de negocios lo había convertido en multimillonario que también invertía en obras de arte acumulando tesoros artísticos que fueron donados al Prado y al MNAC de Barcelona. A Buenos Aires trajo parte de esta colección, que ocasionaría después de su muerte un conflicto de ribetes internacionales.
Volviendo al CHADE porteño, durante la presidencia de Cambó la empresa recurrió constantemente al soborno de funcionarios y políticos para mantener sus prerrogativas. El escándalo rozó al intendente, Mariano de Vedia y Mitre, al presidente Agustín Pedro Justo y al Dr. Alvear. La intención de sostener económicamente la campaña presidencial de Don Marcelo derivó en un conflicto dentro del radicalismo. Cuando un muy joven Arturo Frondizi le recriminó esta actitud, Don Marcelo le retrucó con un contundente “Y quien va a pagar la campaña ¿Acaso usted?”
La política del CHADE, que favorecía el uso de combustibles fósiles para producir electricidad atrasó, exprofeso la proliferación de centrales hidroeléctricas para generar energía en el país. A tal fin, habían construido la inmensa usina de Puerto Nuevo, ubicada sobre terreno ganado al Río de la Plata para facilitar la descarga de carbón traído de Inglaterra (los terrenos habían sido cedidos gratuitamente por la Municipalidad).
En 1932 las denuncias de estas y otras irregularidades pusieron en evidencia los manejos de la empresa. Cuando se intentó sancionar al CHADE, el intendente Vedia y Mitre con el apoyo comprado de muchos ediles, anuló las sanciones aplicadas y prolongó por 25 años las concesiones.
Muerto Cambó en 1947, existió la intención de llevar los cuadros del empresario a España, circunstancia a la que se opuso el gobierno del presidente Perón. La colección incluía cuadros de Rubens, Tintoretto y Tiziano.
Si bien se especula que en la Argentina quería nacionalizar este patrimonio artístico, estaba en curso una investigación del gobierno norteamericano que sospechaba que estas obras habían sido robadas a familias judías durante la guerra. Más tarde se demostró que no era así.
Ante la restricción de sacar las obras de Argentina, el embajador del régimen franquista en Buenos Aires, Manuel Aznar (abuelo de José María), saltándose la prohibición, transportó personalmente los cuadros hasta la sede diplomática y los embarcó ilegalmente con rumbo a España.
Al enterarse de este hecho, Aznar fue expulsado de Argentina pero los cuadros, para entonces, ya estaban en Madrid. El cuerpo de Cambó también fue trasladado a España y enterrado en Barcelona, el general Perón no quería profundizar el conflicto con la madre patria y el asunto prontamente quedó en el olvido.
