Lena Horne fue una actriz electrizante, que rompió los límites raciales cambiando la forma en que Hollywood presentaba a las mujeres negras. Tuvo una larga carrera cantando y actuando en los escenarios, la televisión y el cine. Murió el 9 de mayo de hace siete años en un hospital de Nueva York. Su recuerdo va más allá de su talento de inolvidable artista porque fue activista feroz y valiente por los derechos civiles.
En los 50, se posicionó en el enfrentamiento racial, después de muchas heridas privadas y humillaciones públicas, Durante años, las tapó. Pero finalmente la rabia la hizo militante. Su fuerza era la misma en escena, y demostraba en canciones como Love Me or leave Me logrando un clímax con el público. Representaba Stormy Weather y la cantaba como si nunca lo hubiera hecho antes.
Horne daba rienda suelta a sonidos que más que de su garganta salían del estómago con intensidad casi primitiva. En escena moviéndose suavemente dejaba que las palabras cayeran como un torrente y al recitar “está lloviendo todo el tiempo” acababa empapada de sudor y lágrimas.
A los catorce años ya estaba bailando en el Cotton Club de Nueva York. Mitad afroamericana y india estadounidense, la infancia de Lorne estuvo marcada por el divorcio de sus padres a los dos años de edad. Descendía de clase media acomodada, su abuelo fue un inventor y un familiar fue asesor del presidente Roosevelt.
Horne estuvo en el mundo del espectáculo durante casi cinco décadas y gracias a ella las artistas de color pasaron a ser visibles tal y como hoy se vive en la canción y el cine actual.
Durante muchos años se le negó una habitación en los mismos hoteles en los que trabajaba como estrella. Y se la invitaba a las fiestas de Hollywood disimulando la invitación con una actuación para la cena. Los dueños de los locales de la época le sugirieron que se inventara un nombre español y tratara de pasar por cantante latina. El mayor castigo lo recibió por casarse con un hombre blanco y judío, el compositor Lennie Hayton, con el que vivió una vida de lujo “blanca” por lo que se sintió culpable.
Nació en un mundo cerrado de clase media negra, pertenecía a una de las “buenas familias” de Brooklyn. Sus amigos negros -no se le permitía jugar con niños blancos- y casi todos ellos asistían a la escuela de baile. La madre de su padre, que era activista en la NAACP y una feminista temprana, le dio un consejo duradero.”Mirarás a la gente a los ojos, hablarás altiva y nunca dejarás que nadie te vea llorar”.
Cuando sus padres se separaron, la seguridad de Brooklyn pronto quedó atrás. Su madre, una aspirante a actriz, partió en busca de trabajo y Lena vivió en varias familias, hasta acaba viviendo con su abuela. No solo se trataba de una vida descolocada, con una inmensa soledad, lo que hizo que tuviera la sensación de ser siempre una extraña.
Considerada una de las mujeres más bellas del mundo, llamó la atención de Hollywood en 1942. Fue la primera mujer de color en firmar un contrato significativo a largo plazo con un estudio importante, una de las cláusulas especificaba claramente que nunca tendría que interpretar a una criada.
En los últimos años Lena Horne tuvo la vida que siempre quiso, vivía en el famoso edifico Apthorp, en la mejor zona de Nueva York, tuvo una hija casada con el director de cine Sidney Lumet y se sentía querida.
El documental Lena Horne, realizado a lo largo de nueve meses y con materiales de archivo nunca visto, ofrece una mirada en profundidad de la cantante y actriz desde su debut a los 16 en el Cotton Club en Harlem a su gran papel protagonista en la película de 1943 Stormy Weather (1943) y Till the Clouds Roll By (1946). Trabajó con los más grandes, de Vicente Minnelli a Cole Porter y su última aparición fue en The Wiz junto a Michael Jackson y Diana Ross. Tuvo tres Grammy’s, Tony’s y estrella en el paseo de Hollywood.