Lalo Schifrin y su misión posible

Misión: imposible, así se llama la mecha que encendió la carrera de Lalo Schifrin hace más de 50 años. La aventura del músico argentino se emprendió en una partitura y empezó, la mecha, en 1966 con la primera serie de la saga mundialmente famosa, y con una música que suena en los oídos de cualquiera que escuche ese título.

Cuesta pensar que aquel repiqueteo en ritmo irregular sobre las notas graves del piano que dieron comienzo a la música de Misión: imposible no fueron escritas frente a un piano. Cruzaron como un refucilo por la cabeza del compositor y llegaron directamente al papel, un ejercicio que ahora, siendo un hombre octogenario, sigue practicando.

Hace también más de medio siglo que Lalo Schifin, hoy con casi 88 años, está radicado en Estados Unidos. Allí atraviesa la cuarentena, pero no le preocupa demasiado el encierro porque en su casa tiene todo lo que necesita: “Un estudio muy grande”, dice a La Nación, con un timbre de voz que con el paso de los años se ha vuelto borgeano. “Tengo todo aquí. Asistentes, tengo una secretaria y un escritorio muy lindo para escribir. Porque no uso mucho el piano”.

La casa, la que tiene el estudio inmenso, la de Beverly Hills, la que lo acoge en un Estados Unidos pandémico, también tiene su historia. Antes de ser de Lalo perteneció a Groucho Marx.

“Recién cuando la compré me dijeron que había sido la primera casa de Groucho aquí. En un momento comencé a hacer giras dirigiendo orquestas, con un programa que se llamó Jazz Meets Symphony. Con mi mujer tuvimos un hijo y como no lo podíamos llevar a una gira, mi suegra vino de Oklahoma a cuidarlo. Cuando volvimos nos dijo que había ido a nuestra casa Groucho Marx, porque quería visitar su antigua casa. Pero no lo dejó entrar. Aunque luego visitó la casa y me habló de sus hermanos. Una casa grande, con varias habitaciones”.

Con Groucho, Lalo frecuentó una reunión con actores y guionistas, celebridades de la época. Noche que al día de hoy, con un largo camino recorrido en ambientes como ese, describe como impresionante. “Cuando nos íbamos le dije que la habíamos pasado muy bien. Y él me dijo que yo era fácil de entretener”, se ríe.

Los inicios del pianista

En la década de 1950, cuando el célebre trompetista de jazz Dizzy Gillespie visitó la Argentina, conoció al veinteañero Schifrin y le propuso que escribiera una suite (a la que llamó Gillespiana) y que fuera a Estados Unidos para trabajar con él. Cosa que hizo, entre 1960 y 1962. Schifrin vio que allí estaría su destino, pero con algunos cambios de viento que luego lo llevaron desde aquel primer desembarco, en Nueva York, hacia la costa oeste. La música para las series de TV y para el cine (la mencionada Misión: imposible, Mannix, Starsky & Hutch, The Cincinnati Kid, Bullitt, Harry el sucio o Tango, de Saura) fue su campo de acción, que también le dejó tiempo para escribir música de cámara y sinfónica.

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Clint Eastwood fue el encargado de entregarle el Oscar honorífico al compositor argentino Lalo Schifrin
Clint Eastwood fue el encargado de entregarle el Oscar honorífico al compositor argentino Lalo Schifrin

Misión: imposible hizo de este músico una celebridad. Por su vida pasaron personalidades como Groucho Marx y el creador de la música de La Guerra de las galaxias, su amigo, John Williams. Los recuerdos de infancia y juventud en Buenos Aires. El estudio, en Argentina, de la mano de Juan Carlos Paz, y en París, a principios de los cincuenta, cuando tomaba clases con figuras como Olivier Messiaen.

Si piensa en sus inicios, Lalo no desmerece sus orígenes y se remonta a su país natal, el que dejó antes de sus 30 años por la música, por triunfar y vivir de su pasión. “Argentina fue el puntapié inicial. No solo nací allá. Es donde tuve mi educación. Una buena primaria, después el Colegio Nacional Buenos Aires. De ahí hice cuatro años de derecho hasta que gané una beca para estudiar en el Conservatorio de París. No me recibí”. A los 32 escribió la música que lo hizo trascender, para Misión: imposible, una de la que ahora hasta le solicitan para orquestas, como la Sinfónica de Chicago dirigida por Ricardo Mutti.

La música clásica viene de herencia. Su padre, Luis, fue primer violín de la Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón. Su primera educación, cuenta, fue “muy clásica”, con el maestro Enrique Barenboim. En la adolescencia fue por los discos de jazz, una rebeldía porque a su padre no le gustaba. Después de Enrique le recomendaron a Andreas Karalis, que había sido director del conservatorio de Kiev. “No era fácil ser alumno de este maestro porque tuve que dar un examen antes para que me aceptara. En el fondo, creo que fue más difícil ese examen que el que di para la beca en el Conservatorio de París”.

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Los recuerdos se mantienen vivos, la celebración y los reconocimientos también. Tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Obtuvo cuatro premios Grammy y un Premio Max Steiner de música para cine. En noviembre de 2016 fue nombrado por el Ministerio de Cultura de Francia Commandeur des Arts et des Lettres y recientemente pasó a integrar el Comité de Honor de la Union des Compositeurs de Musiques de Films (UCMF) junto a colegas como Ennio Morricone, Jean-Michel Jarre y el pianista Jean-Michel Bernard.

Si hoy hace una retrospectiva a su vida Lalo, el músico argentino que triunfó en el mundo armado con partituras y un piano, dice que si pudiera aspirar a más, solo pediría más tiempo. ¿Para qué? “Para seguir escribiendo música”.

Premios

Un camino de talento y gloria

Además de haber sido nominado varias veces por la Academia del Cine de Hollywood, en 2018 recibió un Oscar honorario por su trayectoria, de manos de Clint Eastwood. También en los Estados Unidos, a principios de este año, le hicieron un concierto de homenaje (Jazz Across The Americas: Argentina – A Tribute To Lalo Schifrin), a instancias del pianista y compositor Arturo O’Farrill y con la participación de varios argentinos, como Pablo Aslán, Leo Genovese, Sofía Rei y Gabriel Senanes, entre otros. Aunque no tiene la misma intensidad, en los últimos años recibió varios pedidos, como el del director Riccardo Muti, que le comisionó una obra orquestal para la Sinfónica de Chicago y un nuevo arreglo, también para orquesta, de su mayor éxito.

TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN https://www.elpais.com.uy/domingo/lalo-schifrin-mision-posible.html

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