Las estrellas nunca mueren

Muchas veces los productores se ven obligados a mantener extras en reserva por si el cachorro crece más allá de lo conveniente. Por tal razón, para la filmación de “101 dálmatas”, de “La noche de las narices frías”, se necesitaron 303 ejemplares, a fin de que no madurasen a ojos vistas del espectador. Lo mismo pasó cuando se filmó “Beethoven 2”, en 1993, ya que se necesitó una docena de cachorros para filmar a los hijos del San Bernardo con nombre de músico. Para “Un largo camino a casa”, el rol de Yellow fue ejecutado por cuatro perros labradores. El que hizo la mayor parte del trabajo fue uno llamado Dakota.

Tampoco existió una sola Lassie ya que fueron varias las actrices comprometidas, perdón, los actores, porque en realidad, ¡Lassie era macho! Para la primera película “Lassie come home” (1943), un drama donde una familia en desgracia se ve obligada a vender a su collie, que después de varias aventuras vuelve para alegría del jovencito de la familia, se usó un perro llamado Pal. Afortunadamente el largo de sus cabellos cubría sus atributos masculinos. De allí en más todas las Lassie fueron varoncitos.

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También varoncito era el pastor alemán que filmó “K.9”, en 1989. Éste era un verdadero perro de policía llamado “Jerry Lee” que trabajaba para la policía de Kansas. A pesar del éxito cinematográfico, nunca se retiró de la policía. Poco tiempo después de dejar los sets, descubrió una partida de cocaína por un valor de 1.200.000 de dólares.

El que tampoco se pudo retirar fue “Higgins”, el actor de Benji. Resulta que Higgins ya era un viejo actor de las series de TV, cuando con 15 años a cuesta debió volver a los sets para filmar el que sería su papel estelar. El reemplazante de Higgins/Benji fue una de sus hijas.

Irremplazable fue Mutt, el perro que acompañó a Chaplin en “Vida de perros”, filmada en 1918, bajo el nombre de Scraps. Este perro pasó de cachorro a adulto frente a las cámaras porque la producción no pudo conseguir un perro igual. A medida que iba creciendo, Chaplin, que hacía a las veces de director, debió usar todos los trucos técnicos que conocía –cámara reductora, ángulos especiales, etc.– para minimizar al artista perruno, inmortalidazado en la legendaria foto con Charlotte.

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Al que de ninguna manera se pudo minimizar fue a Toto, el terrier actor de “El Mago de OZ” que condujo a Judy Garland por las tierras del hechicero. Como hecho curioso, a Toto se le atribuye una autobiografía “Yo, Toto”. Su prestigio era tal, que su cachet fue muy superior al de varios de sus compañeros de cartelera.

 

TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO: Animalitos de Dios

 

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