La tumba de Fulgencio Batista está en el cementerio de San Isidro, Madrid, España. Fue el último presidente de Cuba antes de la era Fidel Castro y el primero del largo reinado de holguineros en el gobierno de la isla –desde 1952 hasta 2017 el destino cubano estuvo a cargo de personas oriundas de la provincia de Holguín- y nótese que no digo presidentes, debido a dos o tres interrupciones no muy importantes.
Hablamos entonces, de la misma zona pues Holguín no fue declarada provincia hasta 1976. Ante la inminente victoria del ejército encabezado por Fidel Castro, Fulgencio Batista decide abandonar el país y lo planifica muy bien; pese a haber enviado a sus hijos al extranjero, el día 29, pocos fueron los que se percataron antes de la madrugada del 1ro de enero, de cuáles eran los planes del General.
Programa incluso una importante reunión para el día 2 de enero, sabiendo que no iba a estar presente. Es conocido y hasta irónico el mensaje –Salud. Salud- dado al pueblo cubano justo a las doce de la noche, una hora antes de emprender la huida.
El 17 de diciembre del año 1959 Batista se reúne en su finca Cuquine con el embajador norteamericano Earl Smith. A partir de ese momento el presidente de Cuba toma conciencia de que la batalla contra los rebeldes está perdida, al menos para él, y decide abandonar el país.
Muy pocas personas tienen una vaga idea de cómo un hombre nacido en provincias, de raza en entredicho, sin méritos militares, sin estudios ni padrinos llegó a ser presidente de la república. Es una biografía a todas luces pervertida por el tiempo y su propia actuación de dictador golpista y que resulta amenazante a la concepción actual de la historia cubana. Su vida está a medias oculta porque el espíritu maquiavélico de la historia está prohibido dentro del proceso revolucionario. A Fulgencio Batista tal vez un día se le estudie con más detenimiento.
Sí se ha escrito mucho sobre la fuga de Fulgencio Batista, sobre la cantidad de dinero que se llevó. Unos hablan de poco más de cien millones y otros de hasta trescientos. En verdad la suma tuvo que ser bastante abultada, puesto que no sólo él sacó dinero. Incluso antes del Golpe de Estado que lo había puesto en el poder ocho años antes, ya Batista tenía propiedades en México, Estados Unidos y España. Propiedades que nadie ha logrado tasar con exactitud.
La primera parte del exilio la pasó Batista en República Dominicana. Trujillo, en el gobierno de este país por aquel entonces, no lo recibió con buenos ojos. De Batista había dicho en una ocasión: …Es un hombre de grandes contradicciones. Quiere pasar como demócrata y es dictador, como blanco y es mulato, como valiente y es pendejo… Yo sí soy un dictador, soy mulato y cojonudo.
Para salir de este agrio hospedaje Fulgencio Batista tuvo que pagar de su bolsillo el dinero que Cuba le debía a República Dominicana. Por fin pudo viajar a la isla de Madeira, en Portugal y luego a España. Murió el seis de agosto de 1973 mientras se encontraba de vacaciones en Marbella.