En la década del 80, los “hooligans” (los hinchas desbocados, los barrabravas ingleses) asolaban los estadios ingleses y sus alrededores. El fútbol era un pretexto para la violencia y los delitos. Ya en la cancha, producían avalanchas y saltaban al campo de juego a producir desmanes. Pero en este caso no fue el “hooliganismo” la causa del desastre. Casi podría decirse que el temor a los hooligans por parte de la policía fue uno de los factores que más contribuyó a la tragedia.
La primera cuestión determinante fue que la policía de Sheffield decidió que los aficionados de cada equipo llegaran a la ciudad cada uno por un acceso diferente: cada uno llegaría por el acceso más cercano a la ciudad de donde provenían. También y en consecuencia de ello, dispuso que entraran al estadio por puertas ubicadas en sectores opuestos del estadio. Pero ocurrió que la tribuna asignada a los hinchas de Liverpool (llamada Leppings Lane) tenía bastante menos capacidad (14.000 personas) que la asignada al ingreso de los hinchas del Nottingham Forest (21.000), a pesar de que la cantidad de hinchas de Liverpool duplicaba tranquilamente (o más) la de sus rivales.
El segundo problema se presentó en el trayecto: no había autopista entre Liverpool y Sheffield, había obras en las rutas y un accidente en la misma, lo cual retrasó bastante la llegada de muchos hinchas. Además, a la entrada de la ciudad, la policía detenía a los autos para revisarlos, a la búsqueda de armas y alcohol. También buscaban prevenir problemas por entonces habituales, ya que los hinchas del Liverpool tenían por entonces la fama de ser los más revoltosos de Inglaterra.
Como consecuencia de esto, muchísimos hinchas del Liverpool llegaron a las puertas del estadio bastante tarde; a pesar de eso, ya la tribuna Leppings Lane estaba casi repleta. La aglomeración de hinchas impacientes en las puertas del estadio generó larguísimas colas y la paciencia se agotó rápido… sobre todo la de la policía, que quiso evitar aglomeraciones peligrosas de forasteros inquietos en las puertas del estadio, ubicado cerca del centro de la ciudad. Así que no tuvo mejor idea que abrir la puerta de ese sector del estadio (la puerta C) para que los hinchas dejaran de estar en la calle y entraran, aún los que no tenían ticket de ingreso. Para evitar un amontonamiento de gente en las puertas, simplemente decidió que se amontonaran dentro del estadio.
Luego de ingresar, desde la puerta se caminaban unos 30 metros hasta el ingreso a un túnel de unos 20 metros que daba al centro de la tribuna. Y allí se produjo la primera aglomeración fatal. El túnel colapsó, la gente estaba tan apretada que no podía mover ni sus brazos, pero la gente seguía llegando. A su vez, los que lograban acceder a la tribuna a la salida del túnel, aplastaban a los aficionados que ya estaban allí.
Además, la tribuna había sido dividida en compartimientos separados por vallas; parecían como grandes jaulas adyacentes entre sí, con vallas también entre la tribuna y el campo de juego. Eso no era usual y fue preparado para recibir a los hinchas del Liverpool, dada su fama previa. Tanto la tribuna como el túnel, ambos totalmente colapsados, se convirtieron en trampas mortales. La gente pedía a la policía que abrieran las vallas para poder descomprimir el desastre saltando al campo de juego, pero eso no ocurrió. O mejor dicho, ocurrió cuando ya era tarde. Algunos fueron rescatados desde la tribuna superior alzándolos desde sus brazos extendidos; esos lograron salvarse.
Finalmente la situación explotó por sí sola, y la policía finalmente (tarde) abrió las compuertas que habilitaban el acceso desde la tribuna al campo de juego. El partido ya había comenzado, iban 6 minutos del primer tiempo. Los jugadores no entendían nada, el referee los mandó a todos al vestuario. La situación era un caos.
La policía, que no estaba en la tribuna, seguía creyendo que lo que ocurría era a causa del hooliganismo. Finalmente llegaron muchas ambulancias, pero la policía no las dejaba entrar al estadio. Los hinchas, muchos de ellos ya en el campo de juego, sacaban los carteles de publicidad para usarlos como camillas; la solidaridad de los hinchas fue tan notable como la inactividad policial.
En el vestuario, los jugadores escuchaban gritos. Después de diez minutos de permanecer ahí, Kenny Dalglish, capitán del Liverpool salió del vestuario y comprobó lo que ocurría.
Fue una tragedia nacional. Inicialmente, el gobierno y la clase política culparon a los hooligans. La investigación a cargo de Lord Justice Taylor (sí, Justice es el nombre) determinó en 1990 que la causa principal de la tragedia fueron los errores en el accionar de la policía y la pésima organización. Sin embargo, las muertes fueron calificadas como “muertes accidentales”. A partir de las conclusiones de dicha investigación, desde entonces los estadios ingleses eliminaron las vallas en las tribunas por completo (treinta años después, en Argentina algunos clubes empiezan a hacer eso, aunque por su propia cuenta), aumentaron notablemente el porcentaje de asientos (ídem) y establecieron una legislacón para control de accesos a los estadios.
El jefe de policía de Sheffield, David Duckienfeld, aceptó los errores cometidos. Sin embargo, no hubo ninguna indemnización para las víctimas o sus familias.
La conmoción que esta tragedia produjo en Liverpool puede sentirse aún hoy en día. En la entrada de la catedral de Liverpool, una enorme baldosa de piedra dice “Hillsborough – 1989 – You’ll never walk alone”. La frase “You’ll never walk alone” (“Nunca caminarás solo”) es la frase-emblema histórica del Liverpool F.C., la que su hinchada canta en cada partido, y está escrita en letras doradas en la cabecera de la entrada principal de su estadio, Anfield. Al lado de la entrada, en paredes de mármol, está el “Liverpool Memorial”, dos paredes en ángulo en las que están escritos cada uno de los nombres y apellidos de las víctimas de la tragedia y la edad que tenían.
Cruzando la calle, enfrente de Anfield, hay un pequeño local llamado “Hillsborough Justice Campaign”; en él se vende todo el merchandising del Liverpool, claro, además de muchos artículos conmemorativos de la tragedia. Esos artículos (pins, escudos, recuerdos) se venden muchísimo. La gente de Liverpool no quiere olvidar lo que ocurrió.