“¡Bruto, animal! ¡Ay, Dios mío!” fueron los palabras de Tacho Somoza, según testigos, tras recibir cuatro impactos de bala el 21 de septiembre de 1956, los que le matarían tres días después. Este se cumplen 60 años del atentado que terminaría con la vida del dictador más sangriento de la historia de Nicaragua, tras 20 años en el poder.
Anastasio Somoza García, conocido como Tacho Somoza, nació en 1896 en el seno una familia acomodada. Ascendió rápidamente en la Guardia Nacional, de la que terminó siendo director. Tras asumir varios cargos políticos, perpetró un golpe de Estado contra el presidente Juan Bautista Sacasa. Con la persecución y la represión como arma política, Somoza se consolidó en el poder, llegando incluso a modificar la constitución para concentrar el poder en su persona.
Mientras que dirigía un gobierno sangriento y dictatorial, Somoza convertiría a su familia en una de las más acaudaladas de iberoamérica, haciéndose con la mitad de las tierras nicaragüenses. Su gobierno, impulsado por Estados Unidos, apoyó sin fisuras los intereses expansionistas y anticomunistas de este país.
Como si de una novela negra se tratase, Somoza recibió los cuatro disparos que terminarían por quitarle la vida en la Casa del Obrero, ciudad de León, en una fiesta celebrada tras el Congreso del Partido Nacional Liberalista y bajo la atenta mirada de su familia y compañeros de partido. Esa misma tarde, la del viernes 21 de septiembre de 1956, Somoza discutía con su esposa, Salvadora Debayle, tras la insistencia de esta en que reforzara la seguridad y usara chaleco antibalas.
El asesino, poeta nicaragüense y miembro del Partido Liberal Independiente, Rigoberto López Pérez, fallecería en el tiranicidio a causa de los 54 disparos que le propinó la escolta del dictador. Según confesó su madre después de los hechos, Rigoberto López Pérez iba vestido con una camisa blanca y un pantalón azul porque “quería morir con los colores de su bandera”.
Somoza, gravemente herido, fue trasladado inmediatamente al hospital San Vicente de la ciudad de León y a continuación al Hospital General de Managua, donde dictaminaron que los balazos no eran mortales, pero que necesitaba cirugía, aunque no era urgente. El mismo presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, envió un avión para trasladar al dictador al Hospital Gorgas, en zona de dominio estadounidense, para que fuese operado.
Tres días después del atentado, el 24 de septiembre, le realizaron la cirugía, de la que salió en coma tras el despropósito médico de ponerle anestesia general, siendo Somoza diabético y obeso. Falleció cinco días después, el 29 de septiembre de 1956, en ese mismo hospital.
Texto extraído del sitio: notimerica.com