La muerte de Mandinga

Fue Dalmacio Vélez Sarsfield el jurista más sobresaliente de su época, partícipe indispensable del ordenamiento jurídico de la nación. Notable latinista, estaba consustanciado del pensamiento clásico visto a través de su notable inteligencia y fértil ingenio del que no faltaba una buena dosis de malicia. Por tal razón era conocido como Dr. Mandinga.

Por sus ideas unitarias mantuvo una conflictiva relación con Rosas, pero el vínculo de su cuñado Ortíz con Facundo Quiróga, le permitió a Vélez Sarsfield establecerse en Buenos Aires, donde brilló en el fuero local gracias a los textos que redactó (como “Instituciones Reales de España” y “Derecho Público Eclesiástico”). También fue notable su defensa de Faustino Lezica por la quiebra del banco familiar.

Por no adherir al federalismo, Vélez Sarsfield fue apartado de la Academia de Jurisprudencia, aunque continuó ejerciendo su profesión en Buenos Aires hasta 1840, cuando sus bienes fueron embargados por el gobierno. En 1842 pasó al Uruguay, donde se vinculó a la “Asociación de Mayo”, donde militaban antiguos condiscípulos de la Universidad.

En 1846 logró volver a Buenos Aires y gracias a una serie de gestiones ante Rosas y su hija, sus bienes le fueron devueltos.

En 1847, expresó su adhesión al sistema político imperante, cuando Rosas había triunfado en los conflictos con Francia e Inglaterra y dominaba la situación del país, encontrándose en condiciones de poder consagrarse a su organización constitucional. A su vez asesoró a Rosas sobre el incidente de Camila O’Gorman y el presbítero Uladislao Gutiérrez. Esta intervención dará motivos para que se acentúen sus estudios sobre cuestiones eclesiásticas. El 6 de abril de 1850, Vélez le escribió a don Juan Manuel de que estaba informado de la necesidad que tenía de ocuparse sobre la provisión de Obispados. Concluido su estudio, creyó que su deber era presentarlo al gobierno, como lo hizo por medio de su hija Manuelita. El problema se había suscitado por la negativa del Papa Pío IX de designar Obispo coadjuntor del Obispo de Buenos Aires, monseñor Medrano, al presbítero Miguel García, fundado en que, desde 1832, era Obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Mariano Escalada, Obispo de Aulón. Vélez presentó su dictamen favorable a Rosas, publicado luego como libro con el título de Derecho Público Eclesiástico. Relaciones del Estado con la Iglesia en la antigua América española, reflejando exactamente lo que se pensaba en esa materia en las cátedras y en las cancillerías de la América española. Otro dictamen dado a Rosas se refirió a los derechos de los argentinos a las regiones patagónicas, el que se denominó “Discusión de los títulos del gobierno de Chile a las tierras del Estrecho de Magallanes”. Después de Caseros, fue electo diputado a la Legislatura de Buenos Aires, Vélez impugnó el Acuerdo de San Nicolás en las famosas jornadas de junio de 1852, y en las cuales tuvo una activa participación, pronunciando un notable discurso donde atacó principalmente el artículo 15 que daba plenos poderes a Urquiza.

A pesar de sus diferencias con el entrerriano, Vélez fue nombrado por Urquiza para redactar el Código Civil, el 3 de septiembre de 1852, aunque dejó pasar largo tiempo sin intentarlo. Intervino, así mismo en el arreglo de las divergencias entre Buenos Aires y la Confederación. Redactó el convenio de marzo de 1853, durante el sitio de Lagos, por el cual Buenos Aires se hubiera incorporado a la Confederación y enviado diputados al Congreso. Actuó en esa época en el diario “El Nacional”. También fue delegado a la convención Nacional de Santa Fe y elegido negociador de cinco tratados de pacificación interna. Fue ministro de gobierno y relaciones exteriores en el período gubernativo del doctor Pastor Obligado, de mayo de 1856 a mayo de 1857. El restablecimiento del crédito externo, tan menoscabado por el atraso de los servicios del empréstito Baring Brothers contraído en 1824, constituyó otra de sus preocupaciones. Prosiguió las gestiones ya iniciadas por Peña y de la Riestra y contribuyó a que culminaran con éxito. Fue asesor de gobierno desde el 1ro. de enero de 1855 hasta el 4 de septiembre de 1858, fecha en la cual renunció.

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Siendo Ministro de gobierno trabajó en común con el doctor Eduardo Acevedo el proyecto del Código de Comercio. Unidos en esa ardua empresa, trazaron el plan de trabajo en reuniones preparatorias, conviniéndose que el doctor Acevedo redactaría los títulos y se los pasaría a Vélez Sarsfield para que los examinase. Una vez elaborado, presentaron el proyecto al gobierno, el 18 de abril de 1857, y de inmediato fue remitido a la Legislatura. Se lo consideró en detalle, pero el proyecto fue rechazado, no obstante los esfuerzos de Sarmiento, que había sido el inspirador y animador de la obra, después de pasar dos años por diversas alternativas, quedó concretado en ley del Estado de Buenos Aires, el 7 de octubre de 1859, tal como fuera presentado por sus redactores. Luego fue ministro de gobierno y Relaciones Exteriores del Dr. Valentín Alsina, reemplazando a Mitre, desde el 10 de mayo al 8 de noviembre de 1859. Fue miembro de la Convención Constituyente de 1860, encargada de examinar la Constitución de 1853, y de las veintidós reformas aprobadas le pertenece la moción que hizo en el sentido de que el nombre oficial del Estado nacional, que era el de Confederación Argentina no reemplazara la tradicional de Provincias Unidas del Río de la Plata. Sarmiento en arenga vibrante, logró que la asamblea aprobara la propuesta por aclamación, y tal es el origen del art. 35 de la constitución Nacional. El 24 de mayo de 1862, Vélez Sarsfield, electo senador por la provincia de Córdoba, presidió por razones de edad, las dos primeras sesiones preparatorias del Senado de la Nación. Integró la Comisión de hacienda, y durante el semestre escaso que mantuvo su banca, proyectó, despachó, informó y discutió numerosas iniciativas de gran importancia. Tanto en el proyecto de ley para construir un ferrocarril de Rosario a Córdoba como en la Cuestión Capital se destacó en los debates. Reorganizada la República, durante la presidencia de Mitre, el 12 de octubre de 1862, Vélez Sarsfield fue designado Ministro de hacienda de la Nación. El Senado le confirió el permiso solicitado para aceptarlo, pero Vélez entendió que no debía renunciar a su banca, contrariamente al temperamento seguido por sus colegas Rawson y Elizalde, quienes se encontraban en análoga situación. Vélez salió adelante con su idea, porque puntualizó que ambas funciones, la de senador y la de ministro de P. E. son incompatibles, y el Senado aprobó el permiso, con la aclaración de que importa el cese de su mandato.

Renunció como Ministro de Hacienda en septiembre de 1863. Por decreto del presidente Mitre de 20 de octubre de 1864, se le encargó la confección del Código Civil. Puesto a la obra de inmediato presentó el primer libro, el 21 de junio de 1865. Victorino de la Plaza, que fue su discípulo y amanuense en la época en que preparaba el Código dijo que: “Madrugador en invierno y en verano, a las cinco o seis de la mañana hallábase en pleno estudio, ganado horas al día. Era entonces cuando dictaba, y puede decirse que realizaba una suma de trabajo enorme. Los cuadernos originales salían poco a poco de aquel dictado material, e iban abultándose con tiras de papel en las que se ampliaba el texto, que el doctor Vélez pegaba en los costados, escritas generalmente de su puño y letra; agregando además entre líneas en las páginas, de todo lo cual resultaba el trabajo bastante complicado para las copias, si se tiene en cuenta las notas tan abundantes y escritas en tan variados sistemas…” En esta tarea lo asistió su hija Aurelia.

La ley número 340, por la que se promulgó el Código, data del 25 de septiembre de 1869, estableciéndose que el mismo entraría a regir como ley de la Nación, el 1ero de enero de 1871. A los seis años de publicada la segunda edición, en 1864, de la Historia de Belgrano, de Mitre, aparecieron las Rectificaciones históricas. Belgrano y Güemes, de Vélez Sarsfield, y con este libro se produce la primera polémica de categoría sobre las ideas históricas argentinas. Fue de trascendencia porque en ella defendió la participación de las provincias y de Güemes en la revolución de Mayo. En la presidencia de Sarmiento fue llamado a desempeñar el ministerio del Interior, el 12 de octubre de 1868. El problema de la cuestión de Corrientes absorbía la atención del presidente, por lo que lo designó comisionado nacional a esa provincia, el 15 de octubre. Viajó acompañado de Benjamín Victorica y obtuvo el apoyo del gobernador de Entre Ríos, general Urquiza, con cuya colaboración pudo terminar la guerra civil correntina. A fines de octubre, resuelto tan espinoso asunto, Vélez Sarsfield reasumía el ministerio. El pedido de reposición del gobernador Zavalla en San Juan dio lugar a un memorable debate en el Senado de la Nación en junio de 1869. Volvió a encontrarse con Mitre, que aconsejaba la intervención de esa provincia. Vélez con un discurso meduloso sostuvo la legalidad de la resolución del P. E. negándose a enviar la intervención solicitada por Zavalla y refutó a Mitre. El 29 de mayo de 1871, la Legislatura de Córdoba lo eligió senador nacional por esa provincia, pero Vélez renunció. Otro debate lo enfrentó con Mitre en el Senado con motivo de la cuestión del puerto de Buenos Aires (1869).

El 1ero de mayo de 1872 renunció al cargo de Ministro del Interior, renuncia que muy a su pesar le aceptó Sarmiento. Al abrirse las sesiones en el Congreso, el presidente hizo en su Mensaje un acabado elogio de Vélez. “Me hago un deber -dijo- en expresar ante el país un sentimiento por la reciente separación del Ministro del Interior, que deja como actos suyos en la vida nacional, los Códigos Civil y Mercantil, el primer Censo de la República y la red de telégrafos. El doctor Vélez Sarsfield al dejar por su edad avanzada el ministerio, se retira igualmente de la vida pública y he creído que esta circunstancia excepcional y sus prolongados servicios me autorizaban para consignar estas palabras en su honor”. En su retiro no renunció a sus afanes intelectuales hasta que la muerte lo sorprendió en Buenos Aires, el 30 de marzo de 1875. Asevera Mons. Uladislao Castellano que en las postreras horas reclamó Vélez los auxilios de la religión.

Al inhumarse sus restos en el Cementerio del Norte pronunciaron sendos discursos, Sarmiento, el doctor Luís V. Varela y el presidente Nicolás Avellaneda, siendo el de éste último, una brillante pieza oratoria. Jurisconsulto y economista sin paralelo, parlamentario y polemista insuperable, ingenio fértil y consistente.

Sus restos actualmente descansan en una urna depositada en un templete erigido en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio de Justicia de Córdoba, desde el 27 de marzo de 1981.

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Sus restos descansaban en el cementerio de la Recoleta, hasta que fueron trasladados al Palacio de Justicia de la ciudad de Córdoba.

Sus restos descansaban en el cementerio de la Recoleta, hasta que fueron trasladados al Palacio de Justicia de la ciudad de Córdoba.

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