Édouard Manet nació el 23 de enero de 1832, en París, Francia, en el seno de una familia acomodada, pues su madre, Eugenia-Desiree Fournier, era la ahijada del Príncipe heredero sueco Charles Bernadotte, y su padre Auguste Manet se desempeñaba como juez.
Pese a que su progenitor deseó que estudiara leyes, el joven Edouard, influenciado por su tío, asistió a un curso especial de dibujo donde conoció al periodista y político Antonin Proust (1832-1905), quien fue su gran amigo.
A los 16 años, por sugerencia de su padre se embarcó en un buque escuela de Río de Janeiro y luego de reprobar, dos veces, el examen para unirse a la Marina de guerra, su padre cedió a los deseos de su hijo de seguir una educación artística.
A partir y de 1850 y hasta 1856, Manet estudió con el pintor académico Thomas Couture (1815- 1879), mientras que su tiempo libre lo dedicó a copiar los viejos maestros en el Louvre.
En los siguientes años, el joven artista visitó Alemania, Italia y los Países Bajos, lugares en los que absorbió las influencias del pintor holandés Franz Hals (1580-1666) y los artistas españoles Diego Velázquez (1599-1660) y Francisco José de Goya (1746-1828).
En 1856 abrió su propio estudio, donde creó sus primeras obras las cuales se caracterizaron por los movimientos flojos del cepillo, la simplificación de los detalles y la supresión de tonos transitorios.
De acuerdo con la biografía de Manet que difunde la página “biografiasyvidas.com”, a principios de 1860 sus obras empezaron a ser reconocidas y algunas merecieron, entre otras, los comentarios favorables del crítico y escritor Téophile Gautier (1811-1872).
No obstante, en 1863, el Salón de Otoño rechazó “Almuerzo sobre la hierba”, obra criticada, tanto por su contenido, en el que se aprecia una mujer desnuda flanqueada por dos jóvenes, como por la técnica empleada, en la que predomina una luz fuerte y contrastada.
En su vida personal, el controversial pintor contrajo matrimonio con la holandesa Suzanne Leenhoff, con quien había tenido un hijo ilegítimo poco antes.
El escándalo azotó nuevamente la vida del pintor con “Olympia”, obra en que se aprecia una mujer desnuda, cuya figura contrasta con la intensa luz ambiental que plasmó el artista.
Denegada su inclusión en la exhibición pictórica que se realizó con motivo de la Exposición Universal de 1867, Manet improvisó una muestra callejera que incluyó varias de sus obras más recientes, las cuales fueron recibidas con indiferencia.
En 1868, el joven novelista Émile Zola (1840-1902) escribió una laudatoria reseña de su trabajo en la que identificaba a Manet con la figura romántica del artista incomprendido.
Con el estallido de la guerra franco-prusiana de 1870-1871 el artista tomó un breve receso, en el que combatió como oficial de la Guardia Nacional; fue en este periodo que el marchante Paul Durand-Ruel (1831-1922) adquirió un número considerable de sus obras.
De regreso a su actividad creativa, en su producción de finales de la década de los 70 acentuó el naturalismo de su temática, para otorgar el protagonismo de sus pinturas a prostitutas y coquettes sorprendidas bebiendo o seduciendo a sus jóvenes amantes.
Posteriormente Manet abandonó su técnica tradicional, el óleo, para pasar al pastel; en estos años su salud experimentó un creciente deterioro a causa de una enfermedad de origen infeccioso originada en su pierna izquierda, no obstante, en 1882 participó en una importante exhibición de arte francés realizada en Londres, para cuya ocasión presentó “Bar del FoliesBergère”, la última de sus grandes composiciones.
Al año siguiente los problemas de salud continuaron para el pintor, a quien le amputaron la pierna, operación de la cual no pudo recuperarse y que le acarrearía la muerte poco después, el 30 de abril de 1883.
De manera póstuma, en enero de 1884, se montó una importante exposición en su honor, la cual marcó el nacimiento de un creciente reconocimiento de su talla como artista, al que la historia ha concedido el apelativo de “Padre del impresionismo”.