La muerte del último rosista

Don Bernardo fue uno de los pocos seguidores de Rosas que hizo carrera política después de Caseros, sin abjurar de su pasado.

Nadie como él para defender los límites de la nación. Fue hombre de confianza de Urquiza, ministro de Avellaneda y de Roca. Muchas veces su nombre sonó para presidente, pero su pasado parecía condenarlo; para muchos no dejaba de ser un “mazorquero”, como le decían despectivamente sus opositores.

Como decíamos, Bernardo de Irigoyen fue una figura funcional para nuestro país, defendiendo la integridad nacional y nuestra soberanía desde los puestos ministeriales, ejecutivos y legislativos que le tocaron a lo largo de su extensa vida.

Hombre de fuerte constitución, no conoció declinaciones intelectuales ni claudicaciones físicas, a pesar de su edad avanzada. A los 84, el 27 de diciembre de 1906, la muerte no puedo sorprenderlo*, porque en sueños, don Bernardo entregó su alma al Señor.

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Su tumba en el cementerio de la Recoleta.

Su tumba en el cementerio de la Recoleta.

* No se hizo autopsia y el parte médico habla de un paro cardiorrespiratorio, debido, generalmente, a afecciones cardiológicas (infarto o arritmia, como causas más probable) o trastornos circulatorios cerebrales.

Extracto del libro La Patria Enferma de Omar López Mato.

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