La cuestión de la esclavitud fue indudablemente el factor principal que derivó en la guerra, pero no fue el único. Había además una clara diferencia entre los sistemas económicos predominantes en el Norte y el Sur. En el Norte (la Unión) el capitalismo estaba en pleno despegue, en sintonía con la Revolución Industrial; el mismo se encontraba representado por el Partido Republicano, nacionalista y liberal. El Sur (los Confederados) mantenía una economía menos afín al capitalismo creciente, mostraba el predominio de las élites terratenientes sureñas, sostenía el sistema esclavista y la exportación de materias primas. Ambos sistemas necesitaban expandirse y lo hicieron (ambos) hacia el oeste, lo que agregó más conflictos. Finalmente, una tercera difrencia entre Norte y Sur era filosófica e insólita a la vez, ya que ambos basaban su postura en pensamientos de la misma persona: Thomas Jefferson, tercer presidente de EEUU y considerado uno de los fundadores de la nación. En el Norte se aferraban al pensamiento de Jefferson que decía que “todos los hombres fueron creados iguales”, y en el Sur enfatizaban la reafirmación de Jefferson sobre los derechos autónomos de los estados, entre los que se encontraba el de defender la esclavitud.
Quizá la mejor manera de entender (es un decir) la guerra civil norteamericana sea ver la misma como una contienda entre dos visiones opuestas de los EEUU: una definida por la nacionalidad (protestantes blancos anglosajones –el Sur–) y otra definida por la ideología (todos los hombres fueron creados iguales –el Norte–).
Así las cosas, el reclutamiento y entrenamiento de ambos bandos llevó mucho tiempo, hasta que en los inicios de 1862 ya disponían de grandes ejércitos bien provistos.
A fines de junio de 1862, el ejército del Norte comandado por el general George McClellan se desplazó hasta las cercanías de Richmond, Virginia, pero fue derrotado luego de sangrientas batallas (conocidas como las Batallas de los Siete Días) por el ejército del general Robert Lee.
La guerra tomaba impulso rápidamente. En el extenso territorio entre ambas capitales (Washington y Richmond) se desarrollaron intermitentemente sangrientas batallas sin que ninguno de los dos bandos lograra ventajas decisivas. El Sur venció en Manassas (Virginia) y el Norte venció en Antietam (Maryland). El Norte fue derrotado en Fredericksburg (Virginia) y Chancellorsville (Virginia), ya en 1863; el Sur fue vencido en Gettysburg (Pensilvania). Los muertos aumentaban y la guerra seguía su curso en el corredor del este del país, en un ida-y-vuelta en el que no se sacaban ventajas.
Sin embargo, al oeste de los montes Apalaches la guerra parecía ir resolviéndose a favor del ejército de la Unión, que avanzaba hacia el sur. El ejército del general Ulises Grant había capturado a dos ejércitos confederados en Fort Donelson (frontera entre Tennessee y Kentucky) y en el sitio de Vicksburg (Misisipi) a mediados de 1863 y había vencido en Chattanooga (Tennessee) a fines de 1863, con lo que consolidó el control sobre el río Misisipi y varias vías férreas clave. Los confederados fueron acorralados durante cuatro meses y finalmente derrotados en Atlanta (Georgia) en septiembre de 1864.
El general Grant se hizo cargo del mando también en el este y el conflicto entró en una etapa de desgaste final. El ejército confederado del este fue obligado a retroceder, quedó sitiado en el cruce del ferrocarril en Petersburg (Virginia) y ya en abril de 1865 fue derrotado en la batalla de Five Forks (al sur de Petersburg, Virginia). El dominio consolidado de la Unión hizo que Grant lanzara su ataque final y el general Lee abandonara Petersburg y Richmond en su retirada final.
El principal resultado de la guerra fue la liberación de esclavos, aunque en realidad eso ya estaba en marcha; EEUU no hubiera resistido con la esclavitud mucho más que Cuba o Brasil. En relación directa con eso, la 13a enmienda de la Constitución, propuesta en enero de 1865, fue establecida definitivamente en diciembre de ese mismo año, cuando finalmente Georgia la ratificó. La enmienda XIII dice que “ni en los EEUU ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción habrá esclavitud ni trabajo forzado, excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto”.
También fueron resultantes de la guerra las enmiendas 14a y 15a de la Constitución. La enmienda XIV dice (con algunas excepciones señaladas separadamente) que las personas nacidas en los EEUU son ciudadanas del país, independientemente de su raza, su etnia o el origen nacional de sus padres. La enmienda XV establece que los gobiernos en los EEUU no pueden impedir a un ciudadano votar por motivo de su raza, color o condición anterior de servidumbre (esclavitud).
Nadie se había atrevido a proponer algo similar antes de la guerra, pero con la derrota de la mirada nacionalista y la victoria de la mirada ideológica las mayorías absolutas necesarias para votar las enmiendas y convertirlas en ley se obtuvieron fácilmente.
Así se fue reconsruyendo la estructura política del país. Antes de la guerra, los estados no estaban sujetos a la Carta de Derechos federal (Bill of Rights, el nombre que se le daba al conjunto de las primeras diez enmiendas a la Constitución). Esto suponía una ventaja para las élites locales, ya que les permitía esclavizar a los negros, expulsar a los negros libres y privarlos del derecho al voto. Estas enmiendas, en cambio, establecieron la subordinación de los estados al gobierno federal en los asuntos relacionados con los derechos humanos.
En algunos lugares, eso aún les molesta a varios.