La Guerra Gaucha
Fue este el primer libro en prosa publicado por Leopoldo Lugones, quien evoca las acciones de las guerrillas patrias comandadas por Martín de Güemes, a fin de frenar el avance realista del Alto Perú. La Guerra Gaucha fue publicado en noviembre de 1905 y en forma de cuentos, relata diversas instancias de esta contienda, donde abunda la descripción de combates, la participación de mujeres y sacerdotes en esta guerra y la descripción de la vida del caudillo salteño en un lenguaje barroco propio de este gran escritor argentino. Lugones exalta en este texto la "verdad anónima de todas las grandes resistencias nacionales". En 1941, Lucas Demare llevó al cine "La Guerra Gaucha" en una película homónima, con guión de Ulises Petit de Murat y Homero Manzi, con la actuación de Enrique Muiño, Ángel Magaña y Amelia Bence.

Estrenada el 20 de noviembre de 1942, esta película estuvo 19 semanas en cartel y fue vista por 170.000 personas (en un país de 15.000.000 de habitantes). El presupuesto también había sido millonario para la época: $ 270.000.

Tanto Homero Manzi como Ulíses Petit de Murat había probado suerte con una película de Argentina Sono Film sobre la vida del anarquista Severino Di Giovanni. El título era muy sugestivo, “Con el dedo en el gatillo”. Sería la primera película argentina en la que se usaron armas de fuego de verdad. Si bien habían sido contratados para escribir el guion del texto de Leopoldo Lugones (que se había suicidado con cianuro en 1938), la muerte de Elías Alippi postergó el proyecto y la dupla de guionistas se dedicó a escribir el guion de “El viejo Hucha”, sobre una obra de teatro del médico oftalmólogo, Carlos Damel.

La película pasará a la historia porque el tango “Malena”, con letra de Homero Manzi y música de Lucio Demare, hermano del director.

“La guerra guacha” fue un hito en el cine nacional. Aunque recibió críticas, como las de Jorge Luís Borges (un fanático del cine) que dijo: “Creo recordar alguna polvorienta y vana batalla, despojada no solo de todo horror, sino de todo interés”. Curiosamente, entonces, Borges no era partícipe de trasmitir valores nacionales a través de la ficción, sobre todo aquellos que ofrecen “tentaciones patrióticas o sensibleras”.

Suponemos que con los años, Jorge Luís cambió de opinión.

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