La guerra por el agua

Más de 250.000 soldados bolivianos se enfrentaron en este paisaje inhóspito a 120.000 soldados paraguayos con casi 90.000 muertos en combates dispersos (60.000 bolivianos, 30.000 paraguayos), ya que la falta de agua impedía el desplazamiento de grandes contingentes.

El territorio en disputa estaba respaldado por el arbitraje internacional de Rutherfort Hayes de 1879, cuando después de la guerra de la Triple Alianza, Argentina había reclamado el territorio comprendido entre el Pilcomayo y el río Verde. Además, en 1928, un grupo de inmigrantes menonitas había colonizado estas tierras con permiso del gobierno paraguayo.

Bolivia necesitaba su salida al mar para los productos minerales y el petróleo que la Standar Oíl había empezado a explotar. Sin embargo, los derechos del petróleo que pudiese existir del lado paraguayo del Chaco, pertenecía a Shell. Los intereses comerciales propios y supranacionales subyacen como causa belli.

Los distintos pactos que se habían firmado entre Paraguay y Bolivia (en 1879, 1887, 1894, 1907 y 1913) intentaron solucionar el problema de la salida al mar, a punto tal que el primero le ofreció un puerto para la exportación de productos bolivianos sobre el río Paraguay. Sin embargo, este país no estaba dispuesto a ceder territorio que consideraba suyo por derecho.

Ambas naciones comenzaron la conquista del Chaco asentando fortines y buscando las fuentes de agua dulce para sus ejércitos, que debían ser abastecidos por camiones cisterna (esto dio lugar a una película “La Sed, hijo del hombre“, donde debutó en un papel estelar la muy joven Olga Zubarri).

En 1928 las tropas paraguayas coparon el fortín “Vanguardia” y mataron a seis soldados bolivianos. El ejército de este país tomó el fortín “Boquerón” como retaliación.

Las Sociedad de Naciones exigió a Paraguay que reconstruya a la “Vanguardia” y a Bolivia devolver “Boquerón”. Las cosas se calmaron hasta que el nuevo presidente de Bolivia, Daniel Salamanca exacerbó la ambición patriótica, más cuando Bolivia contaba con una pujante industria minera y su PBI triplicaba al paraguayo (asentado sobre una economía eminentemente agrícola). A pesar de la escasez de medios, ambos países contaron con las armas más modernas. Esta fue una guerra del siglo XX, con camiones, aviones, trenes y armas automáticas, pero en un paisaje desolador, donde el calor puede llegar a 50°, la temperatura baja a menos de 10° por la noche, hay tiempos con lluvias torrenciales, alternando con sequías feroces.

Bolivia se fue preparando para el conflicto. Contaba a tal fin con asesores alemanes, como Hans Kundt, nombrado General en Jefe al principio de la contienda, pero que sería acusado de errores estratégicos, al usar tácticas frontales propias de la Primera Guerra y no preparar su ejército a pelear en un lugar subtropical (La mayor parte de las tropas bolivianas venían de las sierras).

El 15 de junio de 1932, el ejército boliviano, sin conocimiento del presidente, ocupó el fortín paraguayo “Carlos López”, que fue recuperado un mes más tarde por las fuerzas del general Estigarríbia, comandante del ejército de Asunción. No había vuelta atrás, la guerra se prolongaría por tres años y Argentina tendría un rol esencial para lograr la paz, aunque su imparcialidad sea discutible, porque gran parte de los terratenientes del Paraguay eran argentinos.

guerra del chaco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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