La fascinante vida de Lili Elbe, la primera trans de la historia

Ese día la modelo no se presentó. Gerda Wegener, la joven ilustradora que se había hecho un hueco con sus estilizados retratos femeninos, quería acabar su esbozo y, a sugerencia de una amiga actriz que pasaba por allí, le pidió a su marido, Einar Mogens, quien siempre había sido delgado y esbelto, que se pusiese el vestido con falda plisada, los tacones y las medias. Un rato de posado sería suficiente.

Es imposible adivinar si Gerda, quien de tonta tenía poco y conocía y amaba a Einar como nadie, sabía dónde se estaban metiendo ambos cuando le pidió a su marido que se vistiese de mujer aquella tarde, en el apartamento que compartían en Copenhague. Pero para ninguno de los dos la vida volvería a ser la misma. Einar nunca se había sentido tan auténtico como cuando se puso esos tacones y, gradualmente, empezó a vestirse de mujer. No de una mujer cualquiera, sino de Lili, la persona que inventó y que cada vez fue pasando más tiempo con Gerda, quien la paseaba por los cafés y la presentaba como su hermana. Tras viajar por Italia y Francia, ambas acabarían instalándose en París en 1912, donde Lili vivía y vestía como una fémina, y Gerda tenía relaciones con otras mujeres.

Unos años más tarde, Lili se convertiría legalmente en Lili Elbe, la primera persona trans, o por lo menos la primera registrada, en pasar por un procedimiento de reasignación de género. Primero se sometió a una castración quirúrgica bajo la supervisión de Magnus Hirchsfeld, el famoso doctor alemán que fundó la primera asociación de defensa de homosexuales y transgénero, y después pasó por varias operaciones a manos de Kurt Warnekros, el cirujano de Dresde al que Elbe se refería como su creador y salvador. En 1933, Warnekros planeaba completar el proceso implantando a Elbe un útero y creándole una vagina artificial, pero la pintora (que ya casi no lo era: Elbe pensaba que el arte pertenecía a Einar, a su pasado) no pudo superar la operación y murió días antes de cumplir los 50.

Una lucha en soledad

A pesar de su relevancia histórica, la historia de Lili, quien escogió para su apellido de mujer el nombre del río que pasa por la ciudad en la que volvió a nacer, el Elbe, tan solo era conocida entre académicos y activistas de la comunidad LGBTQ hasta que cayó en manos de David Ebershoff hace 18 años. Ebershoff, entonces editor en Random House, la noveló en lo que sería para él su debut literario, La chica danesa. Tras dar muchas vueltas por los despachos de Hollywood –durante un tiempo, Nicole Kidman estuvo asociada al proyecto– el libro llegó al cine de la mano de Tom Hooper y con Eddie Redmayne y Alicia Vikander en los papeles de Lili y Gerda. El autor contó «Cuando visité la tumba de Lili en Dresde y el director del cementerio me dijo que cada mes unas 10 personas acuden a presentar sus respetos. Le dejan flores y velas o pasan tiempo con ella. Imagino que el número ha crecido en los últimos años y que con el filme se entenderá todavía más quién fue y qué consiguió. Es por eso que necesitamos más historias y es por eso que el público ha escuchado y aceptado las de Caitlyn Jenner, Laverne Cox, Chaz Bono, Renée Richards y muchos otros. Cada vez que una persona transgénero cuenta su experiencia, nuestra comprensión colectiva crece».

Cuando Ebershoff habla de una «pionera» el término adquiere connotaciones heroicas, pero ser el primero, la primera en este caso, en llegar a cualquier sitio implica hacerlo en la más absoluta soledad. Por no tener, Elbe no tenía ni una palabra para referirse a lo suyo. El doctor Hirchsfeld, que trató durante toda su vida de honrar la investigación sobre sexualidad y género en una disciplina médica tan respetable como cualquier otra, hacía poco que había acuñado el término «transexualismus» para referirse a aquellos que querían convertirse en, y no solo parecerse al sexo opuesto. Nadie se la dijo a Einar. Los doctores a los que visitó durante su juventud en Dinamarca lo calificaron de histérico o pervertido. «Una de las cosas que encuentro más significativas sobre Lili Elbe es que ella no tuvo ejemplos o modelos, ningún mentor a quien admirar, ningún recurso, ningún medio que reflejara su vida y prácticamente ninguna información médica. No solo transitó por un camino inhóspito, sino que ella tuvo que ir poniendo los cimientos de ese camino. Estaba sola excepto por su esposa», dice Ebershoff.

la chica danesa

Tras casi dos décadas viviendo como una mujer con una biografía inventada, la historia de Lili se hizo pública y causó en su país un ruido similar al que generó Christine Jorgensen en Estados Unidos en los años 50. Jorgensen, el soldado que combatió en la Segunda Guerra Mundial que pasó por una operación de reasignación de sexo, se convirtió en una celebridad menor y objeto de fascinación para los tabloides. «Cuando se filtró su historia, Lili no tuvo otra opción que salir del armario y contarla», relata su biógrafo. «Por un lado, disfrutó la oportunidad de contar su transición, pero por otro dudaba sobre cómo respondería el mundo. Una parte de Lili amaba la atención y otra tan solo quería ser una chica danesa con una vida normal». Convertirse en una figura pública la obligó a romper con su pasado y con Gerda. Dinamarca reconoció su nueva identidad con un pasaporte y anuló el matrimonio. Lili albergaba ilusiones fantasiosas, como concebir un hijo con su nueva pareja, pero tenía negras premoniciones. Antes de pasar por la operación que la mataría, escribió a un amigo: «He probado que tengo derecho a vivir existiendo como Lili durante 14 meses. Se podría decir que 14 meses no son mucho, pero para mí es una vida humana completa y feliz».

Artículo anterior
Artículo siguiente
Ultimos Artículos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

TE PUEDE INTERESAR

    SUSCRIBITE AL
    NEWSLETTER