Nacido como David Yosef Grûn el 16 de octubre de 1886 en Plonsk, Polonia, fundó a la edad de 14 años, una asociación en Varsovia para promover los estudios hebreos y la emigración a la Tierra de Israel.
En 1948, se mantuvo confiado y habló con voz segura al corazón de los judíos, quienes le prestaron atención para concretar la esperanza de independencia de hace dos mil años en su patria histórica.
Pues entonces, ¿quién eres, David Ben-Gurión?
“Eretz Israel fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad e espiritual, religiosa y política”.
A la edad de 20 años emigró a Eretz Israel, y trabajó como agricultor.
Comenzó a usar el nombre de Ben-Gurión cuando firmó el primer artículo de su autoría, como editor del periódico del partido político sionista laborista Poalei Tziyon, llamándose a si mismo Yosef Ben Gurión, quien fuera uno de los líderes de la gran rebelión contra los romanos en el siglo I EC.
En 1915, en medio de la Primera Guerra Mundial, fue deportado a Egipto por los gobernantes otomanos, desde donde viajó a Nueva York, donde fundó el movimiento Hechalutz, dedicado a encontrar jóvenes judíos dispuestos a emigrar a Eretz Israel para trabajar y desarrollar a la tierra.
Tras la promulgación de la Declaración Balfour y la liberación de la Tierra por parte de los británicos, Ben-Gurión se convirtió en un partidario entusiasta del movimiento de enrolamiento voluntario en la Legión Judía del Ejército británico.
En 1918 se enroló en el 38° Batallón de os Fusileros Reales del Ejército Británico, el batallón al que se ofrecieron como voluntarios judíos de los Estados Unidos y Canadá.
El batallón entrenó en los suburbios de Halifax, Canadá, y desde allí le escribió a su esposa Paula: “Te dejé, cariño, no porque no te amo lo suficiente. Hice lo que debía, para ti también, y te prometo, querida Paula, que no está muy lejano el momento en el cual tú misma sentirás esto y lo comprenderás”.
Los batallones judíos que operaban bajo el mando británico estaban compuesto por 5.000 voluntarios. En 1918, el batallón fue enviado a Eretz Israel, y aproximadamente la mitad de sus soldados lucharon en batallas que tuvieron lugar en el Valle del Jordán y en Samaria.
En 1919 retornó a Eretz Israel, donde se convirtió en uno de los líderes prominentes del Yishuv, la comunidad judía en Eretz Israel. Prestó servicio durante 15 años como secretario general de la Histadrut, el Sindicato General que protegía a los trabajadores judíos en Eretz Israel.
En 1930 fue elegido para liderar el Mapai, el Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel, que se convirtió en la facción más grande dentro del movimiento sionista durante ese período.
En su comparecencia ante la Comisión Peel en 1936 afirmó: “Nuestro derecho histórico existe desde los albores del pueblo judío, y la Declaración Balfour y el Mandato estaban destinados a reconocer y afirmar este derecho…”
En 1937, Ben Gurión aceptó la recomendación de dividir Eretz Israel en dos Estados, uno judío y otro árabe, separados, pero los árabes rechazaron el plan de partición.
En respuesta, el gobierno británico emitió el “Libro Blanco”, un documento de política que imponía restricciones estrictas a la inmigración judía en Eretz Israel y sobre la compra de tierras por parte de los judíos.
Ben-Gurión declaró una lucha silenciosa contra los británicos, que incluía la inmigración clandestina y el establecimiento de asentamientos judíos siempre que fuera posible, incluso en lugares prohibidos. A pesar de esta lucha, Ben-Gurión apoyó el alistamiento de judíos en el ejército británico que combatieron contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
“Los sobrevivientes del Holocausto nazi en Europa, así como los judíos de otras partes del mundo, siguieron emigrando a Eretz Israel, superando dificultades, restricciones y peligros”.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, habló ante los sobrevivientes del Holocausto en los campos de personas desplazadas en Alemania, prometiendo antever visas para que emigraran a Eretz Israel.
Al mismo tiempo, Ben-Gurión comenzó incansables esfuerzos para comprar armas, recaudar fondos y prepararse logísticamente para la construcción de un ejército capaz de resistir los ataques de los árabes locales y de los ejércitos de los países árabes vecinos.
Ben-Gurión se hizo cargo de la cartera de defensa del Ejecutivo de la Agencia Judía, en cuya posición se esforzó por formar un ejército popular, que se convirtió en las FDI: las Fuerzas de Defensa de Israel, tras el establecimiento del estado.
“El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas apobró una resolución llamando al establecimiento de un Estado judío en Eretz Israel”.
El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión leyó la Declaración de Independencia, a la que había los últimos retoques, en la ceremonia de la Proclamación del Estado de Israel.
Varias horas antes, Ben-Gurión aún enfrentaba oposición desde adentro.
Ben-Gurión se mantuvo firme contra todas las voces disidentes y logró asegurar la unidad vital, enfatizando que la oportunidad no se debería perder.
El estado judío se estableció en la Tierra de Israel, y Ben-Gurión fue elegido y nombrado como Primer Ministro y Ministro da Defensa, puestos que ocupó durante 13 años.
En total, se mantuvo al frente de la gestación del estado y del estado judío durante un total de 26 años.
“El estado judío permanecerá abierto a la inmigración judía y al crisol de las diásporas”.
Durante el primer mandato de Ben Gurión como primer ministro, la población judía del estado se duplicó gracias a una ola de inmigración masiva, que incluía a judíos de la Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial, así como a judíos expulsados de países árabes.
Ben-Gurión describió el establecimiento del estado como “una maravilla sin par”. No a causa de la victoria sobre los ejércitos árabes invasores, sino debido a la victoria final de decenas de generaciones de judíos, “vagabundos desposeídos, desplazados y sin tierras del mundo”, a los que se les privó de todos los derechos en sus países de residencia.
“Garantizaremos la completa igualdad de los derechos sociales y políticos para todos sus habitantes, independientemente de su religión, raza o sexo”.
Sostuvo que el estado judío otorga los mismos derechos a sus ciudadanos no judíos y salvaguarda los lugares sagrados de todas las religiones, a pesar de la lucha en curso del mundo árabe contra Israel.
“Apelamos a las Naciones Unidas para ayudar al pueblo judío en la construcción de su Estado”.
Para mantener la posición internacional de Israel, Ben-Gurión se reunió con muchos líderes mundiales, logrando sua adhesión en favor del joven estado. Trabajo para fortalecer los vínculos con los países occidentales, principalmente los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, pero también abrió la puerta a la cooperación entre Israel y las naciones de África, América Latina y Asia.
Ben-Gurión creía que el futuro de Israel yace en el Néguev, contempló al Néguev como la cuna de la nación hebrea, y que el grueso y lo mejor de los recursos científicos, educativos y pioneros debe dirigirse al Néguev.
No estaba simplemente satisfecho con la predicación, sino que insistía en establecer un caso personal. Imbuido de fe, renunció al cargo de primer ministro a fines de 1953, y a la edad de 67 años se fue a vivir en una cabaña, choza en una pequeña comunidad colectiva recientemente establecida en el Néguev – Kibbutz Sde Boker – y compartió el trabajo en el campo.
Paula y David Ben-Gurión eran los miembros más antiguos de la comunidad joven. Ben-Gurión relató lo contento que estaba con la posibilidad de “arar campos que nunca han sido tocados por la mano del hombre’.
En el momento de su independencia, Israel tenía una población de 800 mil, en comparación con una población actual de 8,7 millones. Desde un país que después de su independencia implementó un régimen de austeridad para permitir la absorción de millones de inmigrantes, Israel se ha convertido en una nación moderna basada en la tecnología, famosa por sus capacidades innovadoras, emprendedoras y pioneras.
El día de su renuncia al gobierno, Ben-Gurión transmitió por radio un emotivo discurso de despedida en el que agradeció a la gente por su fe en él, sin afirmar que había estado libre de “errores y fracasos” y citó al salmista en un Libro de los Salmos, su homónimo Rey David: “Canción de las gradas. De David. ¡Dios, mi corazón no fue altanero ni mis ojos fueron altivos, ni persigo cosas grandes y alejadas de mí!”
TEXTO EXTRAÍDO DEL SITIO: https://www.gov.il/es/Departments/ministry_of_foreign_affairs/govil-landing-page