La conspiración monárquica: quién fue en realidad el Hombre de la Máscara de Hierro

Probablemente usted también tenga su propia teoría sobre quién era el Hombre de la Máscara de Hierro. Es posible que haya leído alguna novela de Alejandro Dumas, o haya visto la película que protagonizó en 1998 Leonardo di Caprio. La cultura popular ha utilizado la historia (real) del preso que se ocultó durante décadas en las cárceles francesas como material para unas jugosas ficciones. Pero el caso fue también uno de los primeros ejemplos de teorías de conspiración en la historia: durante siglos, e incluso hoy en día, los franceses se han preguntado por la identidad del preso más enigmático de todos los tiempos.

Fue Voltaire uno de los primeros que dieron fe de la existencia del preso, por escrito. Durante su paso por la cárcel de la Bastilla, algunos reos le hablaron de otro condenado que, aparentemente, había muerto en 1703. Como explicó más tarde en ‘El siglo de Luis XIV’, se trataba de un joven atractivo que fue capturado en la isla de Santa Margarita en 1661 y que fue obligado a ocultar su rostro desde entonces. El filósofo fue el primero que sugirió la tan extendida teoría de que el preso no era otro que el hermano gemelo de Luis XIV, que había sido apresado para evitar que disputase el trono a su hermano. Si, como sugiere Voltaire, el célebre preso murió a la edad aproximada de 60 años, tendría una edad semejante a la de Luis XIV, que nació en 1638 y falleció en 1715.

“Se envió con máximo secreto al castillo de la isla de San Margarita, a un prisionero desconocido, de estatura superior a lo común, joven y de la más bella y fina estampa”, escribió en dicho volumen el autor del Diccionario filosófico. “Durante el viaje, el prisionero llevaba una máscara cuya mentonera tenía resortes de acero que le permitían comer con la máscara puesta”. Su desplazamiento a París se produciría en 1690, donde “se le alojó espléndidamente y no se le negaba nada. Tenía gusto por la ropa de una fineza extraordinaria y los encajes. Tocaba la guitarra”. En definitiva, un perfil señorial que probablemente habría pertenecido a alguien de casta.

Pero Voltaire no fue el primero en intentar dibujar al sin rostro: a comienzos del siglo XVIII, la princesa Isabel Carlota del Palatinado, cuñada de Luis XIV, explicaría en una carta que existía un preso muy bien tratado por la guardia real que, no obstante, iba siempre acompañado de dos mosqueteros que tenían la orden de acabar con su vida en caso de que decidiera despojarse de la máscara. ¿Por qué era tan importante ocultar la identidad del reo?

Juego de tronos (y celdas)

La teoría de que detrás de la máscara de hierro se encontraba el hermano del rey fue popularizada por el escritor Alejandro Dumas en ‘El vizconde de Bragelonne’, a la que añadiría otra posibilidad: conocidas las frecuentes relaciones extramatrimoniales de Ana de Austria, esposa de Luis XIII y madre de Luis XIV, el reo podría ser el auténtico progenitor del Rey Sol.

Otras teorías más descabelladas apuntan al escritor Molière, que pasó por la cárcel durante los años cuarenta el siglo XVII, al duque de Beaufort (otro de los posibles padres ilegítimos del rey), al ministro de finanzas Nicolas Fouquet o, incluso, a una mujer (la hija de Luis XIII y Ana de Austria, que habría sido ocultada ante los ojos de la corte para hacer creer que el descendiente era varón, mientras que el auténtico Luis XIV fue adoptado).

Para el historiador inglés Roger McDonald, detrás de la máscara podría encontrarse el auténtico Charles de Batz-Castelmore d’Artagnan, capitán de la guardia de mosqueteros de Luis XVI. Según la teoría expuesta en ‘La máscara de hierro. La verdadera historia de D’Artagnan y los tres mosqueteros’ (Crítica), este no habría muerto en Maastrich en 1673, sino apresado y enviado a la prisión de Pignerol. McDonald defiende que’Las memorias de D’Artagnan’, escritas por Gatien de Courtliz de Sandras, mosquetero y ensayista, bebieron de la fuente original. Y ello fue posible puesto que Courtliz compartió estancia en la Bastilla con el verdadero D’Artagnan.

La pista más habitual, a la hora de intentar adivinar la identidad del desconocido, es el carcelero Benigno de Saint-Mars, el custodio del hombre de la máscara de hierro. En su correspondencia se encuentran referencias a la imperiosa necesidad de ocultar la identidad del preso cueste lo que cueste, ya fuese en Pignerol, Exiles, Santa Margarita o su última parada, la Bastilla. Saint-Mars fue nombrado gobernador de la misma en 1698, y llevó consigo a dos prisioneros, uno de los cuales portaba una máscara de terciopleo. Su muerte aparece reflejada en su correspondencia, y tuvo lugar en 1703, “a las diez de la mañana”.

El criptoanálisis que todo lo desvela

Aunque todavía no existe quórum sobre la identidad del preso, una teoría ha cogido fuerza por encima de otras, tal y como se explica en The Code Book: the Science of Secrecy from Ancient Egypt to Quantum Cryptography (Anchor), en el que Simon Singh recoge algunos de los grandes hallazgos de la historia de la decodificación. Todo arranca con el desentrañamiento del Gran Código (o ‘Grand Chiffre’), diseñado por los Rossignols, los criptógrafos oficiales de la Corona Francesa, y que tenía la fama de ser indescifrable hasta que dejó de ser utilizado, en 1811.

Fue a finales del siglo XIX cuando las cartas de Luis XIV cayeron en las manos del militar Etienne Bazeries, un importante criptógrafo que tras tres años afirmó haber conseguido desentrañar el funcionamiento del código. Este empleaba más de 600 números, por lo que no podía tratarse de una mera traducción de las letras del alfabeto. Sin embargo, Bazeries reparó en que las combinaciones posibles entre las letras del abecedario son 676, lo que sugería que cada número reemplazaba a una sílaba. Finalmente, el criptógrafo comenzó a traducir algunas de las palabras de la correspondencia real.

¿Qué encontró en las mismas? El nombre de Vivien de Bulonde, un militar que había sido destinado a luchar en Cuneo, en la frontera italiana. Cuando se enteró de que podían ser atacados por las tropas austriacas, huyó, dejando a sus heridos detrás y poniendo en peligro la campaña del Piamonte entera. Esto enfureció a Luis XIV, que pidió a su ministro de la guerra “que arreste inmediatamente al general Bulonde, que sea conducido a la fortaleza de Pignerole, donde será encerrado en una celda custodiada por las noches, y se le permita caminar por las almenas…” Y el resto de la frase quedó sin descifrar, puesto que los números aparecidos (330, 339) no se repetían más que otra vez en todo el código. ¿Qué significarían? ¿“Máscara”, como algunos han sugerido? ¿Desvelarían estos dos números definitivamente el enigma del Hombre de la Máscara de Hierro?

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