La Batalla deIa Drang todavía importa

La mañana del 14 de noviembre de 1965, cientos de soldados del 1er Batallón del 7º Regimiento de la 1ª División de Caballería del Ejército de Tierra estadounidense fueron aerotransportados en helicóptero hasta una “landing zone (LZ)” [zona de toma de helicópteros] pocos kilómetros al este del macizo de Chu Pong, en la región centro-oeste de Vietnam.

Su misión consistía en buscar y destruir [search and destroy] lo que se creía que eran regimientos desorganizados del Ejército de Vietnam del Norte (EVN) [North Vietnamese Army (NVA)] que huían a Camboya. La realidad era precisamente lo contrario. A las pocas horas de tomar tierra, el batallón se vio envuelto en una batalla por su vida después de que desde la montaña le llovieran encima miles de soldados comunistas listos para la acción.

La entidad y organización de la fuerza norvietnamita les cogió por sorpresa. Recuerda, esto fue… en 1965. Además de los soldados de la caballería aérea, las únicas otras fuerzas estadounidenses en el país eran la 173ª Brigada Aerotransportada, unos cuantos infantes de marina y los asesores de operaciones especiales. Ahora el batallón se encontraba en medio de una de las mayores y más importantes batallas estadounidenses de los últimos 70 años.

Días más tarde, con cientos de muertos, la mayoría vietnamitas, ambos bandos consideraron que habían logrado una victoria.

Por aquel entonces el planeamiento estratégico de Estados Unidos todavía no era estratégico y los comandantes se centraban en buscar y destruir al enemigo continuamente en enfrentamientos a nivel táctico. Los comunistas se tomaron la llegada del 1er Batallón como una puesta a prueba de su objetivo estratégico a largo plazo que consistía en vencer a los estadounidenses a través del desgaste.

Y a día de hoy, el relato escrito más concluyente continúa siendo Cuando Éramos Soldados… y Jóvenes [We Were Soldiers Once… And Young].

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La primera vez que leí Cuando Éramos Soldados… y Jóvenes fue cuando mi tío, veterano de la guerra de Vietnam, me lo regaló por Navidad cuando yo era un chaval. Junto con el libro me escribió una carta en la que me decía que se trataba de uno de los libros sobre la Guerra de Vietnam más ajustado a la realidad que había leído nunca.

Cuando Éramos Soldados… y Jóvenes cuenta una fase del conflicto diferente y anterior a la guerra en la que luchó mi tío. Hal Moore, que escribe el libro junto con Joseph Galloway, era teniente coronel por aquel entonces y el comandante del 1er Batallón durante la batalla de Ia Drang. Galloway, periodista de United Press International (UPI) que estuvo presente en la batalla, le da un aire narrativo al libro.

Moore constituye el fundamento del libro y fue el encargado del planeamiento táctico y operativo del batallón. Pero creo que a mi tío puede que le haya molestado que citen libremente las palabras de fusileros sobre el terreno. Estos testimonios constituyen algunas de las rememoraciones de la guerra más espeluznantes que haya leído nunca.

Los soldados rememoran cómo las tropas norvietnamitas masacraban a sus amigos con fuego de ametralladora y ejecutaban a los heridos entre sus gritos de dolor. Una de las imágenes más impactantes llega cuando cae la noche y se reducen los combates. Los soldados estadounidenses que defendían el perímetro en torno a la LZ X-Ray [zona de toma de helicópteros X-Ray] se enfrentan a la montaña que tienen delante.

Al mirar hacia las oscuras laderas de la montaña observan cómo cientos de luces parpadeantes descienden hacia ellos. Se trata de las tropas del EVN que toman posiciones para el asalto que se avecina por la mañana.

Probablemente Moore salvó a su batallón al permanecer sobre el terreno durante la batalla en contacto directo con el EVN, en lugar de quedarse en el aire a bordo de un helicóptero de mando y control. “Nunca creí en eso,” escribe al principio del libro.

“Tenías que estar sobre el terreno con tus soldados para ver y oír lo que estaba pasando… Además, cuando te encuentras a 1.500 pies de altura es muy fácil permanecer distante a la acción, exigir lo imposible a tus soldados, y cometer errores que son fatales sólo para esas almas de ahí abajo que están metidas en el fango, la sangre y la confusión.”

Hay otros hechos de la batalla que merece la pena rememorar.

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Soldados estadounidenses durante la batalla de Ia Drang. Foto del Ejército de Tierra estadounidense

Soldados estadounidenses durante la batalla de Ia Drang. Foto del Ejército de Tierra estadounidense

Por un lado, Estados Unidos aprendió las lecciones equivocadas en Ia Drang.

Los norvietnamitas entraron en combate mejor preparados que los estadounidenses. Después de que un primer asalto comunista estuviera a punto de desbordar al batallón aerotransportado, los estadounidenses respondieron con una combinación de fuego intenso de artillería y apoyo aéreo, además de demostrar sobre el terreno su auténtica habilidad militar.

Pero el posterior uso indiscriminado de estas armas en zonas pobladas acabaría con la vida de miles de civiles, contribuiría a socavar el apoyo político a la guerra y conduciría a una derrota estratégica estadounidense.

La batalla de Ia Drang, que se encontraba en una zona despoblada, y la convicción estadounidense de que había demostrado la utilidad de las operaciones “aeromóviles” junto con un intenso apoyo de fuegos, sirvieron para convencer al General William Westmoreland y a los funcionarios civiles de Washington para aumentar la participación estadounidense en la guerra.

El cómo se “fragmentan” las unidades al principio de una batalla determina la forma de la batalla. Al principio de la batalla, la 2ª Sección de la Compañía Bravo, al mando del Teniente Henry Herrick, persiguió mucho más allá del límite derecho del batallón a los soldados enemigos que huían.

En un momento la sección se vio rodeada por el enemigo y ampliamente superada en número, lo que supuso que la sección fuera borrada del mapa casi en su totalidad y que Herrick muriera en combate. No sería hasta el día siguiente cuando el batallón rescataría a los supervivientes de la sección. Además de defender la “landing zone,” salvar a la sección aislada se convirtió en una de las principales prioridades del batallón.

Esto resultaba totalmente impredecible. Pero estos errores iniciales transformaron radicalmente la estructura del campo de batalla. En última instancia los estadounidenes “ganaron” la batalla, a costa de un precio muy alto, por saber adaptarse a estos cambios más rápido que los norvietnamitas.

El EVN no vio que la lucha por la LZ Albany fuera decisiva. El 16 de noviembre se repelió el ataque de los regimientos del EVN sobre la LZ X-Ray y el 1er Batallón se retiró. Dos batallones estadounidenses del 5º y 7º Regimientos de Caballería tomaron su lugar.

Al día siguiente, los batallones de relevo se retiraron, según el antiguo procedimiento de una marcha a pie de más de tres kilómetros (dos millas) desde la LZ X-Ray hasta la LZ Albany para quitarse de en medio de los B-52 que iban a bombardear intensamente la zona.

Horas más tarde, los soldados del batallón, agotados tras más de 50 horas sin dormir, llegaron en formación de columna a la LZ Albany. Fue entonces cuando se dieron de bruces con los regimientos de reserva del EVN que se encontraban totalmente frescos y dispuestos en una emboscada en forma de L. El batallón fue casi aniquilado.

Esta es una de las partes del libro más duras de leer. La mayoría de las 155 bajas estadounidenses en Albany cayeron probablemente durante la primera hora de la emboscada, cuando los soldados avanzaban en columna con intervalos muy reducidos y se vieron sujetos a un fuego intenso, lo que significa que los norvietnamitas podían alcanzar a varios con una sola ráfaga de AK-47, o con la explosión de una granada o un proyectil de mortero.

Los soldados estadounidenses se trampearon a sí mismos porque se temían que iban a morir. Cuando fueron a recoger los cuerpos de sus caídos, los estadounidenses apilaron los cadáveres desde el suelo hasta el techo en el interior de los helicópteros mientras la sangre chorreaba por las puertas.

Los párrafos empiezan con frases tales como: “Sólo habían transcurrido unos minutos, pero el mundo de Jack Smith se desmoronaba a tiros a su alrededor.”

Moore y Galloway merecen todo el mérito por su relato sobre la batalla en Albany. Es brutal y necesario. Allí hubo prácticamente el doble de bajas estadounidenses que en X-Ray, aunque el batallón se salvó gracias a una táctica similar a base de fuego intenso de artillería, apoyo aéreo y refuerzos.

Sin embargo, en la consciencia estadounidense Albany ha recibido menos atención que X-Ray. Quizás porque resulta demasiado desagradable, o quizás porque la batalla fue una premonición del fracaso al que finalmente estaría condenada la estrategia de Estados Unidos en Vietnam. Los soldados estadounidenses fueron enviados al combate sin una estrategia, salvo librar una guerra de desgaste contra un enemigo que estaba dispuesto a sacrificar mucha más sangre para vencer.

Traducido por Jorge Tierno Rey, autor de El Blog de Tiro Táctico.

Texto publicado originalmente en https://warisboring.com/la-batalla-de-ia-drang-todavia-importa/

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