Karl Marx nació en Tréveris, Prusia, el 5 de mayo de 1818. Su padre fue un próspero abogado judío de ideas liberales. Cuando Prusia anexó Renania se emitió una ley que prohibía a los judíos, entre otras cosas, trabajar en la administración de justicia. Para poder seguir ejerciendo como hombre de leyes, Heinrich Marx se convirtió al evangelismo e hizo bautizar a su esposa Henriette y a sus siete hijos.
Karl estudió derecho en Bonn y en Berlín. Su permanente inquietud lo llevó también a estudiar filosofía, historia, arte y literatura. Como estudiante en la universidad de Bonn, Marx fue introducido a la filosofía de Georg W.F. Hegel y se unió a los Jóvenes Hegelianos, un grupo que tenía puntos de vista radicales sobre la religión y la sociedad. En esa época Marx era propenso a las borracheras y a las peleas; el dinero que su padre le enviaba lo gastaba en bares, juergas, prostitutas y vituallas variadas.
En 1841 obtuvo el título de doctor en filosofía en la universidad de Jena. Decidió dedicarse al periodismo; en 1842 publicó artículos en diversos medios de la izquierda hegeliana, dirigió un pequeño periódico liberal en Colonia y conoció por entonces a quien sería su mejor amigo y principal colaborador: Friedrich Engels. En 1843 se casó con Jenny von Westphalen, una amiga de la infancia. El matrimonio tuvo 7 hijos.
Su suegro lo hizo interesarse en las doctrinas de la Revolución Francesa y de los primeros pensadores socialistas. En esa época redactó varios ensayos, destacándose “Sobre la cuestión judía” y sobre todo “Crítica de la filosofía del Estado de Hegel”; en esta obra menciona “el opio de la religión” y expone su idea sobre la explotación de toda una clase social: la de los trabajadores asalariados. Según Marx, como Hegel no veía las cosas de esa manera, terminaba legitimando la situación. Este pensamiento de Marx refutaba las ideas de Hegel sus mismas armas, sustituyendo el idealismo de Hegel por una concepción materialista, según la cual las fuerzas económicas constituyen una estructura que determina el orden social, político y cultural.
A lo largo de la década del ’40, Marx fue un hombre sin nación: fue expulsado de Prusia en 1842, expulsado de Francia en 1845, rechazado en Bélgica en 1848, obligado a abandonar Prusia de nuevo en 1848. Se trasladó a Inglaterra en 1849, pero Gran Bretaña le negó la ciudadanía y Prusia se negó a volver a naturalizarlo. Desde que se mudó a Inglaterra, Marx vivió entre deudas y derroches de dinero. Al año de llegar a Londres fue echado de su apartamento de dos habitaciones por no pagar el alquiler. Consumió buena parte del dinero familiar de su esposa y durante mucho tiempo se vio obligado a usar un nombre falso para esconderse de los acreedores. Su amigo Engels le enviaba dinero (sólo entre 1865 y 1869 Engels le dio a Marx el equivalente a 36.000 dólares) y le regaló el piso en el que vivió con su familia.
Marx fue polémico, inconformista y confrontó ideas en todos los ámbitos. Calificó de utópicos a los socialistas clásicos, que según él imaginaban sociedades ideales basándose en algunos ejemplos aislados; junto con Engels proponía la revolución, y no el convencimiento pacífico y gradual, como forma de acabar con la civilización burguesa. Estas ideas fueron plasmadas en el “Manifiesto Comunista”, un trabajo de retórica incendiaria publicado en 1848, en el que Marx y Engels plantean que la historia de las sociedades es siempre la historia de la lucha de clases, y que en la medida en que se suprima la explotación del hombre por el hombre se suprimirá también la explotación de una nación por otra.
Profundizando su estudio sobre la economía política clásica (Marx cuestionaba todo lo clásico, fuera el rubro que fuera) construyó su propia doctrina económica; llevó hasta el extremo las teorías de David Ricardo sobre valor-trabajo y escribió “El Capital”, obra de la que llegó a publicar el primer volumen en 1867 (los otros dos volúmenes los editaría su amigo Engels después de su muerte, poniendo en orden sus manuscritos). Partiendo de la doctrina según la cual sólo el trabajo humano produce valor, Marx denunció la explotación evidente en la extracción de la plusvalía (la parte del trabajo no pagada al obrero y apropiada por el capitalista), de donde surge la acumulación del capital. Marx expone que los poseedores del capital (que por tener el capital son propietarios de los medios de producción) obtienen el producto pero también una “plusvalía”, una renta excedente que le permite seguir acumulando capital, mientras los tabajadores nunca llegan a ser dueños de lo que están produciendo a pesar de que su participación en el proceso es, dice Marx, la que genera la plusvalía; según Marx, la riqueza no es producida por el capital sino por el trabajo humano, por lo tanto lo que origina la ganancia capitalista es la explotación de los obreros. Marx dice que el capitalista se apropia de ese excedente de valor creado por el trabajador.
Criticó hasta el extremo lo que consideraba la esencia injusta, ilegítima y violenta del sistema económico capitalista, en el que veía la base de la “dominación de clase” que ejercía la burguesía. Sostenía que el capitalismo era algo histórico y no natural, y que así como en su momento sustituyó al feudalismo, su destino era dejar paso al socialismo y al derrumbamiento de la sociedad burguesa debido a la progresiva disminución de las ganancias.
Marx completa ese razonamiento con reflexiones históricas y políticas: para él, la lucha de clases subyace en la historia de la humanidad como resultado del choque revolucionario entre explotadores y explotados. El sentido de esa revolución es para Marx la emancipación definitiva del hombre, y para eso es necesario abolir la propiedad privada de los medios de producción. Considera la “dictadura del proletariado” (Marx fue un incansable activista de la revolución obrera) como el paso necesario para que, una vez desaparecida la lucha de clases, ya no sea necesario el poder coercitivo del Estado.
Siguiendo el clásico “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, resulta sorprendente que el famoso promotor de la lucha de clases llegara a escribir una carta en la que expresa sus dudas sobre el marido de una de sus hijas, ya que no tenía claro que fuera de buena familia. Preocupación extraña en quien decía detestar esas cuestiones burguesas.
Además, Karl Marx tuvo durante toda su vida una sirvienta, Helene Demuth, a quien no le pagaba ni un centavo, a pesar que se encargaba de las tareas domésticas, de cuidar a sus siete hijos y de administrar los pocos recursos de la familia, habitualmente endeudada por sus descomedidos gastos, nunca relacionados con sus mucho menores ingresos (se ve que a Karl no lo convencía del todo imponer la lucha de clases en su casa). Además, mantuvo con ella una relación extramatrimonial que derivó en un hijo varón al que no reconoció. Le dijo a su esposa que el padre del niño era su amigo Engels, hasta le puso el nombre de su colaborador. A causa de esto, la mujer de Marx no lo podía ni ver a Engels. Marx mantuvo la mentira durante un tiempo, pidiéndole a su esposa que no le recriminara nada a su amigo, que no solo le había regalado un piso sino que asumió una paternidad que no le correspondía. Esos son amigos.
Marx luchó en el seno de la Primera Internacional (AIT, Asociación Internacional de Trabajadores) para imponer sus ideas. Combatió el sindicalismo moderado de los obreros británicos tanto como las tendencias obreras anarquistas (no le venía bien nada). Aunque impuso sus ideas, las mismas se fueron diluyendo en las distintas divisiones internas en Europa.
Según Marx, al poner por encima de la realidad a los ideales, las virtudes, la justicia, etc, no nos damos cuenta de que lo que determina realmente a nuestras sociedades son las condiciones materiales. Marx plantea el materialismo dialéctico, que afirma que la realidad se comporta de modo dialéctico basándose en una realidad material y no ideal. Coloca como base de todo a la existencia de los objetos materiales, a diferencia del idealismo, que afirma que son las ideas las que le dan fundamento y sentido a la realidad.
Los humanos nos desarrollamos, dice Marx, en medio de desigualdades económicas; esto genera jerarquías entre los que poseen y los que no poseen, y de eso surgen las condiciones materiales en las que vivimos, y son ellas las que determinan nuestras ideologías, nuestra visión de la realidad y de la vida. Por lo tanto para Marx la naturaleza humana depende de condiciones eminentemente materiales. Las instituciones e ideologías que regulan las relaciones humanas están condicionadas por la base económica de la sociedad, así que la verdad de una sociedad no está en su ideología sino en sus relaciones económicas y sociales. Esto es lo que se conoce como materialismo histórico, es decir, la extensión de los principios del materialismo dialéctico al estudio de la sociedad y de su historia.
Karl Marx escribió 24 obras (entre ensayos, trabajos y libros) entre 1835 y 1880. Además, otras 6 obras compartidas con Engels. Marx murió en Londres el 14 de marzo de 1883. Cuando murió estaba en bancarrota (su estado habitual) y sólo 11 personas asistieron a su funeral, si bien se recibieron telegramas del Partido Obrero Francés y del Partido Obrero Español. La obra de Marx podría haberse desvanecido en la oscuridad si no hubiese sido por un joven revolucionario ruso llamado Vladimir Lenin. Siete años después de la muerte de Marx, después de leer El Capital, Lenin se declaró marxista y se convertiría en fundador del Partido Comunista ruso y líder de la Revolución Bolchevique.
Parece que siempre hay alguien que toma la posta.