El 11 de junio de 1910 nació Jacques Yves Cousteau, posiblemente el explorador y oceanógrafo más famoso del mundo, quien gracias a sus fantásticos documentales a bordo del mítico buque Calypso cautivó a espectadores de todo el mundo haciéndoles conocedores y partícipes de las maravillas y los secretos del mundo submarino.
La fascinación de Cousteau por el mar empezó muy pronto, y por casualidad. A los cuatro años de edad, Jacques era un niño con una salud muy frágil, por lo que los médicos recomendaron a sus padres que el pequeño evitara los deportes de contacto y practicara la natación. A partir de entonces, Jacques Cousteau empezó a sentirse fascinado por todo lo relacionado con el mar.
UN IDILIO CON EL MAR
Cuando Jacques cumplió los trece años, su padre le regaló una cámara de filmar, y a pesar de que era un modelo sencillo, el joven la llevaba siempre consigo y grababa todo lo que le rodeaba. A los veinte años, Jacques se alistó en la Academia Naval francesa y se graduó como oficial de artillería, pero un desgraciado accidente en el que se rompió los dos brazos, y en el que incluso estuvo a punto de perder la vida, le obligó a cambiar de planes para convertirse en piloto naval. Durante su convalecencia, los médicos le volvieron a recomendar que practicara natación. Este deporte lo transformaría para siempre e hizo que su pasión por el mar se desatara la primera vez que usó unas gafas de buceo como las que utilizaban los buscadores de perlas filipinos.
La participación de Cousteau en la Segunda Guerra Mundial le valió diversas condecoraciones -incluida la Legión de Honor- e incluso incrementó su pasión por el mar y por filmar. En esa época realizó su primera película titulada A diez brazas bajo el agua, y el 12 de julio de 1937 se casó con Simone Melchior con quien tuvo dos hijos, Jean-Michel (nacido en 1938) y Philippe (1940-1979).
Tras finalizar la contienda, la marina francesa quiso aprovechar los conocimientos de buceo de Cousteau y organizó una expedición submarina en el Mediterráneo en busca de un barco romano, el Mahdia, que había naufragado en el siglo I a.C. en las costas de Túnez. Ésta fue la primera expedición arqueológica subacuática de la historia en la que se emplearon aparatos autónomos de inmersión diseñados por el propio Cousteau y por Émile Gagnan, un ingeniero francés. Bautizaron a ese dispositivo como como Acqua Lung (pulmón acuático). Un año después, Cousteau abandonó definitivamente la marina para organizar sus propias expediciones.
EL CALYPSO
“Fue ahí, entre las barcas y los acorazados del puerto de La Valletta, en la isla de Malta, donde lo vi por primera vez. Me enamoré de él nada más verlo. Me acuerdo como si fuera ayer… ¡pero fue en 1950!”. El barco del que así hablaba Cousteau era un viejo dragaminas que se hundió en Singapur y fue remolcado hasta Marsella. El explorador se prendó de inmediato de él y lo bautizó con el nombre de Calypso, como la ninfa del poema homérico La odisea, lo remodeló completamente y lo transformó en el buque oceanográfico más popular de la historia de la navegación. Su primera misión fue el estudio de los corales en un archipiélago del mar Rojo.
En 1953, Cousteau publicó El mundo del silencio, un libro donde narraba sus experiencias y viajes por el mar. Su figura como divulgador del mundo marino culminó en 1956 con la pelicula del mismo nombre, dirigida por Louis Malle y con la cual ganó la Palma de Oro del Festival de Canes y, un año más tarde, el Oscar.
A pesar del éxito adquirido con sus películas y la publicación de sus libros, Cousteau no abandonó su faceta como inventor. En 1960 presentó al mundo unos revolucionarios “platillos de buceo”, unos pequeños submarinos con forma de platillo volante para poder hacer inmersiones a mayor profundidad. En 1963 se construyó la primera base submarina en la que Cousteau permaneció junto a un equipo de expertos durante 30 días.
LA SERIE QUE LO CATAPULTÓ A LA FAMA
Pero lo que realmente convertiría a Cousteau en una celebridad mundial fue la serie documental que se emitió desde 1968 a 1975 llamada El mundo submarino de Jaques Cousteau. En ella, el famoso oceanógrafo explora los mares del planeta junto a la tripulación del Calypso, mostrando al público la diversidad y complejidad del mundo submarino y la vida de los océanos. En 1968, National Geographic Society marcó un hito en la historia de la televisión al conseguir que uno de los documentales de Cousteau titulado Amazonas fuese visto por treinta y cinco millones de personas.
Entre publicaciones de libros, rodajes de películas y documentales, Cousteau fundó en 1974 junto a sus hijos, la Sociedad Cousteau, una fundación dedicada a la protección de la vida oceánica. Desde esta plataforma denunció los devastadores efectos de la pesca abusiva, promovió movilizaciones contra la energía nuclear y advirtió sobre los problemas derivados de la superpoblación. A menudo descrito por otros biólogos como un comunicador más que como un científico, Cousteau fue capaz de hacer llegar a un público profano el amor por el mar y por la enorme diversidad de vida que lo inunda.
El 25 de junio de 1997, el Capitán Planeta, como era conocido, marchó definitivamente al “mundo del silencio” al no superar unos problemas cardíacos que padecía desde hacía unos meses. Fue enterrado en su lugar de nacimiento, Saint-André-de-Cubzac (Francia), y homenajeado con una calle y una placa conmemorativa. Para el recuerdo quedarían sus palabras: “En el mar no hay pasado, presente o futuro, sólo paz”.
Texto extraído de https://historia.nationalgeographic.com.es/a/jacques-cousteau-gran-defensor-mares-y-oceanos_14353