INRI, la historia alrededor de las famosas siglas inscriptas en el crucifijo de Jesús

La inscripción que está presente en todos los crucifijos, INRI, es el acrónimo de las palabras latinas que Poncio Pilato ordenó colocar en una tablilla sobre la cruz para explicar la condena del nazareno llamado Jesús. El texto en esta tablilla o Titulus se repite en los cuatro evangelios canónicos y también en el evangelio apócrifo de Pedro, una coincidencia que aumenta su carácter histórico.

Marcos dice que en ese titulus estaba escrito “El Rey de los Judíos”, mientras Lucas sostiene que señalaba: “Éste es el Rey de los judíos”. Mateo, por su parte, da una versión más extensa: “Éste es Jesús, el Rey de los judíos”.

Pero fue el evangelio de Juan el que dio origen al INRI: “Iesvs Nazarenvs Rex Ivdæorvm” -Jesús de Nazaret, Rey de los judíos-. Es Juan quien explica que esta inscripción estaba escrita en hebreo, latín y griego, para que nadie dudase sobre la causa que había llevado a este hombre a sufrir el más severo castigo que imponía el gobierno de Roma.

La crucifixión era una pena que frecuentemente imponían los romanos a los habitantes de los pueblos sojuzgados para mostrar su autoridad. Poco tiempo antes, Poncio Pilatos había ordenado la ejecución de 800 personas, de allí que llama la atención las dudas que expresa cuando ordena la ejecución de este “Rey de los judíos”.

La causa de la acusación se remonta al interrogatorio, al que somete Poncio Pilato al reo enviado por el Sanedrín: “¿eres tú el Rey de los judíos?, le pregunta. Jesús no reniega de este título (“tú lo dices”, señala), pero precisa que su reino no es de este mundo. Esta acusación por autoproclamarse rey se repite en su Calvario cuando lo saludan los soldados que lo coronan con espinas y se mofan de su supuesta realeza. También lo hace uno de los ladrones que es crucificado junto a él.

Una tabla con el texto redactado por Poncio Pilato, en las tres lenguas -o al menos un fragmento de este Titulus Crucis- se encuentra en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma, que era el antiguo Palacio Santa Elena. Esta dama era la madre del emperador Constantino, quien impuso el cristianismo en el imperio romano. Elena, a pesar de su edad avanzada, peregrinó a Tierra Santa en búsqueda de las reliquias que daban testimonio de la vida y martirio de Jesús. De allí Elena trajo las reliquias de la Vera Cruz, la Escalera Santa que está en San Juan de Letrán, los restos de los Reyes Magos -que fueron a parar a la Catedral de Colonia-, los clavos que atravesaron las manos y pies de Cristo y estos restos de la inscripción que supuestamente se clavó en la cruz.

Si bien la tradición sostiene que fue Elena quien trajo esta reliquia a Roma, otros creen que fue Gregorio Magno quien la llevó a la Ciudad Eterna en el siglo V. San Gregorio las habría hallado en el Santo Sepulcro junto a la Sábana Santa. Existen descripciones de peregrinos que relatan haber visto estos Titulus, aunque no todos los testimonios coinciden en el texto escrito, ni si el mismo estaba partido como se lo ve ahora.

Para hacer las cosas más complejas, como en todo tema relacionado con las reliquias que fueron objeto de tráfico, robos y, obviamente, falsificaciones, hay testimonios que dan cuenta de otro Titulus Crucis en París.

Este habría sido adquirido por el Rey francés Luis IX (1214-1270) al emperador Balduino II de Constantinopla, quien se desprendió de esta reliquia al igual que de la célebre corona de espinas. Ambas terminaron en la Sainte-Chapelle en la Île de la Cité en París. Mientras que la corona se conserva, el Titulus habría sido sustraído durante la Revolución francesa, perdiéndose todo rastro de esta tablilla.

La pieza que se conserva en Roma fue escondida para protegerla de los bárbaros y recién redescubierta en 1492 durante los trabajos de reparación del templo que había sido la morada de Santa Elena.

En el año 2002, el Titulus fue sometido a la prueba de carbono-14, y los resultados arrojaron que no era una pieza del siglo I sino del año 980 al 1150; lo que hace sospechar que esta tabla exhibida en Roma sería una falsificación medieval. El debate sigue abierto porque se sabe que el carbono-14 es un método falible y muchas veces la pátina biológica de gérmenes y detritus celulares que cubre un elemento, puede inducir a falsos resultados. Por tal razón, este debate sobre la legitimidad del Titulus Crucis, como en muchos temas religiosos, termina siendo una cuestión de fe.

Esta inscripción se ha convertido en un símbolo de altruismo y esperanza, un símbolo de sufrimiento por los otros que conduce a la reivindicación de valores espirituales. INRI es el mensaje final del Redentor, como recordatorio de la posibilidad de hermanarnos con todas las culturas y religiones, el mensaje de amor que Cristo dejó durante su agonía en la cruz.

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Esta nota también fue publicada en Clarín

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