Ignacio Hidalgo de Cisneros, el nieto comunista del último virrey

Ignacio Hidalgo de Cisneros y López de Montenegro era descendiente del último virrey del Río de la Plata y llegó a ser jefe de la aviación republicana durante la Guerra Civil española. Sus memorias, recogidas en el libro Cambio de Rumbo, se han convertido en un texto ineludible para el estudio y análisis de esta guerra entre hermanos, en la que tuvo una destacada actuación.

Siguió la tradición militar como otros ancestros de su familia, sirviendo a su nación. Se inició en la aviación española durante la guerra del Rif. En esas memorias, admite que fue el primer piloto español en arrojar iperita -gas mostaza usado como arma química en la Primera Guerra Mundial- contra los poblados moros. En ese entonces, no tuvo dimensión de la barbaridad que estaba cometiendo; se limitaba a cumplir órdenes que, con el tiempo, pesaron en su conciencia. En esos años en África, tuvo la oportunidad de frecuentar al autor de El Principito, Antoine de Saint-Exupéry. También sabemos que usaba su dinero para comprar esclavos a fin de liberarlos.

En 1925, pasó a la escuadrilla de Hidroaviones comandada por Ramón Franco, hermano del futuro caudillo (por quien no sentía la menor simpatía). Ramón piloteó el Plus Ultra, avión con el que unió España con la Argentina en 1926. Cuatro años más tarde, Cisneros siguió a Ramón Franco en la intentona republicana que pretendía bombardear el Palacio Real donde residía Alfonso XIII. El fracaso conocido como la “sublevación del aeródromo de Cuatro Vientos” obligó a los partícipes a huir a Portugal. Un año más tarde, Cisneros se incorporaba a la escuela de vuelo en Alcalá de Henares.

A pesar de sus ideas comunistas, que compartía con su esposa, fue enviado como agregado aeronáutico a Berlín y Roma, lugares donde pudo conocer de forma directa el ascenso del fascismo. Participó junto a su amigo, el socialista Indalecio Prieto, en la revolución de octubre de 1934. Vencidos las fuerzas del gobierno, Hidalgo de Cisneros debió emprender un nuevo exilio del que retornó en 1936 cuando el inicio de las hostilidades, jurando lealtad a la República, de cuya aviación fue nombrado comandante en jefe. Con la asistencia soviética, formó nuevos pilotos para conducir las naves que les enviaban los rusos, como el célebre Chato o Polikarpov I-15.

Hidalgo de Cisneros llegó a tener 450 aparatos bajo su mando: cazas, bombarderos y aviones de todo tipo, aunque esta superioridad inicial se complicó con la llegada de aviones alemanes e italianos conducidos por pilotos experimentados, como los integrantes de la Legión Cóndor.

QHQABOP37ZEUPCYYVBIGZVOVLA.jpg

 

Reunión de jefes en la Guerra Civil. Hidalgo, a la izquierda (Foto museoaviacionmilitarespaola.blogspot.com)
Reunión de jefes en la Guerra Civil. Hidalgo, a la izquierda (Foto museoaviacionmilitarespaola.blogspot.com)

 

Si bien nunca había ocultado su simpatía por el partido comunista, que algunos veían como un gesto hipócrita de un joven de familia aristocrática, su afiliación a dicho partido, con la iniciación de la guerra, causó un progresivo enrarecimiento en las relaciones con sus conocidos y subalternos. Amigos como el coronel Carlos Núñez Maza, se alejaron definitivamente de Cisneros.

A comienzos de 1938, sus aviones bombardearon Sevilla y Valladolid, aunque el mismo gobierno republicano recomendase no atacar núcleos urbanos. En esos días, fue ascendido a general. Después de la cruenta batalla del Ebro, cuando se hacía evidente el retroceso de las fuerzas republicanas, Hidalgo de Cisneros negoció con Stalin la entrega de armas al ejército gubernamental. Los refuerzos concedidos incluían 450 tanques y 250 aviones.

Caída Barcelona, Cisneros fue tentado a pasarse al bando de los sublevados, oferta que rechazó. El excomandante se refugió tras la Cortina de Hierro donde siguió participando del comité central del PC. Su esposa Constancia de la Mora era descendiente del político conservador Antonio Maura y divorciada del futuro mentor de Francisco Franco, Germán Bolin. El de Constancia e Ignacio fue el primer casamiento civil de España, un verdadero escándalo para la pacata y conservadora sociedad hispana. Concluida la contienda, Constancia se refugió en Estados Unidos donde frecuentó a Eleanor Roosevelt, la esposa del presidente norteamericano. Más adelante ella escribió sus propias memorias de esta época tan particular vivida junto al descendiente aviador y comunista de un virrey del Río de la Plata.

Artículo anterior
Artículo siguiente
Ultimos Artículos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

TE PUEDE INTERESAR

    SUSCRIBITE AL
    NEWSLETTER