A pesar de declararse gaucho honrado obediente de la ley y trabajador como un buey, tenía en su haber un voluminoso prontuario donde se destacaba el haber dado muerte a un tal Pedro José Rodríguez con alevosía.
Las aventuras de Guillermo Hoyos se multiplicaron y pasaron a la mitología popular, recogida por Eduardo Gutiérrez, artífice del arquetipo del gaucho pendenciero y mal entretenido, perseguido por una justicia que no siempre le hacía honor a su nombre. Gutiérrez tuvo oportunidad de conocer personalmente a Hormiga Negra, terror de la policía y taita del gauchaje. Pensando que habría de encontrarse con un personaje que inspiraba terror, Gutiérrez se entrevistó con un hombre delgado, de piel curtida, surcada de arrugas, luciendo un bigote que los años habían sembrado de canas. Paisano retrucador y refranero le contó su historia a Gutiérrez, llena de falsas acusaciones por ser el único gaucho pícaro a quien culpar por esos lados.
Lo apresaron y por dos años lo llevaban de un lado pa´ otro como caballo patrio, a ver si se pisaba en sus declaraciones. De varias cosas lo acusaron pero lo debían soltar hasta que en un nuevo entrevero dejaba a alguno marcado y a otro medio muerto porque el tal Hormiga era bravo con el facón.
Cuando la cosa de ponía brava se escondía y pasaba un tiempo poniendo distancia con quienes querían darle caza. Así paso unos meses en Arroyo del medio, en el límite con Santa Fe.
Al final le atribuyeron la muerte de la Sra. de Marzo y Guillermo Hoyos pasó ocho años en la prisión de la que salió para volver a sus pagos y convertirse en leyenda.
Cuentan que los hermanos Podestá llegaron con su circo a un pueblo del norte de la provincia y dieron vida a la obra de Gutiérrez. En medio de la función, cuando todos estaban compenetrados de las andanzas de un gaucho fiero al que llamaban Hormiga Negra, un paisano se levanta de la gradería y sin furia pero sin dejar dudas de su contundencia grita “Mienten”. Los actores callan, el público lo mira sorprendido. “Mienten les digo… y yo voy a contar como fue de endeveras” y sube al escenario a contar su historia, la del rubio Hormiga Negra, un matrero capaz de atropellar a Mandinga, que Dios se llevó de este mundo el 1° de enero de 1918.