A fines de noviembre de 1930, un grupo de artistas encabezados por Leónidas Barletta fundó el Teatro del Pueblo, apenas dos meses después de que los militares argentinos asaltaran el poder por medio del Golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y Argentina ingresara en un largo período de inestabilidad institucional denominado Década infame. Durante esos años, la crítica al teatro comercial se evidenciaba mediante la propagación de grupos de teatro independiente. Pero no todos esos grupos tuvieron la eficacia y la constancia en su lucha como Leonidas Barletta, el primer director del teatro. Quién ejerció ese puesto hasta su muerte, alternando con su profesión de periodista. Para Barletta el teatro era un instrumento de resistencia desde el arte ante el avance del fascismo. El teatro, entendido no sólo como espectáculo, sino como un reducto de encuentro entre actores, escritores, poetas y pintores Durante varios años el Teatro del Pueblo carece de lugar propio y estable, por lo que se ve obligado a recorrer distintos edificios que le concede la Municipalidad de Buenos Aires. En 1943 las nuevas autoridades municipales del gobierno militar lo expulsan violentamente del edificio de Corrientes 1530 que ocupaba desde 1937. A partir de ese momento ocupa en forma definitiva el subsuelo que alquila en Diagonal Norte 943.
“Cuando reabrimos la sala, en 1987, le tuvimos que poner Teatro de la Campana porque los herederos de Barletta, en su momento, negaron la cesión del nombre. Como el teatro tenía una estructura muy antigua, tipo salón de actos; estaba hecho para escuchar, no para ver. Renovamos la sala en un espacio bifrontal. De esa reestructuración nos hicimos cargo algunos teatristas, como Carlos Somigliana, Raúl Serrano, Osvaldo Dragún, Pepe Bobe, Rubens Correa y yo.” Declaró Roberto Cossa en una entrevista. Finalmente, en 1996, el Teatro del Pueblo abrió nuevamente sus puertas recuperando su nombre mediante un convenio que suscriben el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la Fundación Carlos Somigliana (SOMI), que desde entonces tiene a su cargo la dirección artística, técnica y ejecutiva.