Guerra de Yom Kippur

Los árabes deseaban vengarse de Israel desde la Guerra de los Seis Días de 1967. El presidente de Egipto Anuar el-Sadat y el presidente de Siria Hafez al-Assad comenzaron a planear el ataque cuando Israel rechazó una oferta de paz propuesta por Sadat a cambio de la retirada de Israel de los territorios ocupados después de la Guerra de los Seis Días. Esta nueva guerra tenía un objetivo concreto: con la ayuda de recursos bélicos (de equipamiento y de soldados) de otras naciones árabes, Egipto y Siria querían forzar a los israelíes a aceptar ese canje de territorios para lograr a cambio una paz definitiva (¿definitiva?).

El conflicto árabe-israelí ingresaba en una nueva etapa de enfrentamientos. La primera guerra había sido la Guerra de la Independencia de Israel, ocurrida en 1948 apenas declarada la independencia de Israel luego de que la ONU declarara la conformación del Estado de Israel. Israel ganó esa guerra y pasó a ocupar las regiones del Neguev y Galilea; al final de la guerra, las líneas del alto el fuego se transformaron en las fronteras de Israel. El segundo conflicto se desató en 1956 cuando Gamal Abdel Nasser, por entonces presidente de Egipto, decide nacionalizar el canal de Suez; en esta ocasión, Israel participa del conflicto en el que ya intervenían Gran Bretaña y Francia. El tercer enfrentamiento fue la Guerra de los Seis Días, en 1967. Israel logra una victoria resonante y ocupa Cisjordania, la franja de Gaza, el Sinaí y el Golan.

En noviembre de ese año, la resolución 242 de la ONU determina las condiciones de paz: la retirada de Israel de los territorios ocupados, la obligación de los países árabes de reconocer el Estado de Israel y la resolución del problema de los refugiados palestinos. Todo muy bien, pero nada de eso ocurrió.

En este estado de cosas llega la Guerra de Yom Kippur.

Siria lleva a cabo un ataque sorpresa en el Golan y Egipto en el canal de Suez. Irak y Jordania participan del conflicto, y en menor medida también lo hacen Argelia y Marruecos. La estrategia del presidente egipcio Anuar el-Sadat era desencadenar una atención e intervención internacional de una magnitud tal que forzara la aplicación de la resolución 242 de la ONU, que no había sido cumplida.

Inicialmente, los ataques árabes de Yom Kippur tomaron desprevenido a Israel; Egipto recuperó la orilla este del canal de Suez y Siria ocupó buena parte de las Alturas del Golan. A medida que la guerra se intensificaba, Moscú comenzó a proveer de armas a los países árabes y Washington a los israelíes. Los israelíes, comandados por el ministro de Defensa Moshe Dayan, eran menos en número pero estaban mejor organizados, mejor entrenados y tenían una gran determinación. En ese estado de cosas, los israelíes contraatacaron en el Golan reconquistándolo.

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Tanques israelíes cruzando el Canal de Suez - Variante israelí Nesher del avión de combate Mirage V sobrevolando los Altos del Golán - Soldado israelí rezando en la península del Sinaí - Tropas israelíes evacuando al personal herido - Tropas egipcias izando la bandera de Egipto en una antigua posición israelí en la Península del Sinaí - Soldados egipcios con un retrato de Anwar Sadat
Tanques israelíes cruzando el Canal de Suez – Variante israelí Nesher del avión de combate Mirage V sobrevolando los Altos del Golán – Soldado israelí rezando en la península del Sinaí – Tropas israelíes evacuando al personal herido – Tropas egipcias izando la bandera de Egipto en una antigua posición israelí en la Península del Sinaí – Soldados egipcios con un retrato de Anwar Sadat

 

 

El 17 de octubre, la OPEP reduce los envíos de petróleo hacia los países de Occidente y aumenta el precio del mismo. Antes de la Guerra de Yom Kippur la OPEP ya había duplicado el precio del petróleo, y durante la guerra la OPEP no sólo subió el precio otro 70% sino que los miembros árabes de la organización (la llamada Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo) redujeron la producción de petróleo a un cuarto e impusieron un embargo a los países que apoyaban a Israel, incluyendo a EEUU y sus aliados de Europa occidental. En enero de 1974, como para redoblar la apuesta, la OPEP volvió a duplicar el precio, que quedó en 11,56 u$d el barril.

El 23 de octubre, cuando a instancias y presiones de EEUU, URSS y la ONU se llegó a un “alto el fuego” con Egipto, Israel no sólo había dado vuelta el desarrollo de la guerra sino que había ampliado los territorios ocupados; y aunque siguió habiendo escaramuzas con Siria durante meses, la guerra parecía haber terminado.

En 1974, el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger viajó hacia Jerusalem y Damasco con la intención de tejer un acuerdo de paz. En mayo, representantes de Israel y Siria firmaron en Ginebra un documento que establecía una frontera nueva, vigilada por la ONU, en las Alturas del Golan. En ese acuerdo, además, se estipulaba que Israel devolvería a Siria 480 km2 de territorio y la ciudad de Quneira.

Esto significó un éxito para Richard Nixon (antes de su dimisión por el caso Watergate) y para Golda Meir, que había anunciado su dimisión en favor de Yitzhak Rabin. Tras los acuerdos que confirmaron el alto el fuego, Egipto e Israel iniciaron conversaciones reservadas bajo el patrocinio de Estados Unidos destinadas a fomentar un acuerdo de paz estable entre los dos países. Los puntos del acuerdo contemplaban varias cosas: primero, Israel abandonaba los campos petrolíferos de Abu Rodeis, de los que recibía la mayor parte de su suministro, aunque conservaba algunos minoritarios (al mismo tiempo, Estados Unidos e Israel firmaban un acuerdo por el cual EEUU suministraría a Israel el petróleo que necesitara). Segundo, Israel dejaría varios pasos estratégicos bajo control de la ONU, que permitiría a tropas egipcias ocupar partes del Sinaí bajo su vigilancia permanente. Tercero, Egipto se comprometía a levantar los bloqueos en el Mar Rojo y permitir que a través del canal de Suez circularan en ambos sentidos buques que suministraran material no militar a Israel. Cuarto, Egipto renunciaba a declarar unilateralmente la guerra y a efectuar amenazas contra Israel salvo que este atacase a un país árabe.

Estos acuerdos mejoraron inicialmente las relaciones entre los países árabes y EEUU, pero enseguida los líderes radicales de Irak y Libia calificaron de traidor al presidente sirio Hafez al-Assad, sosteniendo que la tregua firmada no había significado ningún avance para la cuestión palestina.

Egipto, mientras tanto, sintió cierto resarcimiento por las derrotas anteriores y se restableció un cierto equilibrio simbólico con Israel. Esto facilitó que el principal país árabe se alejase de la órbita soviética y se acercara más a EEUU, mientras que Siria mantuvo su vinculación a la URSS. La aproximación de Egipto al mundo occidental favorecería diversos acuerdos con Israel (Sinaí I y Sinaí II), que culminaron en los acuerdos de Camp David en 1978.

A pesar de todo, la paz no fue una buena paz, debido al crecimiento del terrorismo internacional por parte de grupos palestinos y a un gran acoso diplomático contra Israel iniciado por la unión que formaron en la ONU los países árabes y el bloque del Este, unión que generó más de veinte resoluciones consecutivas contra Israel.

Pero las implicaciones internacionales fueron mucho más allá del ámbito político: el embargo petrolero a Occidente y la rebaja de la producción de petróleo dispuesta por la Organización de Países Árabes Exportadores de petróleo en represalia por su respaldo a Israel, desencadenaron un notable aumento en el precio del crudo y una crisis en las economías industrializadas, siendo esta la principal consecuencia económica global del conflicto.

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