Las dos mujeres retratadas en esta singular pintura de autor desconocido son Gabrielle y Julienne d’Estress. La dama de cabellos rubios era la favorita de Henri IV y la otra, era su hermana, la duquesa de Villars.
A pesar de que Gabrielle estaba casada con el Duque de Lancourt había conquistado el corazón del hombre más poderoso de Francia, quien había llegado al trono después de 18 años de guerras religiosas con su célebre “París bien vale una misa”.
A Henri le gustaba decir que el mundo se negaba a creer en tres cosas que sin embargo eran verdad: que Elizabeth de Inglaterra era doncella, que el Archiduque de Austria era un gran capitán y que él mismo, como Rey de Francia, era un devoto católico.
Henri IV estaba casado con María Valois, con quien tenía un matrimonio sin descendencia ni amor, mientras que con Gabrielle, al momento de ser retratada, ya tenía tres hijos y un cuarto en camino. Henri necesitaba desesperadamente herederos que asegurasen su dinastía y además amaba sinceramente a Gabrielle. Esto lo llevó a anunciar su intención de convertir a su amante en Reina de Francia, a pesar de la natural oposición de María Valois y del mismísimo Papa, que se resistía a convalidar el divorcio del monarca.
La curiosa disposición de las damas hace suponer una relación lésbica. Sin embargo, al tocar el pezón de su hermana, Julienne denota el estado de gravidez de la amante de Henri, que lleva en su vientre al heredero del trono y sostiene entre sus dedos el anillo que el rey le había regalado el 2 de marzo de 1599 como alianza de matrimonio. Nada se interponía entre ella y la corona, o al menos eso era lo que ella creía al ser así retratada, aunque la posibilidad de que uno de sus hijos bastardos concebidos en doble adulterio, llegase a ser rey de Francia, irritaba a todo el mundo. Pero aún así Henri IV prosiguió con su intención de casarse con Gabrielle.
Todo estaba listo para la boda que habría de celebrarse en Fontainebleau después de las Pascuas. Ningún detalle fue obviado por la futura reina, que ya había preparado su ajuar y se había probado el vestido de novia (probablemente esta sea la explicación de la dama bordando en segundo plano).
Poco antes del enlace, Gabrielle fue invitada a una cena en casa de Zamet, un rico banquero italiano, donde compartieron una agradable velada. La futura reina se deleitó con las exquisiteces con las que Zamet solía agasajar a sus convidados. Al día siguiente, Gabrielle se quejó de dolores abdominales, su estado de salud se deterioró progresivamente y en abril falleció después de dar a luz y antes de ser coronada. La versión oficial afirma que murió por una complicación durante el parto pero, muchos hablaron de envenenamiento e incluso que se trataba de una sanción divina. “Es la mano de Dios”, dijeron los médicos al ver el cuerpo hinchado y deformado de la mujer, que hasta hacía poco había sido la más hermosa de Francia. De todas maneras, poco demoró el Rey en buscar consuelo en los brazos de otra mujer. La escogida fue Catherine de Rohan, esposa del duque de Deuxponts. Hostigada por Henri y conociendo la suerte de su predecesora, Catherine se excusó ante el Rey diciendo: “Soy muy pobre para ser tu esposa y muy bien nacida para ser tu amante”.
TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO “Desnudo de Mujer” de Omar López Mato (Olmo Ediciones)