Francia se va de la OTAN

El 7 de marzo de 1966, el general Charles de Gaulle escribió a Lyndon Johnson, presidente de Estados Unidos, para comunicarle que Francia había decidido retirarse de la estructura militar de la OTAN. Las diferencias entre París y Washington eran notorias, tanto en lo referente a las relaciones Este-Oeste como a la guerra de Vietnam, pero el mensaje del presidente francés era de más largo alcance: Francia seguiría siendo miembro de la OTAN pero quería evitar todo compromiso que limitara su soberanía. Y había algo más.

Ignorando las normas que obligaban a los países miembros de la OTAN a consultarse entre sí antes de “cambiar de categoría” (en este caso, Francia se abría del entrelazado militar), el presidente de Gaulle anunció que, a partir de julio de ese mismo año, el personal francés no respondería a los mandos militares de la OTAN y que las fuerzas extranjeras tenían un año de plazo para retirarse de territorio francés. “Me niego a ver a Francia implicada automáticamente en una guerra por decisión de otras naciones” dijo de Gaulle. El presidente francés sostenía que esta decisión no ponía en duda de ningún modo el compromiso de Francia de participar en la defensa colectiva de la OTAN; según de Gaulle, se trataba de “modificar la forma de nuestra Alianza sin alterar el fondo”.

Obviamente estas declaraciones no eran suficientes para tranquilizar a los otros miembros de la OTAN, en especial a EEUU. Para colmo (de Occidente), después del anuncio, de Gaulle viajó… a la URSS.

El acercamiento de de Gaulle a Moscú era el resultado de su lucha contra la dominación estadounidense en la política exterior; desde el final de la guerra de Argelia, su actitud había sido cada vez más independiente y alejada de los intereses norteamericanos.

Basta con repasar sus movimientos políticos para comprobarlo: en 1963 de Gaulle había vetado, desafiando a Washington, la entrada de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea; rechazó el tratado de prohibición de ensayos nucleares y retiró de la OTAN a las fuerzas navales francesas. En 1964 reconoció a la China de Mao Tsé Tung, declinó una invitación del presidente Johnson para visitar EEUU y abogó por un Vietnam del Sur neutral. En 1965 escribió una carta de solidaridad a Ho Chi Minh, condenó la intervención norteamericana en Vietnam, retiró a los representantes franceses de la Organización del Tratado del Sudeste Asiático y se negó a participar de las maniobras de la OTAN.

También propulsó un boicot francés a la CEE hasta que la misma corrigiera ciertas tendencias que, sostenía, perjudicaban a Francia y su soberanía. La mayor parte de sus demandas fueron satisfechas, pero aún así Francia seguía mostrándose básicamente desconforme.

De Gaulle, sin ser de izquierda, empezó a cortejar a la URSS, considerada una especie de “aliada tradicional” de Francia después de que la por entonces Alemania Occidental rechazara su propuesta de formar un “pacto antinorteamericano”. Sin embargo, la URSS fue igual de reticente a apoyar la posición francesa de dsafiar la hegemonía de EEUU sobre Europa occidental. Y todo empeoró cuando en 1968 los soviéticos invadieron Checoslovaquia. Finalmente, Francia se alejó del tufillo soviético, al que lo acercaba no una convicción política real sino más bien un rechazo a la hegemonía norteamericana (“quizá convenga hacerme amigo de los enemigos de los que no me caen bien”).

En 2009, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció oficialmente el retorno de Francia al mando militar de la OTAN después de 43 años de ausencia, asegurando que París conservará su independencia de Estados Unidos en materia de defensa.

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