Hiratsuka Haru nació el 10 de febrero de 1886 en Tokyo. Hija de un oficial de alto rango, nieta de samurais, de Hiratsuka, como de su hermana, se esperaba que fueran como su propia madre, mujeres preparadas para asumir el papel que durante siglos se había asignado a las mujeres en Japón y en buena parte del planeta. Mientras que Taka se casó y mantuvo la tradición, Raichō supo desde muy joven que no quería casarse; que lo que deseaba era encontrar su propio camino, aunque tardara un tiempo en encontrarlo.
Raichō era una niña tímida, que sufría a causa de una frágil salud e intensos dolores de cabeza. Era una muy buena estudiante pero huía de los demás compañeros. Gustaba de la soledad y a menudo se refugiaba en su propia familia en la que, a pesar de seguir la tradición, disfrutó de cierta apertura como la aceptación de la moda occidental. Raichō estudió en los mejores colegios femeninos y se convirtió en una de las pocas mujeres en continuar estudiando.
En 1903 ingresó en el Universidad Japonesa para Mujeres en la que Raichō ingresó con la promesa hecha a su padre de centrarse en las asignaturas relacionadas con la economía doméstica y con otros aspectos que la prepararan para convertirse en una perfecta ama de casa. Sin embargo, Raichō dejó de lado estas clases y empezó a acudir a otras en las que se enseñaba literatura, filosofía o historia. Después de graduarse con una tesis sobre la idea de Dios, en 1906, continuó estudiando inglés porque consideraba que era la llave que le abriría la puerta del conocimiento occidental.
Poco tiempo después, Raichō protagonizaba un escándalo del que se harían eco los periódicos de la época al fugarse con un hombre casado, un artista con el que pretendía vivir una extraña experiencia que debería terminar en suicidio. Finalmente Raichō regresó a casa y se alejó un tiempo del mundo. Se refugió en la filosofía zen y siguió estudiando inglés.
En 1911 se embarcaba en una empresa que cambiaría para siempre su vida. Nacía Seito, una publicación que se convertiría en la primera creada y pensada por y para mujeres en Japón. El primer número arrancaba con una cita que recogía el sentimiento feminista en su país y el resto del mundo: “Al principio, la mujer era verdaderamente el sol. Una persona auténtica. Ahora ella es la luna, una pálida y enfermiza luna, dependiente de otro, reflejando el brillo de otro”. Seito se convirtió en el altavoz del pensamiento feminista y en un foro de reflexión sobre todos los asuntos que concernían a la libertad de las mujeres en la sociedad. Consciente del impacto que podría provocar en su propia familia, sobre todo en su padre, fue entonces cuando asumió el apodo con el que la conocerían todos.
La desigualdad entre hombres y mujeres nos avergüenza profundamente ante los occidentales, y la situación no cambiará hasta que se permita a las mujeres desarrollar sus mentes
Raichō inició una relación con un joven llamado Okumura Hiroshi con el que aceptó vivir al margen de las reglas y no se casaron a pesar de tener dos hijos en común. Sin embargo, décadas después, para garantizar un futuro a sus hijos, tuvieron que aceptar el hecho de que debían contraer matrimonio. Las cosas aún no habían cambiado tanto.
En 1920, lideraba la creación con otras feministas de Japón de la Asociación para las Mujeres Nuevas en la que se organizaron para reclamar el voto para las mujeres así como otros aspectos como la igualdad en la educación, el aborto, el divorcio o los derechos laborales de las mujeres.
Los últimos años de su vida los dedicó a la defensa de la paz y a escribir sus propias memorias. En 1964 sufría la pérdida de su compañero fiel al que sobrevivió apenas cinco años. El 24 de mayo de 1971 fallecía de un cáncer. Para entonces, hacía tiempo que se había convertido en un referente para las nuevas generaciones de mujeres feministas en Japón.