Hombre de mente superior, sus intereses fueron múltiples. Antropólogo y geógrafo, periodista y científico, político y explorador, supo empuñar la pluma y las armas para defender sus ideas junto al general Mitre en la revolución de 1874, y tambien brillar en los salones de la Sociedad Científica, que ayudó a fundar.
Expandió la mente de sus coterráneos al igual que las fronteras del país. Viajero incansable, describió en sus libros la Araucanía, el país del trigo y las cabañas, el Río Negro y la vida de los pueblos nativos. Sus conocimientos y defensa de los límites de nuestra geografía lo llevaron a ocupar la cancillería en tres administraciones, a la vez que se desempeñaba como profesor de la Universidad en la que se había formado.
Orador dotado, de palabra fácil y abundante, su voz vibró en conferencias nacionales e internacionales, en actos públicos y en la cátedra, defendiendo siempre la integridad nacional, desde el canal de Beagle hasta el Brasil, desde la cordillera al Río de la Plata.
Fue miembro del Instituto de Derecho Internacional, de la Real Academia Española, de la Real Academia de Historia y otras muchas asociaciones culturales que se honraron con su presencia. Y aún gozando de este prestigio, como decano de la Facultad de Derecho supo plantarse con vigor frente a un grupo de alumnos exaltados que pretendieron atropellarlo durante su decanato. No era hombre de dejarse avasallar sin luchar .
La mente y el coraje, la pluma y la doctrina se alternaron en su vida . Scribere est agere, era su lema. Predicaba y construía con sus palabras.
Más de 30.000 volúmenes atesoró en su biblioteca personal, y más de 400 trabajos brotaron de su pluma, además de recopilar cantos patrióticos e innumerables artículos que brotaron de su pluma, hoy archivados en 320 cajas del Museo Colonial de Luján (¿alguien los estudiará debidamente?).
El diario La Prensa lo contó entre sus colaboradores y hasta siguió a José C. Paz en su patriada contra el fraude electoral.
Era Estanislao Zeballos hombre risueño y activo, generoso, jovial y de sobria elegancia, siempre lucía una flor en el ojal.
Sus estudios antropológicos hoy se discuten con desdén por una falta de perspectiva histórica. No es lícito juzgar a las personas con los conocimientos e ideologías del siglo XXl sino bajo las perspectivas que importaban en la época que le tocó vivir .
Zeballos era un hombre de su tiempo, del positivismo y la construcción de una Nación, de la irrenunciable extensión de la soberanía y la defensa de la identifidad nacional.
Falleció un 4 de octubre en tierras lejanas. Sus restos fueron repatriados y honrados con sentidos discursos que recordaron al estadista y al docente, al escritor y al científico, al patriota y al hombre de mundo que enalteció a la argentinidad. En estos tiempos de simpleza ramplona, de mediocridad exasperante, vale recordar que supimos llegar a la altura intelectual de un Estanislao Zeballos en la conducción de los destinos de la Patria.