Cuando Emma Wedgwood se casó con su primo Charles Darwin, una de las cosas que más le preocupaba era su falta de fe. Miembro de la iglesia unitaria, Emma era una mujer piadosa, con profundas creencias, que había tenido una vida feliz y se había dedicado a cultivarse y a cuidar de los demás. Charles Darwin era un hombre de ciencia, obsesionado por la investigación y cuya única religión era lo que veía y experimentaba. Una vez casada con Darwin, Emma estuvo siempre a su lado, y a pesar de sus temores, fueron ejemplo de amor y respeto para los demás.
La bella inglesa que aprendió de Chopin
Emma Wedgwood nació el 2 de mayo de 1808 en Maer Hall, Staffordshire. Sus padres eran Josiah Wedgwood II y Elizabeth Allen. La pareja tuvo siete hijos, de los cuales Emma era la más pequeña. La familia Wedgwood no pertenecía a la aristocracia pero había progresado en los negocios gracias a la fábrica de cerámica fundada por el abuelo de Emma. La familia Wedgwood pertenecía a la iglesia Unitaria, una rama del cristianismo que no creía en la Trinidad de Dios.
Emma estuvo un tiempo viviendo en un internado londinense junto a su hermana Fanny donde recibió una buena educación. Pero lo que marcó verdaderamente su infancia fue el largo viaje que emprendió junto a su padre y sus hermanas por distintos lugares de Europa. En París tuvo el honor de recibir clases de piano de manos del gran compositor Frédéric Chopin. La familia Wedgwood visitó también otros lugares como Roma, Florencia, Ginebra o Milán.
De vuelta a su hogar, Emma rechazó varias propuestas de matrimonio para centrarse en el cuidado de su madre que se había quedado postrada en la cama y de su hermana mayor Elizabeth que sufría de enanismo y una severa curvatura de la columna.
La propuesta de un primo ateo
Mientras Emma vivía su vida en Europa y cuidando de su familia, su primo Charles había emprendido un largo viaje de cinco años en el Beagle, un bergantín que se dirigió rumbo a Sudamérica. Durante aquel viaje, Darwin había recibido el encargo de realizar investigaciones geológicas y catalogar distintas especies. Un viaje al cual se había opuesto su propio padre y cuyas discusiones Emma había presenciado en agosto de 1831.
Charles volvía a Inglaterra en 1836. Dos años después, el 11 de noviembre de 1838, proponía a su prima Emma matrimonio. Ella aceptó y se casaron el 29 de enero del siguiente año. Después de un breve periodo de tiempo viviendo en Londres, la pareja se trasladó a vivir a Kent, a una casa conocida como Down House donde vivieron una larga vida de casados que duró más de 40 años. En ese tiempo, Emma y Charles tuvieron diez hijos. Vieron morir prematuramente a dos de ellos, uno siendo un bebé y una niña de apenas diez años de edad, pérdidas que afectarían profundamente a la vida de sus padres. Los hijos que sobrevivieron fueron educados de manera respetuosa y sin autoritarismos, algo poco común en aquella época. Emma no sólo se hizo cargo de sus hijos sino que también cuidó con gran dedicación a su esposo, aquejado de una extraña enfermedad que le hacía sufrir dolores de cabeza y distintas afecciones, sobretodo en los momentos de mucho trabajo y tensión.
Las distintas creencias de Emma y Charles, una ferviente religiosa y un convencido escéptico no fueron problema para ellos. El respeto fue el secreto de aquel matrimonio que terminó el 19 de abril de 1882 con la muerte de Darwin.
Emma aun le sobreviviría unos años en los que permanecería en su hogar de Kent solamente a temporadas. En ciertas épocas del año se trasladaba para poder estar cerca de sus hijos.
Emma Darwin moría el 7 de octubre de 1896 a los 88 años de edad.