La ópera Elektra de Richard Strauss es furia, odio, muerte, la cruda barbarie de un mundo nocturno y antiguo, llevado a su máxima expresión, muy lejos de lo que habían sido hasta la fecha, las representaciones clásicas de una tragedia griega.
Richard Strauss no volvería a escribir con esta visión provocativa y vanguardista, con su siguiente trabajo Der Rosekavallier rompe con el díptico expresionista de Salomé-Elektra.
Es una ópera “de mujeres” pero a la vez enormemente machista, aunque los hombres son reducidos a meros objetos como Egisto o a simples medios con los que conseguir saciar la sed de sangre como Orestes en el fondo dominan la escena sin que sea necesaria su presencia, la ausencia de Agamenón.
El dolor vivido por las dos hermanas por la pérdida de Agamenón, su padre, se sitúa en polos opuestos, la esperanza, el deseo de ser mujer, la luz, el llanto más profundo y calmo de Crisotemis se encuentra con la antítesis de Electra donde el dolor histérico y obsesivo se une a la oscuridad y la venganza desde la rabia sedienta de sangre. La tercera mujer en discordia es la madre Clitemnestra, perseguida por sus sueños, neurótica, fácil presa de su astuta hija.
Vamos con su génesis. En 1905 después del gran éxito de Salomé, Richard Strauss se convirtió en el compositor más prestigioso de su tiempo. Dos años antes en Berlín había asistido a la tragedia Elektra de Hugo von Hofmannsthal, aunque le fascina, en un principio le detiene la idea de que Elektra tengan demasiados elementos en común con Salomé, como protagonista otra mujer, también del mundo antiguo, las dos heroínas sufren una obsesión que raya lo morboso y también comparten esa especie de danza mortal que les lleva al delirio, Salomé tiene la exótica oriental, un erotismo maléco pero Elektra es fría, distante, está sola viviendo su propia desdicha totalmente incompatible con el mundo exterior.
Hofmannsthal acaba por convencerlo de las diferencias entre las dos heroínas, será su primera colaboración que durará más de veinte años seguirían Der Rosenkavalier, en 1910, Ariadne auf Naxos las versiones de 1912 y 1916, Die Frau ohne Schatten en 1919, Die ägyptische Helena de 1927 y Arabella la última en 1933.
La Elektra de Hugo von Hofmannsthal no estaba concebida para un libreto de ópera, el autor tuvo éxito en reelaborar eltexto original de Sófocles con ese clima nocturno y tétrico que corresponde a un exacto perl psicológico en un rechazo a las anteriores versiones neoclásicas de Goethe de un mundo antiguo donde reina la grandeza, la sencillez y la calma y los personajes son movidos por un destino ya establecido. Eso es lo que atrajo al compositor.
La venganza más pura permanece junto con Electra siempre sobre la escena, también quedan como columnas temáticas las mismas que la tragedia original, su amor fraternal hacia Orestes y Crisotemis, la relación amoral entre Clitemnestra y Egisto o el matricidio pero Hofmannsthal le dota de esa atmósfera cruel y obsesiva que dene la tragedia griega.
Citaré alguna correspondencia del trabajo entre Hofmannsthal y Strauss en la elaboración del libreto el 22 de junio de 1908 Strauss le escribe:
“En la página 77 de «Electra» necesito una larga pausa después del primer grito de Electra: « Orestes! » Intercalaré un intermedio orquestal delicado y estremecido mientras Electra observa a Orestes, al que acaba de recuperar; puedo hacerle repetir varias veces entre balbuceosla expresión « ¡Orestes! ¡Orestes! ¡Orestes! »; de todo lo demás en este contexto únicamente interesan las expresiones «Nadie se mueve» y «Déjame ver tus ojos».¿Podría usted añadirme un par de versos antes de pasar al tono sombrío (cuando Orestesse dispone a abrazarla tiernamente) que comienza con las palabras: «No, no debestocarme»…”
Hofmannsthal respondió tres días después los ocho versos solicitados:
“¡Orestes! ¡Nadie se mueve! Déjame ver tus ojos. ¡Oh visión con que se me ha obsequiado! Más hermosa que todoslossueños. Indescriptible, arrebatador rostro, quédate conmigo, no te desvanezcas en el aire, no desaparezcas, a no ser que tenga yo que morir ahora mismo y te anuncies y vengas a buscarme: entonces muero másfeliz que lo que he vivido.”
Strauss quedaba muy satisfecho:
“Los versos correspondientes al reconocimiento de Orestes por Electra son maravillosos y tienen ya su música. Es usted un libretista nato; es éste el mayor cumplido de que soy capaz, pues para mí es mucho más difícil escribir un buen texto de ópera que una buena pieza teatral”
No hay muchas diferencias entre eltexto original y el libreto, la estructura queda prácticamente igual, con un solo acto y sin división de escenas. Los retoques fueron en dos momentos dramáticamente muy intensos, el dúo de Elektra con Crisotemis y sobre todo, como lo mencionaban las anteriores citas, la presentación de Orestes cuando su hermana lo reconoce.
Empieza a trabajar en mayo de 1906 y en poco más de dos años, en septiembre de 1908 acaba la partitura. El estreno fue el 25 de enero de 1909 en Dresde con la dirección de Ernst von Schuh, como protagonistas tres grandes cantantes Annie Krull como Electra, Margarethe Siems dando vida a su hermana Crisotemis y Ernestine Schumann.Heink, la madre Clitemnestra.
El público que en un principio la tacharía de inmoral tardó algún tiempo en asimilar ese nuevo lenguaje, pero fue muy pronto un gran éxito, curiosamente sólo será eclipsado por su propia ópera posterior Der Rosenkavalier.
Un breve argumento
Nos situamos en Micenas, en la Puerta de los Leones.
Clitemnestra ayudada por su amante Egisto ha asesinado a su esposo Agamenón, y tiene miedo de la venganza de sus hijos: Electra, Crisotemis y el desaparecido Orestes.
Electra, espera la llegada de su hermano Orestes para que vengue a su padre. La noticia de la muerte de Orestes, hace que Electra piense en vengarse ella misma y pide ayuda a su hermana, pero Orestes había ngido su muerte y cumple su venganza matando a Clitemnestra y a Egisto; Electra, en una delirante danza triunfal, al ver cumplido su sueño, entra en trance y cae inerte.
El personaje de Electra ha fascinado durante siglos, desde su creación allá por el 400 a.c. En un principio debido altrato público de la terrible tragedia que sacada a la luz, servía de algún modo para desterrarla. Pero enseguida revela una mirada en el abismo del hombre, es esa puerta prohibida que lleva al terror, que esconde nuestras propias angustias, nuestro yo-monstruoso.
Strauss y Hofmannsthal intentan llevar al teatro y a la música la pintura de los expresionistas: Wassily Kandinsky, Erich Heckel , Ernst Ludwig Kirchner, o Franz Marc como diría el propio compositor: «busqué los límites supremos de la armonía, la polifonía psicológica y la capacidad del oído actual de asimilar lo que oye».
También se ha hablado sobre la homosexualidad del personaje, aludiendo al dúo, bastante erótico, con su hermana Crisotemis, no hay que olvidar que se escribió en la época, se alude recurrentemente a la sexualidad para dar explicación a la psique humana. El contraste entre la feminidad sensual y maternal de la hermana con la asexualidad, a mi entender, de Elektra no debiera confundirnos.
No obstante Carl Gustav Jung en 1912 designaría el “complejo de Electra” como la contrapartida femenina al de Edipo, explicando la atracción de una niña para con su padre.
No existe una descripción explícita de la muerte de Elektra después de su danza “se derrumba y cae a tierra inerte”. Normalmente la muerte se convierte en una expiación catártica, en la salvación última. Quizá Elektra debe ser víctima, quizá le fuera imposible seguir viviendo un vida normal. Elektra pertenece de algún modo al mundo de la muerte, no al de la vida. Ya dijo el autor:” Elektra deja de ser Elektra porque se ha dedicado por completo a ser Elektra”
La utilización simbólica y armónica en la dramaturgia de Elektra es asombrosa desde el inicio ex abrupto del drama sin ningún preludio a la obsesiva llamada a su padre asesinado “Agamenón” hasta culminar en la danza histérica y liberatoria que provoca su muerte.
Toda la complicada partitura desborda de imaginación tímbrica en su elaborada orquestación donde son numerosas las partes al límite de los registros de los instrumentos, la dicultad se acentúa todavía más al ampliar y a la vez dividir, por ejemplo violines y violas en tres grupos independientes, el orgánico de la orquesta como nunca se hizo hasta la fecha.
Orquesta: 8 primeros violines, 8 segundos y 8 terceros, 6 primeras violas, 6 segundas y 6 terceras, 6 primeros violoncelos y 6 segundos, 8 contrabajos. Flautín, 3 autas de con-cierto, 2 oboes, corno inglés, heckelfono, clarinete bajo, 3 fagotes, contra-fagot; 4 trompas, 2 tubas en si bemol, 2 tubas en fa, 6 trompetas, trompeta baja, 3 trombones de vara, trombón contrabajo, tuba contrabajo, de 6 a 8 timbales, juego de timbres, triángulo, pandero, tambor pequeño, vara, platillos, bombo, tantán, gong (3-4 ejecutantes), celesta, 2 arpas, «doblar en la medida de lo posible»…
Terrible resulta igualmente la escritura para la voz de la protagonista que en vez de ser una soprano heroica, se convierte en una heroica soprano cercana al grito muchas veces, con una tesitura inhumana y soportando siempre en escena la enorme tensión dramática.
Ernestine Schumann-Heink, la primera Clitemnestra describió su experiencia en esas primeras representaciones:
«algo espantoso…. Éramos un hatajo de mujeres desquiciadas…. No hay nada más allá de Elektra. … Constituye un punto nal, y creo que el propio Strauss lo sabe».
Con Elektra, Richard Strauss se sitúa entre Wagner y Schönberg, lejos de su contemporáneo Puccini, aunque los dos hablen de mujeres y utilicen recursos dramáticos similares, Puccini y Strauss realmente fueron los últimos compositores con verdadero sentido teatral eso les costó llevar a la ópera a tal extremo que realmente acabaron con el género para siempre.
Texto extraído del sitio: https://iopera.es/elektra/