Obligado, el tradicionista porteño

Pastor Servando Obligado, figura hoy casi olvidada, es un personaje típico de la Generación del Ochenta que resulta interesantísimo en tanto que se ocupó de recopilar para la posteridad muchísimos relatos de la tradición oral argentina decimonónica.

Proveniente de una familia distinguida, nació el 26 de octubre de 1841 y fue el hijo de Pastor Obligado, conocido por ser el primer gobernador de la Provincia de Buenos Aires separada de la Confederación. Sabiendo esto, no sorprende que el joven Pastor acudiera realizara sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires ni que siguiera una carrera en leyes, eventualmente doctorándose en Jurisprudencia en 1862.

Pero Obligado también tenía una fuerte veta creativa y comprometida que lo llevó, ya por estos años mozos a colaborar con diversas publicaciones periódicas y causas. En esta época frecuentaba varios clubes y escribió artículos sobre actualidad, sobre política y, notablemente, sobre conflictos en los que participó militarmente, como la batalla de Pavón en 1861 o la Guerra del Paraguay en 1865. En paralelo, impresionado por el estado precario de la educación en la Argentina, desde todo tipo de tribunas pregonó por la difusión de la enseñanza en todos los niveles. Estableció escuelas en cuarteles, en rincones alejados del país y, además, se interesó por la cuestión inmigratoria, cosa que veía atada al futuro nacional.

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Pastor S. Obligado.
Pastor S. Obligado.

 

 

Acabada la guerra, Obligado también dedicó un tiempo al estudio de las provincias del Norte argentino – fundamentalmente Salta -, pero para 1871 partió en un extenso viaje que lo llevaría por todo el mundo. Sus memorias de este momento, recogidas en el volumen Viaje a Oriente, junto con un álbum de fotos raras y exquisitas que servirían para catalogarlo como el primer coleccionista fotográfico del país, permiten trazar un complejo recorrido que lo llevó de Europa a Japón a lo largo de tres años. Tanto disfrutaba de los viajes que, tras un breve retorno al país en el que contrajo matrimonio con Teresa Ortega, decidió volver a salir en 1874 con su flamante esposa, esta vez con destino al Norte a lo largo de la costa del Pacífico. En este segundo periplo, pasó por Chile – donde participó de los homenajes por el centenario del nacimiento de O’Higgins – y por Perú, reuniéndose en Lima con su ídolo, el escritor Ricardo Palma. De ahí, continuó a Estados Unidos y, por lo que describió en Los Estados Unidos tal cual son, sabemos que visitó varias ciudades importantes de este país.

De vuelta en Buenos Aires a finales de la década del ochenta, justo antes de realizar su último viaje a Europa, publicó el primer tomo de sus afamadas Tradiciones argentinas (1888) – a veces también llamadas Tradiciones de Buenos Aires. Fuertemente basadas en el concepto desarrollado por Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas, aparecidas por primera vez en 1872, durante 10 tomos que se publicarían bajo distintos nombres hasta 1921 Obligado se ocupó de recuperar lo que podríamos denominar pequeñas historias de la Historia argentina. Ya fueran anécdotas, recuerdos familiares, detalles sobre personajes o algo sobre un edificio que había desaparecido, la labor del “tradicionista”, como él gustaba denominarse, era la de dar cuenta de todo de un modo que, aunque no fuera completamente realista, sabía combinar lo mejor de la imaginación del autor para darle un brillo de autenticidad a las cosas que se decían de nuestro pasado. Así, en palabras usadas por Ángel Justiniano Carranza en el prólogo de la tercera sección de sus Tradiciones, él describía el proceso de Obligado diciendo: “Con el objetivo único de salvar lo poco que va quedando de una época que ya se borra, nuestro autor, con los ojos y el espíritu fijos en la tierra amorosa del hemisferio republicano, escudriña el tesoro que guarda su tradición y (…) traslada al papel escenas y diálogos que conservan todo el sabor de la realidad (…).”

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Tradiciones de Buenos Aires (1888).
Tradiciones de Buenos Aires (1888).

 

Convencido de que ésta era su vocación, en los últimos años del siglo abandonó la actividad legal – en la que había, de todos modos, desarrollado interesantes reformas para facilitar el acceso a la justicia – y, excepto por su intensa labor gestionando sus tierras en el Paraguay, se dedicó casi completamente a la escritura. Así fue que, por entonces, recibió distintos reconocimientos como fueron su inclusión en la Real Academia Española de Lengua, en la Junta Histórica y Numismática (hoy Academia Nacional de Historia) y en otras.

Reconocido y apreciado por su medio, Pastor S. Obligado finalmente falleció el 2 de julio de 1922.

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Obligado y su nieta.
Obligado y su nieta.

 

 

 

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