El mundo del rugby dejó de ver a Los Pumas como un conjunto de jugadores aguerridos con una mística respetable que tackleaban a destajo y “le hacían partido” a las potencias y empezó a respetarlo por su juego, completo y equilibrado, con la durísima defensa de siempre y con la capacidad de generar ataques desde el fondo de la cancha como nunca antes había mostrado un equipo argentino.
En un mes y medio, lo que duró el torneo, Argentina venció a tres seleccionados top ten del ranking: Irlanda, Escocia y dos veces a Francia, en su propia casa, en el partido inaugural de su propio Mundial y en el partido por el podio del torneo, que Los Pumas alcanzaron por primera y hasta ahora única vez en su historia. Los cuatro triunfos mencionados fueron categóricos, indiscutibles, sin una mínima arista de duda.
A lo largo del torneo Los Pumas marcaron 23 tries y recibieron sólo 8. De los 23 tries marcados, 9 fueron conseguidos en jugadas excelentes de contraataque a partir de pelotas recuperadas, 8 en jugadas de ataque sostenido con variantes y cambios de ritmo, 4 desde pelotas jugadas a partir de penales a favor y dos desde el scrum.
El plantel de Argentina, de 31 jugadores, tenía 17 jugadores que también habían jugado el Mundial anterior en Australia, en 2003. Marcelo Loffreda, el head coach del seleccionado, había sido el entrenador también en aquel Mundial y había vuelto a confiar en muchos de los jugadores. Los entrenadores asistentes que acompañaban a Loffreda (un extraordinario jugador, ex capitán de Los Pumas, ingeniero) eran Daniel Baetti (otro ex-Puma, médico rosarino) y Diego Cash (inolvidable pilar, ex-Puma, arquitecto) ocupándose sobre todo del scrum. El promedio de edad del equipo era de 28,6 años, siendo el mayor el tucumano Omar Hassan (36 años) y los menores Horacio Agulla y Gonzalo Tiesi (22 años). De los 31 jugadores elegidos, 15 ya jugaban en el rugby francés, 6 en el rugby inglés, uno en el irlandés, uno en el italiano y 8 en el rugby argentino, todos en el torneo de Buenos Aires (URBA). El capitán del equipo era Agustín Pichot y el subcapitán fue Gonzalo Longo.
Ese primer partido podría decirse que fue el partido estratégicamente más perfecto que Argentina haya planeado y ejecutado en todas sus actuaciones en Mundiales. Francia comenzó con ímpetu pero se empezó a desinflar a mitad del primer tiempo; Argentina, imperturbable, tuvo una actitud defensiva inicial tan sobresaliente como intimidante, y después, olió sangre y clavó el puñal: a los 26′, Horacio Agulla intercepta un pase de R. Martin en mitad de cancha y se la pasa a Ignacio Corletto que viene a todo vapor desde el fondo y aterriza en el ingoal rival. Argentina sostuvo el resultado a favor todo el resto del partido, sin comodidad pero sin sufrir demasiado: 17-12. El resultado fue la lógica consecuencia del planteo excelente de un equipo en el que cada jugador confiaba en el compañero que tenía al lado. El primer paso había sido gigante.
Mientras Francia tendría 9 días de descanso hasta su segundo partido, Argentina tuvo que jugar su segundo partido sólo 4 días después: el 11 de septiembre, en Lyon, contra Georgia (un lote de heladeras industriales de doble puerta con rueditas y caras de pocos amigos cuyo mprincipio del rugby era chocar o embestir cualquier cosa que respirara dentro de una cancha). Argentina debía tratar de ganar y de obtener el punto extra que se otorgaba por marcar 4 tries, ya que esos puntos extra podrían tener alguna incidencia en la definición de la zona, habida cuenta que había tres candidatos entre los que se definiría el grupo, y sólo dos de ellos pasarían a cuartos de final. El partido fue muy duro, Los Pumas hicieron 7 cambios en la alineación después del duelo contra Francia, y al final del primer tiempo el marcador estaba apenas 6 a 3. A los 47′, se ataca desde un line out, se recicla el ataque y Lucas Borges apoya el primer try en la bandera derecha. Diez minutos después, nuevamente Borges define un contraataque recibiendo un pase de Juan M. Hernández. Faltaban menos de diez minutos y Los Pumas necesitaban dos tries más para obtener el punto bonus. En un penal a favor, Hernández juega rápido hacia afuera, Nicolás Fernández Miranda limpia un ruck con la velocidad y elegancia con que sólo él puede hacerlo y asiste a Patricio Albacete por el ciego derecho: try. Falta uno. El partido se acaba, es el último minuto: Hernández ataca, es detenido en los 22m rivales y desde piso saca un pase impensado que manda a Federico Martín Aramburú hacia el try. Es 33-3 y el punto extra asegurado.
El tercer partido fue el 22 de septiembre en el Velodrome de Marsella, contra Namibia, el rival más débil del grupo. Argentina tarda un poco en soltarse pero termina jugando bien y marcando muchos tries de calidad. Rodrigo Roncero después de un repiqueteo de forwards, Juan Leguizamón levantándose desde un scrum y Manuel Contepomi en la punta marcaron en el primer tiempo. En el segundo iempo Los Pumas apabullaron a sus rivales y marcaon 6 tries más: Felipe Contepomi luego de un ataque abierto desde un line out, Leguizamón arremetiendo en un continuado, Gonzalo Tiesi en la bandera derecha, Corletto luego de un ataque de Hernán Senillosa, un try penal obtenido por el empuje abrumador del scrum, y una buena jugada de Federico Todeschini luego de un kick de él mismo. Triunfo indiscutible y a esperar el partido decisivo para clasificar a cuartos de final: contra Irlanda, otro top ten mundial.
El 7 de octubre, en Saint-Denis, Argentina supera el siguiente escollo: Escocia, la tercera potencia del hemisferio norte que le tocó enfrentar en el torneo. Gana 19-13 en un partido muy parejo, cerrado, áspero e impreciso. El try lo marca Gonzalo Longo alos 32′, luego de tapar un kick de despeje escocés en su zona defensiva. Argentina sufre los embates escoceses, pero la defensa es sólida y el resultado justo. Los Pumas en semifinal. Inédito. El rival sería Sudáfrica, nuevamente en Saint-Denis, el 14 de octubre.
El entrenador de Sudáfrica, Jake White, planteó el partido en forma brillante. Previendo un frecuente uso del pie por parte de Argentina, dejó siempre tres o cuatro jugadores atrás que fueron un frontón para los kicks argentinos, hizo marca envolvente en las puntas, no en el centro, y dejó que Argentina se cebara e hiciera el gasto al principio. Le salió todo perfecto. Marcaron 4 tries, todos originados en pelotas que perdió Argentina y aprovechaon inmediatamente: dos tries de intercepción (Du Preez interceptó un pase de F. Contepomi y Habana un pase de Hernández) al principio y al final del partido y otros dos de pelotas recuperadas por un tackle (Habana) y un mal pase (Roussow). Argentina marcó un buen try (M.Contepomi) desde una pelota recuperada luego de un line sudafricano. Los Pumas cometieron el pecado e atacar en forma muy abierta y rápida, jugando un juego al espacio con audacia pero sin la precisión necesaria ante rivales como los Springboks, que no perdonaron ni una y fueron prácticos y pacientes. El resultado (37-13) de ninguna manera expresa la realidad del partido, que fue más parejo que lo que marca el score. Los Springboks tuvieron punch y control, Los Pumas no.
Los Pumas obtuvieron así el mayor logro de su historia: el tercer puesto en un Mundial. Fueron un equipo serio, equilibrado, que confiaba en sus fortalezas y superó sus debilidades con actitud e inteligencia. El entrenador confiaba en sus jugadores y los jugadores en su entrenador. Como pocas veces, la calidad del juego de Los Pumas fue admirada y reconocida en forma unánime y Argentina comenzó a pararse de otra manera en el ámbito del rugby mundial.