El Plan Marshall, cuyo nombre oficial fue European Recovery Program, tomó como nombre el del Secretario de Estado que lo diseñó, George Marshall.
Las causas que motivaron el Plan Marshall
El Plan Marshall, aunque pretendía servir como base para la recuperación económica y social de los países europeos tras la II Guerra Mundial, según indican algunos historiadores, no era una ayuda desinteresada. La realidad de aquel momento, en los albores de la Guerra Fría, llevó a Estados Unidos a implicarse en la reconstrucción de una Europa que sirviese para frenar la expansión del comunismo de influencia soviética. Esta medida bajo el influjo de la Doctrina Truman, según la cual era necesario apoyar a»los pueblos libres» en su lucha contra «los intentos de subyugación por minorías armadas o por presiones exteriores», en clara referencia a la Unión Soviética y a grupos guerrilleros o partidos políticos de esta tendencia.
También influyó, y no poco, en esta decisión que una Europa destruida y sin capacidad económica no podría importar productos estadounidenses. Por tanto, uno de los motivos fue la de apoyar a la industria y empresas norteamericanas en su intento de exportar sus productos al Viejo Continente.
Por tanto, con el apoyo a la reconstrucción de Europa se esperaba contribuir a crear sociedades prósperas, en los que existieran derechos laborales en un contexto de bienestar económico y social. Con ello se preveía que se evitaría que en una situación de pobreza, desigualdad y desestructuración social, los obreros de Europa Occidental se viesen seducidos por las ideas socialistas y los regímenes prosoviéticos que se implantaron en la Europa Oriental. El plan fue apoyado por los dos grandes partidos estadounidenses: el Demócrata y el Republicano.
¿Quién se benefició del Plan Marshall?
Los países que recibieron esta ayuda y fueron beneficiarios del Plan Marshall fueron diversos. No obstante, la cantidad económica que recibieron fueron diferentes. Los más de 12.000 millones de dólares se repartieron siguiendo un criterios que contemplaban la población y la capacidad industrial. La filosofía sobre la que se asentaba era la creencia de que si despegaban los países más fuertes, tirarían del resto de naciones europeas. También se valoró si habían sido países aliados durante la contienda, si fueron neutrales o si, en cambio, participaron en el bando del Eje.
El país más beneficiado fue el Reino Unido, que percibió el 26% del total. Francia, un 18%. La Alemania Occidental, un 11%. En cambio, la Unión Soviética rechazó para sí y para los países que quedaron bajo su órbita participar de esta programa de ayuda, el cual consideraban un instrumento del imperialismo que comprometería su soberanía e independencia.
En 1953 George Marshall, el Secretario de Estado que lo diseñó, recibió el Premio Nobel de la Paz por contribuir a la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial.
La aplicación del Plan Marshall
Para la aplicación del Plan Marshall se creó en Estados Unidos una entidad denominada Administración para la Cooperación Económica (ACE). El resto de los países, lo beneficiarios, a su vez, crearon la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE), con la finalidad de gestionar eficientemente las ayudas,. Entre los países miembros estaban Francia, Portugal, Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, Austria, Dinamarca, Noruega, Grecia, Suecia, Suiza, Irlanda, Islandia, Turquía y Grecia. Estos dos últimos fueron importantes por su situación periférica y circunstancias políticas interiores. Posteriormente se unieron España, Canadá y Estados Unidos, entre otros.
Las ayudas norteamericanas se transferían a los gobiernos locales, aunque la administración era conjunta entre éstos y la ACE. Un comisario de la ACE se encargaba de asesorar sobre la mejor forma de administrar las cantidades recibidas.
El gobierno estadounidense consiguió el objetivo de fomentar la compra de productos de sus empresas por parte de Europa. Primero se compraron bienes de primera necesidad, pero pronto se pasó a comprar otros tipos de productos para reconstruir las ciudades y las infraestructuras.
Se calcula que de los casi 13.000 millones de dólares, alrededor de 3.400 se dedicaron a materias primas y productos semifacturados, 3.200 en comida, fertilizantes y lienzo, 1.900 en maquinaria y vehículos y 1.600 en combustibles.