Sin duda alguna el Jockey Club se ha convertido en el signo más representativo de status y prestigio social entre la oligarquía argentina. El incendio del Jockey Club durante el peronismo tuvo, por eso, un valor casi simbólico en la campaña contra la oligarquía.
El Jockey Club fue creado en 1883 durate la primera presidencia de Roca, por iniciativa de Carlos Pellegrini, quien tuvo la idea contemplando el espectáculo del Derby en el hipódromo Chantilly de París. El grupo inicial que formaba el club era tan reducido que no pasaba de 43 socios.
En 1896 se comenzó la construcción de la calle Florida 559, que se inauguró con un gran baile el 2 de septiembre de 1897. Pellegrini le describe en una carta a Miguel Cané la magnificencia del flamante edificio: “el hall es hermosísimo, pero todo desaparece ante la escalera soberbia, que se levanta y desarrolla con una curva armoniosa. Allá en el primer descanso un foco de luz divina, la Diana ideal, parece que se eleva lanzando una flecha…”.
El edificio, incluidos muebles, costó en la época tres millones de pesos. En un tiempo en que el peso argentino cotizaba muy bien, y en que las finanzas del Club iban mejor aún, sus dirigentes aprovecharon para comprar en Europa colecciones de arte, destacándose un biombo voromandel de China, pieza antiquísima, y dos cuadros de Goya: La Boda y El Huracán.
La biblioteca también contaba con valiosas piezas, entre ellas algunos libros pertenecientes al general San Martín, vendidos por el albacea de su nieta, señora Balcarce de Gutierrez Estrada. También se adquirió el archivo completo y el diario íntimo del almirante Le Blanc, jefe de la escuadra bloqueadora de Buenos Aires durante la época de Rosas.
La comisión directiva del Jockey Club consta de un presidente y 20 miembros elegidos por los socios. Hay una comisión de carreras, cuyo presidente es a la vez el vicepresidente 1° del Club, y una comisión de interior, que la preside el vice segundo del Club. Algunos de los presidentes del Jockey Club, además de Pellegrini, han sido: Miguel Cané, Samuel Hale Pearson, Miguel Martinez de Hoz, Saturnino Unzué, Joaquín Anchorena, Eduardo Bullrich y Horacio Bustillo, entre otros.
De los 143 socios iniciales, el Club se ha ampliado mucho a través de los años, pero su carácter restringido le impide pasar el númer de 7.500 socios, que es el que tiene en la actualidad. Para admitir un socio nuevo es preciso que se produzca una vacante.
Con la llegada del peronismo, el Jockey pasó el peor momento de su historia. Durante el primer gobierno de Perón, la Municipalidad, mostrando su sentido del humor, instaló frente a las escalinatas del Jockey un maloliente puesto de pescado. Los atildados socios se encontraron de pronto con el ambiente de mercado popular invadiendo su exclusivo recinto.
En 1953 las relaciones entre Perón y la oposición se ponen más tensas, y la burla displicente con que se trató al Jockey se convierte en violencia. El 15 de abril de ese año, un acto peronista en Plaza de Mayo es interrumpido por el estallido de un par de bombas. En revancha, grupos de jóvenes pertenecientes a la Alianza Libertadora Nacionalista queman los edificios de la Casa del Pueblo, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata Progresista y el Jockey Club. A las 12 y 20 de la noche el Jockey Club fue invadido por un grupo que entró por la ventana de la gerencia, que daba a la calle Tucumán. Los testigos presenciales hablan de una batahola de gritos, balazos y maderas encendidas en medio de la oscuridad.
La Diana cazadora de Falguieri, estatua que adornaba el hall central, rodó por la escalera y se hizo pedazos. La pinacoteca se perdió completamente, incluyendo los cuadros de Goya.
A la mañana siguiente, seis dotaciones de bomberos conseguían apagar el incendio.
El 21 de mayo el gobierno da el golpe definitivo al Jockey; los hipódromos son nacionalizados, pasando a depender de Lotería y Casinos. No obstante, el núcleo más exclusivo de sus socios no se disolvió pese a tantas adversidades, y uno de sus ex presidentes, Joaquín Anchorena, cedió su vieja casona de la calle Charcas al 900 como sede improvisada del semiclandestino Jockey Club.
A la caída de Perón se formó un comité de Recuperación del Jockey Club, y el 21 de abril de 1958, conseguida la personería jurídica se nombra la nueva comisión directiva, con Joaquín de Anchorena como presidente. Para la nueva sede se compra la vieja mansión de Samuel Hale Pearson, uno de los ex presidentes de la institución, en Cerrito 1353, casualmente frente a la estatua del fundador, Carlos Pellegrini.
Extraído de “Los Oligarcas” de Juan José Sebreli (Colección “La historia popular/vida y milagros de nuestro pueblo”)