“Siempre me llamaran el ladrón del Watergate, aunque nunca estuve en ese condenado sitio”. Así se explicaba en 1977 en una entrevista al diario ‘The Miami Herald’ E. Howard Hunt que, junto con G. Gordon Liddy, organizó el asalto de la sede del Partido Demócrata para así obtener información confidencial que pudiera servir en la reelección de Richard Nixon en 1972.
Y, efectivamente, Hunt, que murió el 9 de octubre de 1918de neumonía a la edad de 88 años, permanecerá para siempre vinculado al famoso escándalo que costó la Presidencia a Richard Nixon y provocó una tremenda crisis política y de confianza en Estados Unidos.
La biografía de Hunt es la de un personaje de una novela de John LeCarré, o de un James Bond siniestro. Novelista de éxito, amigo y mentor del padre ideológico del actual movimiento conservador de EEUU, William F. Buckley, espía, promotor de golpes de Estado, y hasta inspirador de un personaje de ficción de la novela ‘El fantasma de Harlot’, de Norman Mailer, publicada en 1991.
Hunt entró en la Oficina de Servicios Estratégicos -la predecesora de la CIA– en los años 40. De allí pasó a la CIA, de la que fue jefe de estación -lo que en el argot de los espías estadounidenses supone el máximo responsable de las operaciones- en México, donde tuvo a sus órdenes al propio William F. Buckley.
Entre su historial está su participación en la Operación PBSUCCESS, el nombre en clave del golpe de Estado que en 1954 provocó el derrocamiento de Jacobo Arbenz como presidente de Guatemala por su supuesto izquierdismo prosoviético, aunque, en perspectiva, parece que la principal razón era evitar la nacionalización de los activos de la empresa de alimentación estadounidense United Fruit Company (hoy rebautizada Chiquita Brands) en el país. Posteriormente, Hunt estaría a cargo de la creación de un Gobierno en el exilio cubano durante la fallida invasión de Bahía Cochinos.
En 1970 dejó la CIA por su supuesta ineficacia en la lucha contra el comunismo. Dos años después coordinó el asalto al Watergate, según su propia declaración, para constatar si Fidel Castro había transferido fondos a la campaña electorla del demócrata de izquierdas George McGovern. Su estrategia legal fue fácilmente desmontada cuando aparecieron unas grabaciones de Richard Nixon diciendo: “Ese condenado Hunt sabe demasiado”.
Por si eso no bastara, su esposa, Dorothy, murió poco después en un accidente aéreo y entre sus efectos personales aparecieron 10.000 dólares. Hunt fue condenado a 33 meses de cárcel por la entrada en el Watergate. Una sentencia que él siempre consideró injusta, dado que el verdadero cerebro del plan, Richard Nixon, fue perdonado por su sucesor Gerald Ford.