Fue un fenómeno inusual en Latinoamérica, ya que la proclama se realizó prácticamente sin derramamiento de sangre, a diferencia de las guerras de independencia de las colonias hispanoamericanas.
Es por ello que haremos un breve repaso de uno de los sucesos más importanes del Siglo XIX en el continente y que, curiosamente, no es muy conocido en algunos países vecinos.
Todo comenzó en Francia
El detonante que inició este cambio político fue, al igual que en las colonias españolas, la invasión de Napoleón Bonaparte en la Península Ibérica. El suceso forzó a la familia real de Portugal a abandonar el país y exiliarse en Río de Janeiro, que se convirtió en capital de facto del Imperio Portugués.
Esto cambió la relación metrópoli-colonia y Brasil comenzó a gozar de múltiples beneficios por ser la sede del Imperio, al punto de que el 12 de diciembre de 1815, el regente Juan VI elevó el status de Brasil de colonia a Reino, conformando el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve.
Si bien en 1814 los franceses fueron expulsados, no sería hasta 1821 que el rey regresaría a Portugal. Fue así como antes de volver a Europa, dejó a su hijo y príncipe heredero Dom Pedro a cargo como regente del Reino de Brasil.
La razón de su regreso a Europa fue la Revolución Liberal de Oporto, que eliminó el absolutismo e instauró una monarquía constitucional y el retorno de la Corte al gobierno.
¿Vuelta a la normalidad?
Así fue como comenzó un período en el que la Corte del Reino intentó reestablecer el estatus de Brasil a colonia, subordinando el territorio a la Corona y socavando gran parte de los beneficios adquiridos durante los últimos 15 años.
Esto provocó un gran descontento en algunos sectores de la burguesía brasileña, que comenzaron a oponerse al accionar de las Cortes y crearon dos grupos de oposición: los liberales y los bonifacios.
Liberales vs Bonifacios
Los liberales representaban a la aristocracia rural del sudeste, la más poderosa. De carácter conservador, estaban a favor de la independencia, pero a la vez deseaban mantener sus privilegios de clase.
Dentro de ese grupo había una facción autoproclamada <<radical>> más cercana a las masas populares urbanas que abogaba por la democratización de la sociedad. Sin embargo sus aspiraciones fueron truncadas por los lazos de sus líderes con los sectores rurales aristócratas.
Por otro lado, estaban los bonifacios, que abogaban por la creación de una monarquía para preservar la autonomía territorial y la libertad de comercio. Este bando estaba liderado por José Bonifácio, una figura que terminaría siendo clave en este proceso.
Tensión y ruptura final
Mientras tanto, el distanciamiento del príncipe Pedro con las Cortes del Imperio era cada vez mayor, a tal punto que desobedeció la orden de regresar a su país y decretó medidas para aumentar la soberanía de la colonia sobre el Imperio.
La ruptura final llegó en septiembre: el regente convocó a una Asamblea Constituyente, tras lo cual el 7 de septiembre de 1822 la Corte anuló desde Portugal todos los actos de gobierno de Pedro y le retiró el poco poder restante que conservaba.
Fue en ese momento que, tras recibir la noticia, Pedro proclamó el famoso grito de Ipiranga:
Tras la proclama, el 22 de septiembre Pedro le envió una carta a su padre comunicándole la separación del Brasil de Portugal y el 12 de octubre, el príncipe fue coronado Dom Pedro I, Emperador Constitucional y Defensor Perpetuo de Brasil, dando inicio así al primer reinado del Imperio de Brasil.