La historia de María Félix, quien nació el 8 de abril de 1914 en el barrio de La Colorada, en Álamos, Sonora, y falleció el 8 de abril de 2002 en su mansión de la calle de Hegel N° 610 en Polanco, Ciudad de México, tiene muchas aristas y misterios, muchos de estos cultivados por la propia actriz, que le dijo en una ocasión al cronista Carlos Monsiváis (1938-2010): “Ningún mito se sostiene solo de verdades”.
El carácter de la actriz sonorense era volátil, incluso soberbio y altanero. Ella misma lo reconocería en los cuatro volúmenes de su autobiografía ‘ Todas mis guerras‘, publicadas en 1994 por la editorial Clío, y presentadas por el historiador e intelectual Enrique Krauze, quien al respecto dijo al Chicago Tribune: “Me dijo que no le gustaba que yo dijera la verdad porque su vida era fantasía”, recordó. “Me dijo textualmente ‘yo no soy ni Porfirio Díaz ni Emiliano Zapata, tú cuenta lo que yo te voy a contar”’.
Las tres caras de María
Definir a María Félix es tarea difícil, porque ella fue la mujer enigmática que llenaba las grandes pantallas de cine. La adoración de muchos hombres famosos como Agustín Lara y Jorge Negrete (que se casaron con ella) y que cumplieron fielmente todos sus caprichos y era el modelo a seguir de las mujeres que veían en ella a un ejemplo de lo que con el tiempo se conocería como el empoderamiento femenino.
María también fue el mito creado por ella misma, el misterio, la tremenda curiosidad que dejaba ver sólo un poco de su vida dejando al espectador con ganas de más. Era la voz de mando, la actitud soberbia, el saberse y sentirse hermosa, en una palabra María Félix fue la diva en toda la extensión de la palabra. Como dijo ella en sus propias palabras para la revista Proceso: “El hechizo [de ser una diva] es estar guapa, estar bien, tener una manera de ser… [en el prólogo a mis memorias] Octavio Paz escribió ‘María Félix nació dos veces. Una, cuando su madre la echó al mundo y otra cuando ella se inventó'”.
Podría decirse que su vida se divide en tres etapas: la joven e ingenua María de los Ángeles Félix Güereña, que recién divorciada de su primer marido llegó a la capital mexicana sin saber que sería famosa; la altiva y dominante María Félix superestrella que dejó 47 huellas en pantalla y, finalmente, la María Diva, que ya ‘desmitificada’ por los años, daba entrevistas en su propia casa, rodeada de objetos preciosos y que se consideraba a sí misma ” no un mito, sino una realidad”.
Así fue que tuvo un renacimiento popular, después de su retiro del cine en 1970 -año en que se estrenó su última película, ‘La generala’, por la que fue muy criticada al interpretar a una joven de 20 años- : no rehuía a los micrófonos de la televisión, y solía opinar acerca de cualquier tema que se le ocurriera, desde belleza hasta política, conversando con figuras como Jacobo Zabludovsky o Verónica Castro, entrevistadores consumados que ante ella se quedaban pasmados y le daban carta blanca para que la diva mexicana diera sus puntos de vista tajantes y polémicos, no exentos de un humor sarcástico y socarrón, dichos y redichos con ese tono de voz que ella misma calificara, burlona, en una entrevista con Elena Poniatiowska como “de sargento”.
Sin embargo, el mito más grande, controversial y hasta siniestro que dejó ‘ La Doña‘ -el apodo que la acompañó toda la vida desde que filmó la cinta ‘ Doña Bárbara‘, basada en la célebre novela del venezolano Rómulo Gallegos, en 1943- fue el que sobrevino después de su muerte.
Se apaga una estrella
El escándalo comenzó a hervir desde el mismo 8 de abril de 2002, cuando los rumores corrieron como pólvora. ¿Quién se iba a quedar con todo lo de ‘La Doña’? Su único hijo, Enrique Álvarez Félix, actor de profesión -fue el protagonista de exitosas telenovelas como ‘ Mi rival‘, ‘ Rina‘, ‘ Colorina‘ o ‘ De pura sangre‘-, nacido en 1935, murió en 1996, por lo que no tenía un heredero directo; aunque sus hermanos aún vivían principalmente en Sonora, no tenía trato cercano con ellos hacía ya varios años.
La actriz fue encontrada muerta en su habitación por personal del servicio. Según reportó el diaro mexicano El Universal, la hora de la muerte se había fijado en la madrugada de ese día y había ocurrido mientras la actriz dormía.
El patrimonio de la actriz, que incluía una notable colección de arte, propiedades, una colección de joyas de la casa Cartier y demás bienes de María Félix, que sumaban millones de dólares, le fue heredado a su chofer y asistente personal, Luis Martínez de Anda, quien la acompañó en los últimos diez años de su vida. Esto incluía las dos residencias de la actriz, una en el barrio de Polanco (poniente de la Ciudad de México) y la suntuosa mansión de Cuernavaca, a 90 minutos al sur de la capital, también conocida como ‘La casa de las tortugas’. Así lo informó el abogado de la fallecida actriz, Francisco Javier Mondragón Alarcón, y esta información fue reproducida por distintos medios nacionales e internacionales.
Este legado fue causa de controversia casi inmediatamente. Su hermano menor Benjamín, afirmó que la habían matado, y que encontraba todo muy sospechoso; según declaró al diario El Debate su primo hermano José Félix Balderrama: “Dice Benjamín que no existe el testamento. Él fue a México a averiguar eso y lo amenazaron de muerte tres veces”.
La tumba abierta
Fue esta voz discordante la que dio pie a un escándalo mayúsculo que dio titulares a los diarios por meses enteros y que tuvo su momento culminante, del modo más macabro, cuatro meses después que los restos de María, que recibiera un homenaje nacional en el Palacio de las Bellas Artes, fueran depositados junto a los de su hijo, en el Panteón Francés de la Ciudad de México.
El jueves 29 de agosto de 2002 agentes de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal exhumaron los restos de María Félix, en una diligencia que se prolongó por más de cinco horas; los peritos forenses encontraron, con asombro, que los restos de la diva del cine nacional estaban en mejores condiciones de lo que se creía.
La exhumación fue necesaria, ya que el hermano de ‘La Doña’ presentó una denuncia penal, al considerar que fueron irregulares las circunstancias de su muerte, ya que sólo se permitió ver el cadáver de la actriz a su hermana Eugenia y se emitió un acta de defunción que presuntamente tenía irregularidades, según se asentó en el acta FACI/50/T2/ 1097/02-08, publicada por El Universal.
En punto de las 6 am, alrededor de una centena de agentes judiciales llegaron al Panteón Francés, observando medidas de seguridad, para cuidar todos los detalles de la exhumación. Como se había informado previamente al público, se cerraron las puertas del cementerio ubicado en calzada Legaria, para evitar el acceso de la prensa y los curiosos. La Secretaría de Seguridad Pública (SSP) destacó a granaderos y policías montados a caballo para resguardar las inmediaciones del cementerio.
Fue hasta las 10 de la mañana cuando iniciaron las maniobras de exhumación de los restos de María de los Ángeles Félix Güereña. El ataúd fue abierto y PGJDF y del Servicio Médico Forense trasladaron los restos de la que fuera en su momento la estrella de cine más grande de México en bolsas de plástico negro al anfiteatro del propio Panteón Francés, donde se procedió a realizar la revisión de cavidades torácicas y craneanas, en busca de alguna anomalía. De acuerdo con fuentes de la propia procuraduría, y que en su momento se hicieron públicas a los medios, era impresionante el estado de conservación de los restos mortales, ya que pese haber transcurrido más de 4 meses del deceseo, los órganos presentaban un estado óptimo de conservación, que permitió tomar por triplicado la muestra de todos los tejidos que esperaban analizar los especialistas, así como muestras de cabello y uñas.
Patricio O’Farril- abogado de Benjamín Félix Güereña- declaró que la parte denunciante designó a un médico que los representó durante la diligencia, quien dijo que el estado de conservación del cuerpo permitió tomar todas las muestras para los estudios, de manera exhaustiva ante la posibilidad de un envenenamiento, mismo que, como señaló el diario español El País, no tuvo lugar, como se comprobó una vez realizados los estudios forenses pertinentes. Así fue como a las 15:30 horas de aquel día, los restos de María Félix fueron reinhumados en su misma fosa, tras haber sido perturbado su sueño eterno.
Arrepentimiento y olvido
El Universal reportó un par de días después, que oficialmente se anuló la demanda penal, cuando Benjamín Félix desistió de seguir las pesquisas e impugnación, manifestando arrepentimiento por lo acontecido, si bien se mantenía desconfiado de que su famosa hermana hubiera elegido a un desconocido como su heredero universal, pero una “profunda reflexión” lo llevó a renunciar a cualquier derecho o bien que le pudiera corresponder. Mientras tanto, Martínez de Anda tomó posesión de la herencia y dispuso de ella: el terreno donde se encontró alguna vez la mansión se vendió y hoy día en su lugar existe un edificio de departamentos; la Casa de las Tortugas, ubicada en el N° 7 de la Avenida Palmira de Cuernavaca, aún existe, pero hace mucho que también cambió de propietarios. El heredero sigue manteniendo de modo decoroso la tumba donde reposa la diva junto a su hijo, aunque no la visita con frecuencia. El tiempo no borra el paso de esta indomable mujer por el imaginario mexicano y del mundo.