El cerebro luminoso de la Nación­

Según Juan Manuel Beruti, “con la mayor pompa y grandeza posible, a cuyo culto asistieron el señor gobernador don Martín Rodríguez y demás corporaciones eclesiásticas, civiles y militares, habiendo la noche anterior y esta de este día iluminado el gran frontis del templo primorosamente y de un gusto singular, alegrando al público dos orquestas de músicas que tocaron alternando hasta las diez de la noche, habiendo aumentado en la segunda mayor iluminación y un famoso castillo de fuego de particular invención, que ardió a las ocho de la noche”

Se concretaba así un largo anhelo, cuyo primer antecedente databa de 1767 cuando expulsados los padres jesuitas el Cabildo porteño solicitó a Carlos III, la instalación de una universidad pública en las instalaciones del Real Colegio de San Carlos. En 1778 después de dos años de la creación del Virreinato del Río de la Plata el monarca pidió al Consejo de Indias que aplicara los fondos de los expulsos jesuitas para la instalación de un seminario y la universidad.­

Ricardo Levene sostiene que a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, “se estaba formando en algunos centros sociales y políticos la conciencia contraria al establecimiento de estudios superiores en la ciudad que ya era cabeza de la América hispana, por su composición social predominantemente europea y su pujante influencia económica, ciudad con incentivos y fermentos revolucionarios”.­

En mayo de 1819 el director Juan Martín de Pueyrredon se dirigió al Congreso, solicitando amplias facultades para fundar la universidad, lo mismo hizo quien lo sucedió al mes siguiente José Rondeau, recomendando en ambos casos al Pbro. Antonio Sáenz conocido propulsor de la creación de esa casa de estudios superiores, para dirigir los trabajos necesarios para concretarlos.

“1820 ha sido considerado como nuestro año terrible”, escribió hace medio siglo Leoncio Gianello al tratar el momento histórico de la fundación de la Universidad; al año siguiente el 21 de febrero la Gaceta de Buenos Aires anunciaba la pronta creación de la misma, idea puesta en práctica hace hoy 200 años.

“Parece que el cielo -anunciaba el periódico- ha escuchado nuestros votos. El gobierno ha fijado su cuidadosa atención en el grande objeto de la educación pública. Ha ordenado que se lleve a debido efecto el decreto del Congreso General sobre el establecimiento de la Universidad en esta capital, nombrando un comisionado para su ejecución”. ­

­EL DECRETO­

El 9 de agosto de 1821 se dio a conocer el decreto de erección firmado por el gobernador Martín Rodríguez y refrendado por el ministro Bernardino Rivadavia. El mismo nombraba al ilustrado Pbro. Antonio Sáenz rector por cuatro años, que había trazado el plan fundacional y cuya intervención fue decisiva para la fundación. En la ceremonia estuvo a su cargo el discurso inaugural que fue respondido por Rivadavia. El gobernador tomó juramento al rector y al claustro académico. El cuadro de Antonio González Moreno que se encuentra en el Aula Magna de la Facultad de Derecho, recuerda la solemne ceremonia.

Al día siguiente 13 de agosto escribió Beruti:”Se graduaron en leyes y medicina seis individuos, lo que se hizo públicamente, habiendo habido su correspondiente paseo, siendo el primero a quien se le dio el grado en leyes a don Ramón Díaz y Salgado, y en medicina a los señores don Cosme Argerich y don José María Rojas, don Juan Fernández, don Juan Madera y don Matías Rivero”.­

La Universidad tuvo un presupuesto inicial de 45.926 pesos, y atendía seis departamentos: primeras letras, estudios preparatorios, ciencias exactas, medicina, jurisprudencia y ciencias sagradas.

En este aniversario y en un tiempo tan especial vale recordar lo que dijo hace medio siglo en La Prensa el doctor Osvaldo Loudet: “La Universidad ha sido siempre, en todo organismo social, el cerebro luminoso de ese organismo. La historia de una universidad es la historia de la cultura de un país’‘.­

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